Gente caminando por la Calle Preciados de Madrid

'Cuando se acabe la pandemia, vamos a gastar mucho dinero, pero no todos'

El patógeno ha supuesto un cambio completo en la mayoría de hábitos diarios

La pandemia ha supuesto una serie de cambios a nivel social  que se iniciaron prácticamente hace un año. Los hábitos han mudado y aquellas cosas que prácticamente eran de ciencia ficción hoy forman parte de la cotidianeidad. Pero no todo es negativo en este escenario, de hecho cada día se da un paso hacia adelante con los planes de vacunación activos a nivel global. 

Una serie de expertos han querido mostrar su opinión sobre como será la vuelta a la tan ansiada normalidad. Y aunque el pronóstico es positivo, lo cierto es que muchos de los hábitos adquiridos están aquí para quedarse. A pesar de este cambio, se señala como actor fundamental la incorporación de medios tecnológicos para mantener una coordinación como ciudadanía.

Son cuatro los pilares sobre los que se apoyan estos especialistas, siendo el primero de ellos la salud física. Es uno de los principales problemas de la llegada con la pandemia, el patógeno, que afecta directamente al organismo también «ha motivado a la gente a ser más sana» según detalla el director ejecutivo de 'MindBody', Josh McCarter.

Este hecho supone un elemento fundamental que ha visto en los dispositivos electrónicos un aliado. El Covid ha causado el cierre de las instalaciones deportivas, y por ello muchos ciudadanos han convertido su casa en un auténtico gimnasio en el que poder realizar actividades aeróbicas. Según una encuesta de 'Sport England' un 62% de la población encuestada ha declarado que se encuentra más activo que nunca a nivel corporal.

Salud mental y trabajo

Si bien es cierto que conservar el cuerpo en condiciones físicas positivas es importante, también lo es mantener una salud mental que vaya en consonancia. Sobre todo con la meya que generan los confinamientos en las actividades al aire libre, por estas circunstancias son muchos los casos de ansiedad y depresión que han surgido durante este periodo.

Muchas clínicas han optado por trasladar sus consultas al formato online, de hecho un estudio de la Universidad de Delaware afirma que son igual de efectivas que el formato presencial, y que por ello el añadido de accesibilidad las convierte en más convenientes. En este supuesto, el documento señala el repunte de casos de enfermedades mentales ocasionados durante la pandemia.

La accesibilidad tecnológica también ha sido determinante a la hora de desempeñar la actividad laboral, de hecho la reunión de 'Zoom' casi esporádica es ahora una obligatoriedad. 

Como respuesta a esta problemática, una de las acciones principales del Ejecutivo fue solicitar a las empresas que habilitaran el teletrabajo. Según la directora del Centro de Innovación Tecnológico Brookings Institution, Nicol Turner Lee, este cambio laboral tiene puntos a favor y en contra.

“La necesidad de tener acceso a la red para poder trabajar acentúa las desigualdades sociales en aquellos lugares donde no hay disponibilidad de Internet o minimiza las posibilidades de las personas más mayores” ha comentado en una entrevista.

El tiempo libre

La conducta que más se ha visto modificada y que condiciona todas las formas de ocio como se conocían. Está estrechamente vinculada con el teletrabajo porque normalmente todo el tiempo vital se realiza en el mismo espacio.

Nicholar Christakis, médicod e la Universidad de Yale, ha mencionado que una vez termina la pandemia todo será similar a los «felices años 20». «Habrá un auge en el intento de buscar interacciones sociales en discotecas, restaurantes, eventos deportivos, ideologías políticas. La gente gastará mucho dinero», ha pronosticado.

Aunque el pronóstico del especialista es positivo, no todo el mundo podrá vivir este gran sol prometido. Ya que, el aumento del paro o las diferencias económicas entre sectores sociales ocasionará que «los barrios pobres serán más pobres que nunca y, para más inri, les resultará más difícil volver a recuperar un puesto de trabajo», ha comentado la profesora Universidad de McGil, Amélie Quesnel-Vallée.