Los que saben de eso dicen que lo peor para el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha pasado. Tras el vendaval de la primera ola del coronavirus y el estallido de la peor crisis económica en décadas, el gobierno de coalición ha consolidado unas alianzas políticas que garantizan su continuidad al menos hasta el final de la legislatura. O más…
Porque el vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, cuenta con mantenerse en el poder en España durante toda una década gracias a las nueva aritmética parlamentaria, con nuevos socios y el PP más solo que nunca.
El optimismo de Pablo Iglesias está fundado en los últimos movimientos producidos a raíz de la negociación de los presupuestos, que han consolidado nuevas alianzas parlamentarias que refuerzan el gobierno de coalición. Con el apoyo de Ciudadanos y la fidelidad de ERC y Bildu, Unidas Podemos considera que las cuentas están más que aseguradas.
Pero Pablo Iglesias va más allá, y tras la ruptura del PP con Vox y sin posibilidades de lograr una victoria clara, allana el camino para la consolidación del PSOE y Unidas Podemos en La Moncloa. Su estrategia pasa por la estabilidad en las alianzas de los partidos progresistas con el apoyo de las formaciones territoriales.
El apoyo mayoritario de los 198 diputados a la tramitación de los presupuestos son una bombona de oxígeno para el Gobierno en el momento más delicado de la legislatura, aunque ahora queda rematar la faena y aprobar las cuentas. Para ello tendrá que volver a negociar una mayoría suficiente, y para ello el Gobierno de Pedro Sánchez tiene dos alternativas.
La primera pasa por apoyarse en la mayoría del acuerdo de legislatura, que incluye al PSOE y a Unidas Podemos más los independentistas, regionalistas y nacionalistas. La segunda sería explorar un gobierno apuntalado por Ciudadanos, que se sigue ofreciendo como la alternativa para un Ejecutivo sin Rufián ni Otegi.
Sánchez sabe que la vía Ciudadanos complicaría mucho la relación con sus socios de Gobierno, pero confiar solo en ERC y Bildu es una bomba de relojería. Por eso Moncloa sigue lanzando el mensaje de que prefiere gobernar con el mayor respaldo posible, y evita así un debate que Iglesias se encarga de avivar con su respaldo explícito a Bildu.
Bildu, la clave
Para la formación morada, EH Bildu es la clave para asegurar la mayoría parlamentaria en lo que queda de legislatura. Por eso Iglesias y los suyos se encargan de proclamar a los cuatro vientos que la formación abertzale es un partido totalmente legal por decisión del propio Tribunal Constitucional.
Ante las fracturas que eso está abriendo en el seno del PSOE, Pedro Sánchez ha dado un golpe encima de la mesa poniendo en firme a los barones díscolos y dejando claro que todas las críticas a partir de ahora deben ser de puertas para dentro.
Mientras en Ferraz todos los esfuerzos se centran en dejar claro que no hay un acuerdo explícito con Bildu y que se trata de apoyos parlamentarios eventuales, en Podemos tienen claro que «se está jugando quién participa en la dirección de Estado para los próximos diez o quince años».
La idea de Podemos es que mientras la alianza de la derecha, que gobierna en varias comunidades de España, se tambalea, el gobierno de coalición debe reforzar su mayoría para agilizar la acción legislativa en el parlamento y sacar leyes sin tantos problemas.
Y para ello están convencidos de que no necesitan a Ciudadanos, con quien siguen vinculando con las alianzas con el PP y Vox en varias regiones. Además, consideran que la formación naranja es un proyecto en descomposición, mientras que partidos como Bildu y ERC tienen una base electoral sólida en sus respectivas comunidades.
Diálogo con los territorios
La esperanza de Pablo Iglesias es que esto permita la estabilidad de gobierno progresistas que impidan que la derecha recupere el poder en España durante muchos años. La verdad es que la resistencia del gobierno de coalición, al que muchos daban cuatro días, está sorprendiendo a muchos, y el PP es el primero que da por hecho que vamos hacia una legislatura larga.
Por eso para Podemos, los presupuestos son tan importantes, ya que no significa solo aprobar las cuentas por la izquierda, sino sobre todo desvanecer de un plumazo los fantasmas de la crisis sanitaria y económica en España para apuntalar la mayoría parlamentaria suficiente con la que gobernar con relativa tranquilidad los siguientes años.
El panorama que se abre delante de los ojos de Pablo Iglesias es una década de gobiernos progresistas con políticas de izquierdas y diálogo con los territorios, con la única línea roja de no apoyar ninguna aventura independentista en las comunidades autónomas.