Se acerca el final del túnel para algunos de los territorios castigados por la pandemia, así se lo plantea el Consejo de Gobierno que se celebrará este jueves y al que muchas comunidades ya miran bajo lupa. Tenerife es uno de los territorios que se prepara para vivir sin toque de queda, y es que sus indicadores epidemiológicos se encuentran en un umbral de riesgo mínimo.
También las informaciones vinculadas a los niveles de incidencia acumulada se mantienen en los límites más bajos, por lo que un pequeño descenso de los afectados bastaría para levantar las restricciones. Todo ello depende de lo que suceda en las próximas jornadas, ya que la decisión se tomará este jueves en el comité del Ejecutivo. Desde la delegación de sanidad en el territorio si se apuesta por un paso al nivel 1 de alerta si la tendencia continúa en esta dinámica.
En caso de que suceda los habitantes de Tenerife podrán pasear por la noche sin limitaciones y reunirse en grupos de más de 10 personas. Se abrirán bares y restaurantes hasta la 1 de la mañana, el transporte público estará disponible para su libre uso y las actividades deportivas situarán su límite en el de las actividades colectivas.
«Estamos mejorando con respecto a la pandemia»
Así lo ha comunicado el presidente del Gobierno canario a 'EFE', quien también se mostró positivo conforme a la reunión del gobierno, en una intervención que denotaba el positivismo de una mejora de la situación. Por el momento los datos así lo indican, con siete días consecutivos en los que la incidencia acumulada de la isla se ha reducido hasta en cuatro veces, de los 136,6 casos por cada 100.000 habitantes a los apenas 28,1.
El porcentaje de PCRs y tests serológicos que han resultado como positivos marcan solamente un 4%, cuando hace una semana la cuantía era del 12 por ciento. La notificación de nuevos casos prácticamente no alcanza el centenar y hay cuatro municipios que no tienen ni rastro de Covid, con 12 cuya cuantía no llega a los diez.
Esta situación contrasta con la que se vivía en la isla desde septiembre hasta mediados de diciembre, cuando Tenerife permaneció tres meses sin poder reducir la tasa de contagios. Los brotes tuvieron lugar en su mayor parte en reuniones familiares, en las que la ciudadanía no respecto las normas restrictivas y las recomendaciones sanitarias.
A finales del primer mes del otoño, los indicadores sobrepasaban todo umbral establecido por la delegación sanitaria, y se procedió a implantar medidas restrictivas, una tras otra. Desde finales de septiembre los tinerfeños se vieron obligados a echar el cierre a la mayoría de los comercios de la hostelería, limitar las reuniones a 10 personas y posponer bodas, bautizos y comuniones.
«Teníamos brotes de baja magnitud» apuntaba Eva Álvarez, coordinadora de Covid en la Dirección General de Salud Pública del Gobierno Canario. Ya que la mayoría de los mismos se producían en el ámbito familiar, una tendencia que cambió en su expansión a los geriátricos y reuniones públicas.
La lucha contra la pandemia
La etapa más crítica se vivió a partir del 17 de noviembre, etapa en la que la pandemia se desbordó en la isla y ante la que el gobierno decidió echar el cierre a la mayoría de las actividades. Solo se permitieron reuniones de convivientes y el toque de queda se situó en las 22 horas de la noche.
Desde el equipo autonómico se señala la efectividad de las acciones tomadas, y explica que muchos estudios avalan el toque de queda y la limitación de la reunión. La responsable advierte que estas medidas se realizan con carácter puntual y que si todo va bien, no se llegará a los mismos niveles de contagio sufridos hasta la fecha.