Cuando se localizó el cadáver carbonizado de Manuel M., tanto los Bomberos como los medios de comunicación dieron por seguro que había sido víctima de un incendio. Finalmente, pero el trabajo forense concluyó que había fallecido a causa de varias heridas de arma blanca. Las investigaciones confirmaron que su hijo lo había matado.
El día clave para resolver el crimen fue el 8 de junio del 2019. Ese día Ismael fue detenido y enviado a prisión tras confesar el asesinato de su padre: «Hoy no he visto otra solución. He cogido un cuchillo y lo he clavado a mi padre por detrás». El caso parecía cerrado, pero una nueva pista llevó posteriormente las pesquisas a considerar la posible participación de una tercera persona, tal como consta en el sumario judicial que ha revelado 'La Vanguardia'.
Y aquí es donde entra, Alba la mejor amiga del joven. Ella habría sido quién lo convenció para que matara a su padre aprovechándose de «la debilidad psicológica de Ismael para provocar una situación que desencadenó la muerte criminal de Manuel M.». El juez la envió a prisión, investigada por delitos de estafa, extorsión e inducción al asesinato. Meses después, pero fue puesta en libertad con cargos por la Audiencia de Barcelona.
Los Mossos sospecharon de la participación de otra persona en el crimen tras detectar el comportamiento extraño que presentaba Ismael en los últimos meses. El joven, de 20 años, se distanció de sus amigos y los bloqueó en las redes sociales para hablar solo con su amiga Alba.
Además, decía tener una novia que se decía Julia, con quien, supuestamente, mantenía una relación a distancia por Internet. Se empezó a creer que tenía dos hijos gemelos con una mujer que nunca había visto. Ella, de hecho, llegó a mandarle una foto de la ecografía. El problema es que no se complicó mucho buscándola, ya que era la primera fotografía que se encuentra buscando en Google.
Todo se acabó destapando: Julia era Alba, su mejor amiga. Los números de teléfono con los que llamaba a Ismael revelaron la verdad a la policía. La joven también le hizo creer que pertenecía a un grupo secreto de los Mossos de Esquadra y lo incitó a integrarse, pero en realidad ella trabajaba en un supermercado de Calafell, en Tarragona.
Pese a ello, Ismael no tuvo problema en abandonar los estudios de informática y se dedicó a hacer vigilancias. La joven le pidió 3.000 euros, que él, a su vez, pidió a sus padres, para pagar el supuesto curso inventado de los Mossos. Los investigadores descubrieron que el dinero acabó en manos de la joven y que se los gastó en hoteles de Sitges con su novio.
El joven fingió el secuestro de su hermana
Desde septiembre del 2018 hasta junio del 2019, mes en el que se produjo el asesinato, Ismael estuvo convencido de que trabajaba para los Mossos. Una tarde simuló el secuestro de su hermana con Alba y su exnovio. La sorprendieron por detrás y, después de un primer intento de meterla en el maletero, le cubrieron el rostro con una capucha. Se inventaron que estaba en el punto de mira de una mafia y que todo era por su seguridad
Alba convenció a Ismael de que su padre pertenecía a un grupo mafioso y que le había robado dinero a unos enemigos. Si no lo mataba, la mafia iría por ellos, le advirtió. El día del crimen, el joven entró en su casa a mediodía.
Había pasado la noche durmiendo en la azotea donde se supone que estaba vigilando. Antes de matar a su padre, Ismael llamó al amanecer para preguntarle cómo tenía que hacerlo. «Quémalo», le dijo. El joven le asestó varias puñaladas a su padre mientras dormía y después roció el piso con productos de limpieza para intentar eliminar las pruebas sin exito.
Cuando fue detenida como inductora del asesinato, Alba desmintió haber incitado a su amigo a acabar con la vida de su padre y acusó exclusivamente una antigua pareja. Admitió, eso sí, haberse inventado ser la novia virtual y que fuera parte del grupo secreto de los Mossos. «No sabía como pararlo», aseguró.