Lucas González, futbolista argentino de 17 años, ha muerto en circunstancias extrañas a la salida de un entrenamiento. Iba acompañado por otros jóvenes cuando fue tiroteado por la policía. Los agentes aseguran que se dieron a la fuga, pero amigos y familiares del chico denuncian un caso de abuso policial.
Todo sucedió ayer por la mañana, cuando Lucas se encontraba en el coche junto con otros compañeros del Barracas Central. Salían de un entrenamiento y un coche patrulla de camuflaje les dio el alto. Se inició entonces una persecución que acabó con un disparo en la cabeza del joven futbolista.
Lucas fue trasladado al hospital, donde entró en situación de muerte cerebral y falleció horas después. El caso quedó en manos del juzgado de menores, que investiga el proceder de los agentes. La hipótesis inicial es que dispararon sin ser provocados, y luego mintieron al informar de las circunstancias del suceso.
Un caso de 'gatillo fácil'
Las primeras evidencias avalan la versión de la madre de Lucas: “Es un caso de gatillo fácil, porque no pueden sacar un arma y dispararles a unos chicos”. Cintia cree que “tiraron a matarlo”, y por eso pide responsabilidades al cuerpo de policía. Los tres agentes implicados ya han sido apartados, como medida cautelar.
Familiares y amigos de Lucas se mantuvieron aferrados a la posibilidad de un milagro que finalmente no llegó. El joven futbolista estuvo con ventilación mecánica y grave daño neuronal durante algunas horas. En estos momentos no hay ningún detenido, y los tres adolescentes que acompañaban al futbolista han sido llamados a declarar.
La investigación se centra ahora en la actuación de los oficiales Fabián (43 años), José (36 años) y Gabriel (40 años). Formaban parte de la brigada de patrulla policial del distrito de Barracas, localidad donde jugaba el futbolista Lucas. La versión de los agentes se contradice totalmente con la de la familia.
La versión de la policía
Según han declarado los policías investigadores, los jóvenes se negaron a identificarse y se dieron a la fuga. También según su versión, en el coche encontraron una réplica de un arma de fuego. Dicen que dispararon al encontrarse en una situación de extremo peligro.
Pero los agentes no cuentan ni con el respaldo del ministerio de Justicia y Seguridad, ni con el de la jefatura de policía. “Hubo una mala actuación del personal policial”, admite el jefe policial, Gabriel Berard. El cuerpo policial no pondrá ningún abogado al servicio de los agentes, que ya han sido apartados de sus funciones.
La versión de la familia
Lucas González fichó hace un año por el Barracas Central, un club dirigido por el presidente de la federación argentina de fútbol (AFA), Claudio Tapia. El día de los hechos iba en el coche con dos amigos a los que había llevado al club a probar. Con ellos iba otro jugador del equipo, al que iban a acercar a su casa.
Según relata el padre del conductor, “habían terminado de entrenar y pararon en una tienda para comprar unos jugos”. En esos momentos, “un coche sin identificación ni luces se les cruzó, mi hijo se asustó porque creía que los iban a robar y se fue”. Fue entonces cuando, según la versión del padre, los agentes abrieron fuego.
“Lucas cayó herido en el regazo de mi hijo, que me llamó por teléfono muy asustado”, dice. Fuentes judiciales dan por buena la versión de que los chicos se asustaron porque creían que les iban a robar. El coche no llevaba el distintivo de la policía, y los agentes iban vestidos de civiles.
El asesinato de Lucas González ha desatado un escándalo político que ha llegado hasta el propio gobierno argentino. El propio presidente de la nación, Alberto Fernández, emitió un comunicado: “Pondremos todos los recursos a disposición para llegar a la verdad y la justicia”. La opinión pública también se ha visto sacudida por el caso.
A punto de disputar el ascenso
Por lo que se sabe hasta ahora, Lucas y tres amigos más salían ayer por la mañana del club Barracas Central. El próximo domingo tenían que disputar la final por el ascenso a la primera división del fútbol argentino. A las 09:30 hora argentina sucedió todo.
Tres policías de paisano, pertenecientes a la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comisaría Vecinal, se cruzaron en su camino. “Dieron la alerta por la presencia de varios jóvenes que, aparentemente, se negaron a ser identificados”, informó la policía.
Durante la persecución, el coche de los agentes chocó con un patrullero de la Policía de la Ciudad. Según su versión, uno de los ocupantes del “vehículo sospechoso” esgrimió un arma de fuego. El conductor del coche llamó a su padre y les dijo que le habían querido robar, y le habían pegado tres tiros a su amigo.
Han requisado las armas
Fuentes policiales confirman que no hubo un enfrentamiento a tiros entre los policías y los jóvenes, y que solo hubo disparos por parte de los oficiales. En el interior del vehículo había un arma, pero se está investigando su procedencia. No descartan que fuera colocada a posteriori para incriminar a los jóvenes.
En el lugar donde fue abatido Lucas no hay cámaras de seguridad, a pesar de ser un sitio muy concurrido. Las armas de los policías fueron requisadas para determinar cuál de ellas produjo la detonación mortal. Además, fuentes policiales confirman que el auto no tenía orden de búsqueda por secuestro.
La muerte de Lucas ha causado una profunda tristeza e indignación en su entorno. Pero los más afectados son los tres compañeros que iban con él. Según su abogada, “son chicos sanos que no tienen ninguna relación con el delito, su situación es traumática”.
VÍDEO DEL DÍA