El pacto de una parte del ejecutivo liderado por el sector de Podemos con EH Bildu para la derogación íntegra de la reforma laboral, con el beneplácito de Pedro Sánchez, sigue trayendo cola por la indignación que ha causado en el seno del propio Gobierno y pesos pesados del PSOE, que alertan de las consecuencias y aseguran estar desolados.
Desde el propio Gobierno empiezan a sonar con más fuerzas las críticas de algunos ministros que lo ven como un «error innecesario», un «patinazo» cuyas consecuencias «no se midieron bien». En parte del ejecutivo y el PSOE creen que el acuerdo con los independentistas vascos compromete seriamente el crédito del presidente, Pedro Sánchez.
Además, las reacciones tampoco se han hecho esperar entre sus aliados durante el estado de alarma, y la decisión podría poner en riesgo la aprobación de la siguiente prórroga a tenor del malestar entre Ciudadanos y el PNV, este último muy irritado porque el pacto se produce a las puertas de las elecciones vascas y en plena pelea entre abertzales y el lehendakari.
El pacto entre bambalinas para la derogación de la reforma laboral también ha puesto en juego el diálogo social con sindicatos y patronal, tan importante en estos momentos, ya que llega sólo diez días después de la firma en Moncloa de UGT, CCOO, CEOE y CEPYME de un acuerdo social para la defensa del empleo que prevé alargar los ERTE más allá del estado de alarma.
Tras horas y horas de reuniones para lograr el acuerdo, con la participación directa de la ministra de Economía, Nadia Calviño, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, este podría quedar en nada por la última maniobra de Sánchez, que en las últimas horas tuvo que dar explicaciones directamente a los líderes de la patronal, que dan por rotas sus relaciones con el Gobierno.
No es extraño, pues, que la decisión de Pedro Sánchez haya causado malestar entre el sector económico del Consejo de Ministros, que liderados por Nadia Calviño ha pedido al presidente una rectificación. Muchos critican el oscurantismo, ya que ministros muy cercanos a la presidencia, como José Luis Ábalos, también desconocían los pormenores del acuerdo.
'Nos pagan por solucionar problemas'
Nadia Calviño fue la primera y la más enérgica en marcar distancias con el acuerdo. Ante la mayor recesión de España en su historia, «sería absurdo y contraproducente abrir un debate sobre la reforma laboral y generar la más mínima inseguridad jurídica», dijo, y lanzó un dardo directo al PSOE: «Nos pagan para solucionar problemas, no para generarlos».
La ministra, que no tiene el carné del partido y está como independiente, señaló que se pueden hacer cambios en el ámbito laboral, pero de forma dialogada con los agentes sociales. Su posición ha obtenido el apoyo de algunos pesos pesados del PSOE encabezados por el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que se siente «dolido y perplejo».
Mientras Moncloa se pone manos a la obra para restañar las fisuras causadas tras el pacto, en otras formaciones como ERC ya se frotan las manos y ven la oportunidad de fraguar otros acuerdos para hacer rentables sus negociaciones con el Gobierno: «No podemos renunciar a negociar la autoderminación de Cataluña después de haber logrado obligar a Sánchez a sentarse en la mesa».