Las vidas de Isidro Molina y Rosa Sánchez se detuvieron el 2 de julio de 2015. Aquel día su hijo Paco salió de casa pasadas las 7 de la tarde, y nunca más volvió a aparecer. Tenía 16 años, y seis años después su desaparición en Córdoba sigue siendo un gran misterio.
Durante todos estos años lo han buscado en una decena de países, pero todas las pistas han conducido a un callejón sin salida. Nadie sabe nada de lo que le ocurrió. Y mientras, sus padres siguen aguardando esa llamada que aporte algo de luz al caso.
El día que desapareció, Paco salió de casa para tomarse un refresco. Por la noche mandó un mensaje de WhatsApp a su padre: «Voy a dormir fuera». Después se despidió de sus amigos, sin dar más explicaciones: «He quedado con un colega del bar del centro, no lo conoces».
Paco no volvió a aparecer y sus familiares denunciaron la desaparición. Los investigadores empezaron a reconstruir los últimos meses de su vida. El menor estaba involucrado en grupos de extrema derecha, y eso podría haber desencadenado el fatal desenlace.
Tras muchos meses de pistas falsas, la policía tenía por fin un hilo del que tirar. Esto les llevó hasta dos varones de mediana edad vinculados con los ultras del fútbol en Córdoba. La principal hipótesis es que se marchó obligado por alguien.
La penúltima persona que lo vio
La penúltima persona que lo vio con vida habló hace poco en televisión, entrevistado por Jordi Évole. David Saavedra (seudónimo de este sujeto) contó su pasado neonazi y cómo consiguió salir de eso. Él podría saber algo que ayudase a resolver el caso.
Por eso Isidro y Rosa vieron la entrevista con mucha atención, esperando que desvelara algo sobre el paradero de su hijo. Pero tras media hora hablando, no aportó ni una sola pista. Dice que fue a correr con él el día anterior, y que iban a verse el fin de semana.
David es militar y la noche de la desaparición tenía guardia en el cuartel de Cerro Muriano. Isidro se enteró después que ese hombre era neonazi, como la mayoría de los amigos de su hijo. La policía interrogó a David hasta en dos ocasiones después de la desaparición.
Tampoco su testimonio ha ayudado a esclarecer el misterio. Isidro ha llamado a miles de puertas y ha conseguido hablar con David, pero ninguna pista le ha acercado a la verdad. «No tengo ni idea de lo que ha pasado, es el caso más desconcertante que he investigado», asegura el subinspector Carlos Segarra.
Este experto lleva 25 años persiguiendo asesinos y buscando desaparecidos. Lleva seis años siguiendo varias líneas de investigación. Tras investigar a personas del entorno del joven, ha conseguido reducir la lista a dos sospechosos.
Fascinado con el ámbito militar
Tanto los padres como los investigadores tienen claro que la desaparición de Paco está relacionada con el mundo de los ultras. El joven soñaba con ser soldado, estaba fascinado por la historia política, y se interesaba por todo lo que tiene que ver con el ámbito militar.
Pero hasta ahora, todas las pistas relacionadas con ese entorno han llevado a un punto muerto. Después de desaparecer, un testigo aseguró haberlo visto en la estación de autobuses de Córdoba, en un autocar que iba hacia Madrid. Parecía una pista fiable.
Pero las imágenes de seguridad de la estación eran deficientes y no permitieron ver nada relevante. Tampoco solicitaron las de entrada y salida de la estación, y se destruyeron. La investigación arrancó marcada por los errores y las elucubraciones.
A lo largo de estos años ha habido miles de datos e informaciones sobre el paradero de Paco. Lo han buscado en España, pero también en Francia, Alemania, Ucrania, Rusia, Colombia, Bélgica, Rumanía e Irak. Hay más de 200 avisos asegurando haberlo visto.
Su familia nunca se ha rendido y ha conseguido que su fotografía llegara a todo el mundo. La Interpol lo tiene en la página de desaparecidos, con su fotografía y sus datos. Su caso se ha cerrado hasta en tres ocasiones, pero siempre hay nuevas pistas que vuelven a abrirlo y su madre no pierde la esperanza.