Juan Gancedo, de 37 años, es un policía nacional que lleva 10 años en el cuerpo. A Juan le llaman el ‘Súper poli’ porque, además de ayudar a la ciudadanía durante su horario de servicio, también lo hace al quitarse el uniforme.
Es asturiano, aunque hace ya años que reside en Toledo y desde hace aproximadamente 10 años no ha tenido otra cosa en la cabeza que ayudar a las familias de otros compañeros o a todo aquel que lo necesite.
Juan ejerce de policía nacional en la Brigada Central de Protecciones Especiales. Esta unidad se encarga de la protección y del seguimiento a grandes personalidades extranjeras que aterrizan en nuestro país. Reyes, ministros, altos cargos… Juan y su equipo se encargan de su seguridad en territorio español, así como de que no ocurra nada extraño.
En el año 2014, una agente fue asesinada a las puertas de un banco en Vigo por unos atracadores. Además, el compañero que iba con la fallecida resultó gravemente herido. Juan no se podía quitar de la cabeza aquella situación y empezó a mover los hilos de los que disponía, por las redes sociales, para tratar de ayudar a las familias de los afectados. Esa fue su primera gran acción solidaria, a la que han seguido muchas más.
Entre ellas, el apoyo a compañeros, ya sea porque tienen problemas físicos o psicológicos. A las familias de los compañeros fallecidos o a los sanitarios durante la crisis sanitaria que estamos viviendo a diario durante este tiempo.
El ‘súper poli’ se ha encargado de conseguir más de 4.000 mascarillas para todos aquellos compañeros a los que la Administración no les ha podido hacer llegar ninguna mediante las redes sociales y un grupo de Facebook en el que, a día de hoy, ya hay 14.000 personas inscritas. A través de las redes sociales ha tenido capacidad para poder ayudar a la familia de otro agente, por ejemplo, que falleció de un infarto repentino mientras dormía. Consiguió movilizar a las personas y recaudar casi 40.000 euros para dárselos a la familia del afectado.
Acciones para ayudar en tiempos de coronavirus
Ahora, con el coronavirus, Juan es consciente de todo lo que conlleva estar vinculado al ámbito sanitario. Sueldos precarios, jornadas laborales de hasta 12 horas y tener que volver a casa, sin la certeza de saber si vas a contagiar a algún familiar o ser querido por haber estado expuesto al virus.
Es por ello que decidió iniciar otra iniciativa más: cedió su casa en Asturias para todos aquellos sanitarios que tuviesen miedo de vivir con su familia por miedo a contagiarles la enfermedad.
«Para los médicos que estaban yendo a trabajar en la zona. Para que aquellos que quisieran no tuvieran que ir de vuelta a casa, con el riesgo que supone contagiar a gente en sus familias», contestaba en referencia a su domicilio en Asturias.
Además, a causa de la precaria situación de muchos sectores, se ha encargado de conseguir mascarillas, instrumento fundamental en la lucha contra el coronavirus, a todos aquellos agentes que no disponían de una, así como sanitarios y personas relacionadas con la seguridad y la sanidad.
El medio ‘El Español’, ha podido hablar con Juan y le ha realizado algunas preguntas en referencia a su faceta solidaria. «Porque me siento bien al hacerlo. Porque mi vida ha sido difícil en muchos aspectos, aunque no haya sido un tirado, pero ha sido complicada. No ha sido la más cómoda del mundo, le debo todo a mi madre, y ella me enseñó a ayudar siempre a las personas que lo necesitan», responde cuando le preguntan por qué lo hace.
«Estos días hay muchos pedidos de pantallas. La gente que me sigue se vuelca también y me ayuda a conseguirlo todo y a repartir. La gente responde. Y las empresas también responden», manifestaba.
«Siempre intento después ofrecer ayuda a los familiares. Hay muchos compañeros hoy en día que tienen muchos problemas. Y a mí me duele que parezca que no tengamos derecho a tener un mal momento o a estar mal. No somos robots. Cualquier persona tiene derecho a estar mal. Incluso un policía», explicaba.
También está solidarizado con el ámbito animal
Además, Juan también está muy solidarizado con el ámbito de animales de compañía abandonados. Gran parte de su tiempo también se la dedica al rescate de perros abandonados en zonas donde la marginalidad y la precariedad económica son la norma general.
De hecho, una de las zonas donde más actúa en este sentido es la Cañada Real. Muchos animales vagan sueltos y desamparados tras ser abandonados por sus dueños en esa zona y Juan trata de rescatar a todo aquel perro que ve cuya suerte la ha dejado al azar su dueño.
Juan es consciente de que muchos de los perros que rescata se encuentran en esa situación porque los dueños ya no les sacan un rédito económico. Algunos han sido participantes de carreras de perros ilegales y, al no serles de utilidad, son abandonados. Otros son utilizados como perros para peleas y, tras tener heridas serias, los dueños prefieren deshacerse de ellos antes que gastarse dinero en curarlos o simplemente son moneda de tráfico de animales.
Junto a una asociación, trata de poner a salvo a esos animales abandonados vestido de paisano y recorriendo las calles —cuando puede, ya que el coronavirus ha limitado bastante su rango de actuación— en busca de algún animal sin recursos y cuya vida estaría sentenciada sin su aportación.
Así, Juan es reconocido por todo aquel que le conoce, pues más allá de sus funciones laborales, trata de ser lo más solidario posible con aquellos que más lo necesitan.