24 de agosto de 2019. Bajo un calor asfixiante, los vecinos de un edificio en la calle Mossèn Amadeu Oller, en el barrio de Sants, en Barcelona, deciden llamar a la policía alertados por un insoportable olor a podrido. Al entrar en el piso de donde procede la peste, los agentes de la Guardia Urbana encuentran un escenario digno de la peor película de horror.
En el suelo y en el sofá yacen los cadáveres de dos personas mayores. Son Piedad y Manuel, un matrimonio que lleva toda la vida viviendo en el barrio. A partir de entonces empiezan las elucubraciones, en un caso muy extraño que tardará un año y medio en resolverse.
Lo único que estaba claro en un primer momento es que había signos de violencia. Aparecieron todo tipo de teorías sobre quién era el autor. Se llegó a pensar, incluso, que podría ser el propio Manuel, antes de suicidarse. Pero el crimen pasional se descartó rápidamente. Alguien había acabado con la vida de los ancianos, y estaba libre en la calle.
Tras un año y medio de investigaciones, la policía detuvo el pasado 16 de febrero a un hombre de 51 años, de nacionalidad española, como sospechoso del crimen de Piedad y Manuel. Se trata de un comercial, vecino del barrio de Sant Antoni Vilamajor, que había estado en contacto con el matrimonio por motivos laborales.
Según la investigación, meses antes de ser asesinada, Piedad sufrió una caída que le obligaba a utilizar productos de ortopedia. Esto les llevó hasta el presunto asesino, un comercial que les vendía las piezas y que poco a poco se fue ganando su confianza. La policía cree que fue él quien asaltó a los ancianos en su casa y los mató a cuchilladas.
Faltaban objetos en la casa
En la inspección ocular detectaron que faltaban varios objetos, y pensaron en un robo como uno de los posibles móviles del homicidio. Pero había demasiadas dudas abiertas. No se sabía la fecha exacta de la muerte, y tampoco había testigos ni cámaras de seguridad. A base de mucha paciencia, el grupo de Homicidios de los Mossos d’Esquadra consiguió ir atando cabos hasta llegar al presunto autor del crimen, un comercial de 50 años.
Quien llevó a los agentes a la línea de investigación que ha resuelto el caso es el hijo de las dos víctimas. Fue él quien les habló de un comercial de productos ortopédicos que se había ganado su confianza y les había visitado más de una vez en su casa. Descubrieron que este representaba a varias marcas y vendía sus productos tanto por internet como presencialmente.
El hombre solía hacer visitas a domicilios de personas mayores, y la policía sospecha que utilizaba el método del revisor del gas: entraba en los pisos para conseguir el número de cuenta de las víctimas o robar objetos valiosos en el interior. La ausencia de objetos y tarjetas de crédito en casa del matrimonio asesinado situó a este hombre como principal sospechoso.
Creía que no lo descubrirían nunca
Cuando el 16 de febrero los agentes de policía entraron en su casa para detenerlo, el hombre estaba sentado tranquilamente, con la confianza de quien cree que ha conseguido perpetrar el crimen perfecto. El presunto autor vive en una casa de las afueras de Vilamajor con su pareja y un niño menor de edad. En el momento de la detención, la mujer sufrió un ataque de ansiedad y necesitó ser atendida por una unidad de emergencias.
En su primer interrogatorio negó ser el responsable del crimen, pero el juez decretó su ingreso en prisión con cargos. Mientras, la investigación sigue abierta y los agentes tratan de seguir recabando pruebas que pueden ser cruciales para el juicio. Ahora tendrán que demostrar como un comercial con mujer y un hijo acabó ejecutando un crimen tan brutal.