El pasado sábado 8 de agosto, Paqui (22 años) y Francisco (23 años), vivieron el día más triste de sus vidas: enterraron a su hijo Hugo, de sólo tres meses, en la localidad almeriense de Huércal Overa. El bebé nació el 24 de abril, en pleno confinamiento, y murió tras 43 días ingresado en el hospital. Sus padres piden ahora que paguen los responsables.
Así lo ha anunciado Paqui, la madre del bebé rota por el dolor que ha sacado fuerzas para confirmar a los medios que «vamos a emprender acciones legales para que se depuren responsabilidades» por los que consideran una negligencia.
La suerte de esta pareja se truncó el viernes 26 de junio, cuando su pequeños de apenas unas semanas empezó a tener fiebre tras recibir tres vacunas en el Centro de Salud de Puerto Lumbreras (Murcia). La salud del bebé fue empeorando y los padres tuvieron que llamar hasta 24 veces para hablar con el servicio de pediatría.
La pediatra ni siquiera visitó al niño: la conversación duró un minuto y le recetó Apiretal cada ocho horas y baños con agua tibia. Horas después ingresó en estado crítico en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. Le diagnosticaron meningitis bacteriana y murió el 7 de agosto por parada cardiorespiratoria.
Ahora el abogado Alfredo Najas de la Cruz, defensor de la familia, intentará esclarecer si las vacunas, la leche en polvo o el agua fueron los detonantes de la fiebre, y si hubo negligencia médica por parte del servicio de pediatría del Centro de Puerto Lumbreras por la demora en la atención y la prescripción médica sin visita.
La madre del pequeño Hugo habla de un infierno, el que vivieron estos padres durante 43 días en el hospital: «No perdíamos la esperanza de que su pronóstico mejorase». Sin embargo no fue así, y «en los últimos días mi hijo estaba muy sedado y yo era consciente de que llegaba su final. El miércoles los médicos pensaban que no pasaría de esa noche, y aguantó hasta el viernes. Peleó hasta el final».
Según explica ella misma, durante las últimas horas se tumbaron junto a Hugo y le hablaron hasta que dejó de respirar. Le dijeron que jugara en el cielo, que lo querían mucho, y poco tiempo después lo enterraron con un osito y una bufanda del Atlético de Madrid.
Sin pediatría en su pueblo
En la opinión de los padres, en la Consejería de Salud de Murcia «no son conscientes de lo que ha ocurrido. En todo momento hicimos lo que nos dijo el servicio de pediatría, y se supone que ellos son los que saben lo que hay que hacer. Si volviera a hablar con la pediatra le diría que me tuvo que haber citado a su consulta desde el primer momento».
Su madre tiene claro que la clave de toda esta historia son las vacunas y la tardanza en la atención del servicio de pediatría: «Es una vergüenza total y una dejadez por parte de las autoridades sanitarias. Están mostrando una absoluta despreocupación».
Paqui también cree que es un disparate que las familias que residen en Almendricos, como ellos, tengan que hacer quince minutos en carretera para que les atiendan en Puerto Lumbreras, ya que el servicio de pediatría en su localidad fue suprimido en abril por parte de la Consejería: «Esto les tendría que pasar a ellos».
Agradecen a los vecinos que se querían concentrar para pedir el regreso del servicio de pediatría en Almendricos, y anuncia acciones legales: «Esto no es una cuestión de dinero ni de una indemnización. Solo esperamos saber qué es lo que se ha hecho mal con Hugo y que el que sea responsable, lo pague».