El Gobierno de Pedro Sánchez se encuentra en horas bajas. Las discusiones en torno a las medidas sociales han aumentado en las últimas horas y amenazan con resquebrajar la unidad que tanto le ha costado al presidente conseguir. Por eso la estrategia de Podemos de airear las desavenencias ha sentado especialmente mal en Moncloa.
Tras el último Consejo de Ministros, en el que se evidenció la tensión entre el sector de Pablo Iglesias y el de Nadia Calviño, el presidente del Gobierno pidió a su vicepresidente segundo que deje de airear los trapos sucios en público.
Estos últimos días, Pablo Iglesias había pedido a Pedro Sánchez reprobar públicamente a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, por su defensa de la congelación de los salarios. Una noticia que apareció en todos los medios con todo tipo de detalles sobre el enfrentamiento entre ambos sectores en torno a la subida del salario mínimo interprofesional.
Tras varios días de mucha tensión, Moncloa ha pedido a los ministros de Unidas Podemos que dejen de filtrar a la prensa los conflictos internos con fines partidistas. Sánchez teme que todo responda a una estrategia de la formación morada para marcar perfil en las medidas sociales de cara a sus electores. Y ha dicho basta.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la publicación en varios medios del descontento de Podemos con el ministerio de Transición Ecológica por querer frenar la prohibición de los cortes de luz, agua y gas. La formación de Pablo Iglesias acusa al departamento de Teresa Ribera de haber roto el consenso en torno a este tema.
El ministerio anunció su intención de prohibir los cortes de suministro durante cuatro meses, algo que a Podemos le parece insuficiente. Y aunque Sánchez ya había llamado a la calma tras lo sucedido con el salario mínimo, el sector de Podemos no dudó en reprender públicamente a Teresa Ribera por entender que contradice los pactos de Gobierno.
Pura estrategia electoral
Existe entre ellos la sensación de que el PSOE margina a los ministros de Podemos en las cuestiones importantes y que en muchas otras, sobre todo las medidas sociales, tratan de impedir que se conviertan en realidad. Por eso consideran justificado airear ciertas cuestiones como presión para llevar los compromisos a la práctica.
El sector de Podemos tiene grabado en la memoria el conflicto sobre la prohibición de los desahucios, una medida que una parte del Gobierno quería frenar y que Iglesias y los suyos lograron sacar adelante tras presentar una enmienda a los presupuestos con ERC y Bildu. En Podemos tienen claro que sin esa medida de presión, no habría salido adelante.
La estrategia de la confrontación pública va acompañada de un discurso en defensa de la nueva cultura de coalición en España. El propio Pablo Iglesias habló de ello hace unos días, poniendo en valor la pluralidad y la capacidad de disentir en el seno del Gobierno.
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En cambio, en el sector socialista la sensación es que Podemos se está desangrando en las encuestas y necesita llamar la atención constantemente. Esto lleva a una excesiva exposición mediática que traslada la imagen de un Gobierno débil y dividido, y da armas a la oposición.
La portavoz carga contra Podemos
Pedro Sánchez ya llamó la atención sobre el riesgo de fractura hace unas semanas, cuando el enfrentamiento entre los dos sectores del Gobierno fue a más. El presidente pidió a Pablo Iglesias no airear los trapos sucios en público y se comprometió a intensificar el diálogo entre ambas partes para consensuar las medidas.
Ahora, Sánchez lanza un último aviso a Iglesias para que abandone esta estrategia. Fue la propia portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, quien reprobó públicamente a Podemos tras sus críticas a Teresa Ribera: «Lo lógico y lo normal es que el debate se desarrolle dentro del Consejo de Ministros y que después podamos comunicar la decisión que adoptamos».
Además, Montero lanzó un dardo envenenado al sector de Pablo Iglesias: «Así es como solemos hacer las cosas». En el PSOE critican que Iglesias utilice a los ministros para presionar a Pedro Sánchez, como hizo con Nadia Calviño, Margarita Robles y, ahora Teresa Ribera. Su intención no es otras, dicen, que transmitir la idea de que sin Podemos en el Gobierno los socialistas no harían gran cosa.
Pedro Sánchez confía en que la aprobación de los presupuestos introduzca una nueva etapa de tranquilidad en el Gobierno. La estabilidad pasa por el cambio de actitud de los ministros de Unidas Podemos. Pero la impaciencia de Pablo Iglesias por sacar rédito de sus vicepresidencia y los cuatro ministerios morados amenaza con fracturar definitivamente.