En un año atípico hasta la Lotería de Navidad se realizará en condiciones poco comunes para los encargados de brindar suerte a las casas de los españoles. Los niños de San Ildefonso han desfilado por un Teatro Real de Madrid vacío, falto del calor humano que suele acompañar las butacas llenas de ilusión, y esperando tener una pizca de suerte.
En esta ocasión los más jóvenes del colegio madrileño han visto mermada su participación en la festividad, ya que se ha reducido de manera notoria la cuantía de colegiales. Además, se han sometido a una prueba de antígenos, para confirmar que efectivamente no están afectados por coronavirus.
A pesar del nuevo protocolo que ocupa a los encargados de brindar suerte a salones de toda España una situación fuera de lo común, las directrices han sido barajadas por expertos en la materia. La entidad organizadora del evento así lo hizo saber a medida que se acercaba la fecha de celebración.
Sin mascarilla solo para cantar
Sin duda la acción que más ha sorprendido a los televidentes por el momento es el punto de éxtasis para muy pocos y de momentánea ilusión para otros muchos. Los niños de San Ildefonso solo podrán sacarse la mascarilla para cantar los premios y sus correspondientes números. Mientras lo hacen, deben mantener en todo momento una distancia de seguridad de al menos dos metros, para asegurar las medidas sanitarias establecidas.
En el momento que la tabla se llena y salen los números premiados, los jóvenes vuelven a colocarse las mascarillas y ceden su lugar a los siguientes.
Los más pequeños no son los únicos que han visto alterada su actividad durante el sorteo. Aquellos miembros de la Sociedad Estatal de Apuestas y Loterías del Estado, SELAE, que se encuentran de forma presencial para validar la autenticidad de la prueba cuentan con una mampara de seguridad.
La mesa presidencial tampoco se libra de las medidas preventivas, y en esta ocasión serán cuatro las personas presentes, en vez de los cinco que la ocupaban todos los años. Si bien este tipo de medidas no son determinantes en el desarrollo del evento, si suponen un cambio protocolario como nunca se había presenciado en una festividad que tiene más de 200 años de historia.
Un plan sin fisuras
Teatro Real, la Residencia de San Ildefonso, así como Loterías y Apuestas del Estado han trabajado en la adecuación de un plan que no comprometiera la salud de la capital con el fin de asegurar el bienestar de niños y niñas.
Solo miembros de los medios de comunicación —que han visto reducida su presencia en un 50%— y técnicos que hacen posible la retransmisión del evento han sido los afortunados de acompañar a la suerte. El protocolo ha dejado fuera a los habituales disfraces, aquellos que llegaban con las horas de sueño justas o los que no habían terminado de acostarse.
Otra de las acciones que ha variado con respecto a otros años es el proceso de higienización de las mesas cuando finaliza cada una de las tablas. Miembros del equipo de limpieza se acercan a los escritorios sobre los que rocían gel hidroalcóholico, con el fin de desinfectar la zona y garantizar la seguridad de todos los presentes.
Sin duda este sorteo no será recordado por ser el más común de los que han celebrado, pero mientras que se consiga mantener la ilusión y la felicidad en los hogares españoles; cualquier medida llevada a cabo habrá valido la pena. Con algo de buena fortuna, el siguiente año volverá a recordarnos que las tradiciones mantienen hechos inalterables que solamente así consiguen la verdadera unicidad.