La vida de la ovetense Marta Fernández dio un vuelco un día de marzo de 2018, cuando el médico le dio el peor de los pronósticos: “Osteosarcoma parostal”. Le faltaba poco para cumplir los 20 años cuando le comunicaron que tenía cáncer. El pasado sábado, tres años después, murió rodeada de los suyos.
El suyo ha sido un camino de sufrimiento, pero también de optimismo y esperanza. Lejos de dejarse doblegar, Marta decidió afrontar el cáncer con una fe inquebrantable. Antes de morir dio un ejemplo de entereza y dejó un mensaje muy importante para todos.
“Nunca tendremos un control absoluto sobre nuestras situaciones. Bailas y te dejas llevar, te dejas hacer y ya está. Baila y déjate de todas esas tonterías que no son importantes”. Es la lección de Marta Fernández Serrano, fallecida de cáncer a los 23 años.
'Baila, y déjate de historias'
Marta padecía un agresivo cáncer de huesos que la llevó a una situación terminal. A pesar del mal pronóstico, nunca se vino abajo y apareció ante las cámaras para dar esta lección de vida: “Baila y déjate de historias”. Las imágenes han corrido por las redes sociales tras conocerse la noticia de su fallecimiento.
Es el homenaje póstumo a una luchadora que tuvo en la fe el motor de su combate. Marta formaba parte de la organización de jóvenes cristianos Hakuna, desde la cual no dejó de mandar su mensaje de esperanza. Cuando alguien se le acercaba compadeciéndola, ella solía responder: “Es la vida, no es para tanto”.
Marta decidió resistir el dolor de su enfermedad con entereza, pero nunca permitió que ese dolor llegara a los demás. “Siempre fue especial”, afirma su hermano Ignacio, “nunca perdió el ánimo”. Por eso, durante estos tres años, ha sido un ejemplo para muchas personas que han compartido con ella el camino de la enfermedad.
Mucho dolor y varias operaciones
Dicen de ella que era una chica corriente, pero que hacía de lo corriente algo extraordinario. Por eso contagiaba su entusiasmo a sus compañeros de la congregación, a sus amigos y familiares. Era la mayor de cuatro hermanos, y aunque su pérdida ha sido un golpe duro para todos, los suyos aseguran estar en paz.
Marta estudió en el colegio Meres y el Peñamayor, y estaba estudiando Economía bilingüe en Pamplona cuando le diagnosticaron cáncer. El primer tratamiento fue tan bien que pudo volver a las clases, pero la enfermedad volvió. Y lo hizo con tanta fuerza que se convirtió en una metástasis letal.
Durante estos últimos meses Marta sufrió unos profundos dolores debido a los tumores, y fue intervenida en varias ocasiones. Pero eso tampoco fue un obstáculo para seguir adelante con sus sueños. Este año tenía programado un viaje a Roma con la congregación religiosa, y decidió mandarle una carta al Papa Francisco.
No era la primera vez, ya que el 4 de mayo de 2013, cuando tenía 15 años, coincidió con él en la Ciudad Santa. Años después, desde el hospital, recibió una llamada del Vaticano para ofrecerle una audiencia con el Papa. Se reunieron un miércoles, 24 horas después de una operación de urgencia.
'Reza por mí, y yo lo haré por ti'
“Reza por mí, y yo rezaré por ti”, es lo que le dijo el Papa Francisco a Marta después de recibir como regalo una Virgen de Hakuna. Desde la asociación aseguran que “esa visita fue un empujón para ella, le ayudó mucho a seguir fuerte”. Efectivamente, en sus últimos meses de vida estuvo más activa que nunca.
Se trasladó a vivir a una casa de la organización en Madrid y compaginó su participación en los proyectos con la difusión de su mensaje inspirador. El domingo celebraron una misa y una fiesta en su honor en el convento de Cifuentes, propiedad de la asociación religiosa. En el funeral participaron nueve curas, un sacerdote y el presidente fundador de Hakuna.
La basílica de San Juan el Real se quedó pequeña para despedir a una joven que sembró amor allí por donde pasó. El cura que ofició la misa asegura que nunca ha presenciado un funeral tan emocionante. Sus compañeros inundaron la catedral de canciones de despedida.
Amante de la comida y los toros
Marta pasó sus últimas semanas en el HUCA, acompañada de sus allegados. Muchos de sus amigos la arroparon en sus últimos momentos, así como sus hermanos. “Nunca he visto nada como la fe de mi hermana”, dijo su hermano Ignacio”. Ahora sufren el dolor de la pérdida, pero “tenemos una paz brutal, sabemos que está en el cielo”.
Marta era “familiar, coqueta, trabajadora, responsable, tenaz, cabezota y detallista”, dicen de ella en El Comercio. Le gustaba la buena comida, sobre todo la asturiana, y era una gran aficionada a los toros. Fue fundadora del club taurino de la Universidad de Navarra, y no dejó de ir a los festejos durante su enfermedad.
El fin de semana se despidieron de ella sus amigos y sus compañeros. También sus padres, Marta y Chebo, y sus hermanos, Nacho, Carlos y Juan. Se va la persona pero queda su alegría, dicen, y se consuelan con el mensaje que ella misma les dio: “Baila, y déjate de historias”.
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