Lori Mullen, una madre de 36 años, ha perdido a su pequeña por un error médico que está intentando que no vuelva a repetirse. La mujer acudió a urgencia con Harpen Aikten, una niña de 3 años, porque se encontraba mal y estaba convencida de que pasaba algo grave.
Lori Mullen y su marido les rogaron a los expertos que sometieran a su hija a todo tipo de pruebas porque tenía muchas molestias. Con la mejor de las intenciones, los expertos rechazaron la propuesta, pues estaban convencidos de que la dolencia no era alarmante.
Harper Aitken tenía un sarpullido en la barriga que preocupó mucho a sus progenitores, aunque en el hospital rechazaron tratarla. La familia de la fallecida anima al resto de pacientes a que “sigan sus instintos” pues su niña murió “por un chiche en el estómago”.
La pequeña ha fallecido por una enfermedad muy peligrosa llamada sepsis, que es provocada por infecciones de diferentes tipos. Tres de cada cuatro pacientes no lo superan y los padres de Harper quieren visibilizar este mal tan silencioso.
Los médicos que atendieron a la niña en ningún momento pensaron que pudiera parecer sepsis, pues no mostraba síntomas suficientes. Sin embargo, los padres estaban preocupados porque la chica se quejaba de dolores severos desde hacía mucho tiempo.
Lori Mullen, sobre Harper: “Era muy sucia”
Los padres de Harper Aikten están destrozados, pero quieren que este error de la vuelta al mundo para que no vuelva a cometerse. No responsabilizan a nadie, aunque son conscientes de que si los médicos hubieran confiado en ellos nada de esto habría pasado.
Medios internacionales se han hecho eco de la noticia y Mullen ha hablado con varios periodistas para honrar la memoria de su hija. Ha muerto con tan solo tres años y nadie puede dejar de pensar que tenía toda la vida por delante.
“Era un pequeño torbellino: le encantaba el baile, la música y ensuciarse, era muy sucia”, cometa haciendo alusión al espíritu alegre de la niña. Mucha gente no sabe lo peligroso que es que un chicle se quede atascado en el estómago y la familia de Aitken quiere concienciar.
Este año la chica cumpliría cinco años, pues esto sucedió en 2019, a pesar de que los padres han hablado ahora para intentar ayudar. Antes de que sucediera este trágico suceso no sabían lo que era la sepsis y ahora quieren visibilizar la enfermedad.
Harper Aikten “tenía alucinaciones”
El 6 de marzo de 2019 es una fecha clave para la familia, pues fue aquel día cuando enfermó y comenzó todo el proceso. Por la noche se sintió muy mal, pero superó el bache y pareció estabilizarse, así que sus padres no prestaron demasiada atención.
Al poco tiempo volvió notar grandes dolores y “su temperatura corporal era de 41.5 grados”, algo auténticamente estremecedor. “Llamé a una ambulancia, la observaron un rato en el hospital, pero ya había comenzado a sentirse un poco mejor”, explica Lori.
Los médicos les sometieron a varias pruebas, entre ellas una muestra de heces y otra de orina, y los resultados fueron preocupantes. Sin embargo, pensaron que era un virus común, por lo que no le dieron más importancia.
Una doctora comprobó que las deposiciones de Aikten estaban contaminadas, aunque no hizo nada para estudiar el origen de la infección. “Le pedí que lo mirara, pero ella se negó y dijo que lo iba a dejar como un virus de la barriga”, comenta la madre.
La familia se ha armado de valor para contar lo sucedido, pues consideran fundamental que los hospitales tengan en cuenta todas las posibilidades. La niña podría estar viva si hubieran seguido “el instinto” de los padres, aunque ya no hay sitio para el reproche.
“El sarpullido había desaparecido y su temperatura estaba bajando, así que me dijeron que la llevara a casa. Por la noche tenía alucinaciones y su temperatura volvió a subir”, empieza diciendo Lori en una de sus últimas entrevistas.
“A la mañana siguiente se animó, pero estaba yendo y viniendo al baño con diarrea. Por la tarde mi mamá notó un punto azul en su mano, así que le levanté la blusa y encontré el sarpullido realmente malo en su espalda”, concluye.
La familia se preocupó cundo “sus labios estaban empezando a ponerse azules”, pero ya era demasiado tarde. Llamaron a una ambulancia y poco después se despidieron de la pequeña para siempre.