El sueño de un niño de 12 años de defender la camiseta del Valencia CF en un torneo internacional casi acaba en tragedia. Sucedió la última semana de agosto del año pasado, en Egipto, cuando este integrante de las categorías inferiores del club valenciano acabó en la UCI y estuvo a punto de fallecer. Ahora, la Audiencia Nacional investiga a miembros del club por un posible delito de lesiones por imprudencia grave.
La justicia ha abierto diligencias contra el director de la academia del club, el entrenador del equipo de infantiles y otros miembros del área técnica. Los padres del niño presentaron una querella después de que tuviera que ser intervenido de urgencia en el Hospital la Fe, con «riesgo de muerte». El club, por su parte, alega que ofrecieron a la familia todas las alternativas posibles.
Según publica El Confidencial, el menor viajó a Egipto para participar en la Zed Clubs Cup, un torneo internacional de clubes. El padre autorizó la salida de su hijo mediante un papel firmado y entregado a la comisaría de la Policía Nacional en Quart de Poblet. En el documento, los padres dejan la responsabilidad en manos del preparador físico, Carles Romero, que ahora está denunciado.
Los padres viajaron por separado y se alojaron en un hotel distinto, como marcan las normas internas del club. Cuatro días después de salir, su hijo les mandó un mensaje de Whatsapp: está enfermo con vómitos, diarrea y un fuerte dolor abdominal. Según dice en la querella, los responsables del equipo le dieron Ibuprofeno y Primperán, y se quedó en el hotel sin que sus padres pudieran verle a pesar de haberlo pedido expresamente.
En el entrenamiento justo antes del torneo, el niño no podía tenerse en pie y acabó en el banquillo tumbado. Fue entonces cuando sus padres, alarmados por la situación, se presentaron al hotel: «Contactamos con el señor De los Santos (médicos del Valencia) y Castro para trasladarles nuestra preocupación, pero nos indican que no nos preocupemos, que está bajo el cuidado de Amparo Banacloy, administrativa del club».
Crece la preocupación y la tensión
Esa misma noche, Romero les pide que lleven suero porque ellos no tienen. «Vamos directamente a la habitación», relatan los padres en la querella, «y nos lo encontramos solo, acostado en la cama en calzoncillos con mucho frío, destapado y con el aire puesto a toda marcha. Su ropa estaba tirada en el suelo junto con toallas, botellas de agua, y en el cuarto de baño había calzoncillo de él sucios por la diarrea».
Los padres relatan que estaba con ojeras, había perdido peso y seguía con diarreas y nada de fuerzas. En esa situación, pidieron a los responsables llevarle a un hospital, pero estos quitaron gravedad al asunto diciendo que era «una simple diarrea que con tres días se pasa». Según el relato de los padres, al día siguiente y viendo que la situación no cambiaba y los responsables insisten en no llevarle al médico, se inicia una tensa discusión que acaba con los responsables del club echándoles del hotel.
«La señora Amparo Banacloy empieza a recriminarnos nuestra actitud acusándonos de estar exagerando, que solo tiene una diarrea y que el ATS lo tiene todo bajo control», dice en la querella. Finalmente, la expedición regresa el 31 de agosto y llegan a Valencia la madrugada del día 1. Cuando sus padres le vieron aparecer en el aeropuerto, «va literalmente sostenido por el señor De los Santos con un aspecto cadavérico». Entonces, su padre lo cogió en brazos y lo llevó corriendo al hospital, mientras su madre se encaraba con el enfermero del club.
Se confirman los peores pronósticos
En una primera exploración se confirman los peores pronósticos: el niño está en estado crítico, con deshidratación grave y una insuficiencia renal. A las 5 de la mañana lo trasladan al Hospital La Fe, pero la situación es muy preocupante: los bajos niveles de sodio hacen temer un daño cerebral, una parada cardíaca e incluso un fallo multiorgánico que le lleve a la muerte. Entonces empiezan a hidratarlo, aunque es posible que el cuerpo no lo acepte. Los médicos informan a los padres que las próximas 24 serán cruciales.
Finalmente, los médicos deciden operar al chico y al día siguiente confirman que ha habido perforación del duodeno por consumo de Ibuprofeno en grandes cantidades. Tras dos días en la UCI, el menor empezó a mejorar aunque pasó 14 días más ingresado. Un médico del Valencia se acercó durante aquellos días para interesarse por la salud del niño, pero fue expulsado por los padres.
Ahora, el caso se encuentra en manos de la justicia, pero la querella deja claro que «la perforación del duodeno se produjo como consecuencia de una grave actuación de los denunciados». Desde el club reconocen que la situación no fue la más agradable para el chaval ni para los padres, pero defienden que hicieron lo que tenían que hacer y que se ofrecieron todas las alternativas a la familia para la mejor atención al chico.