El doctor Ignacio Domínguez-Gil llevaba tiempo muy enfermo, pero nunca hablaba de ello y mantuvo la sonrisa hasta el final. El traumatólogo asturiano ha muerto a los 68 años en Gijón, la ciudad que le acogió hace tiempo y donde desempeñó su trabajo. Los suyos le recuerdan con un optimismo indestructible.
Su forma de afrontar la enfermedad hasta el final da buena muestra de su carácter siempre vital. En las últimas horas le han recordado como “una gran persona, entrañable, divertido, sociable, amigo de sus amigos”. La noticia ha provocado una gran consternación, sobre todo en su mujer Paloma y sus cinco hermanos.
Al Tanatorio de Cabueñes acudieron sus familiares y también sus compañeros de trabajo y los muchos amigos que cosechó. También había algunos pacientes, con los que siempre fue muy cercano y amenos. Sus restos serán incinerados hoy, y mañana se celebrará una misa funeral en la iglesia de San Julián de Somió.
Un médico comprometido
Ignacio Domínguez-Gil Juliana nació en Oviedo, se crió en Avilés, y vivió durante mucho tiempo en Gijón. Durante décadas estuvo trabajando en el Hospital de Cabueñes y en el Sanatorio Covadonga. También destaca su trabajo como médico en la plaza de toros de El Bibio, como aficionado taurino que era.
Nacho, como le conocían sus allegados, era el tercer hijo de la extensa familia de los Domínguez Gil-Juliana. Se trasladaron de Oviedo a Avilés cuando él tenía apenas 5 años, y allí vivió su infancia y su juventud. Estudió Medicina para honrar la memoria de su padre, un otorrinolaringólogo fallecido a los 46 años.
Su sueño de adolescente era estudiar Ingeniería industrial. Pero a pesar de no ser su vocación inicial, encontró en la Medicina una profesión a la que dedicarse en cuerpo y alma. Pronto descubrió la satisfacción de desempeñar un trabajo con el que ayudar a los demás, y se convirtió en un profesional comprometido.
Enamorado de Avilés
Ignacio se casó con Paloma Muro de Zaro, y a través de ella entró en relación con Ensidesa y el Real Avilés Industrial. Paloma era hija del que fue durante muchos años presidente del Real Avilés, e Ignacio colaboró como médico con la entidad. El traumatólogo estuvo siempre muy vinculado con la ciudad de Avilés.
De hecho, sus ganas de aportar cosas al municipio le llevaron a presentarse como concejal por Alianza Popular. Estuvo en el ayuntamiento durante dos legislaturas, entre 1983 y 1991. Su carrera política finalizó con su dimisión, que presentó junto a su compañero y amigo del alma Raimundo Abando.
Raimundo ha sido precisamente una de las personas que le ha recordado tras su muerte: “un amigo y una grandísima persona”. Visiblemente emocionado, ha recordado a su compañero como “un hombre siempre cooperante, siempre con una palabra agradable, un gran enamorado de Avilés”.
Su andadura política
Durante su etapa política destaca su contribución a la recuperación del Teatro Palacio Valdés y la Escuela de Artes y Oficios. Él y compañeros suyos como Raimundo Abando pusieron siempre el interés de la ciudad por encima de las ideologías. Hoy recuerdan también su faceta como político.
Ignacio Domínguez-Gil entró como concejal en el segundo equipo de gobierno en 1983, en unos momentos especialmente tensos. Se enfrentó tanto al PSOE, que entonces tenía un poder indiscutible en la localidad, pero también a la derecha más conservadora. En esa etapa cosechó muchas decepciones.
Un escándalo urbanístico motivó la dimisión de Domínguez-Gil junto a su compañero Abando. Eso supuso su retirada de la política hasta la llegada, años después, del proyecto Foro que encabezó Francisco Álvarez-Cascos. Luego se fue a vivir a Gijón, donde se centró más en la medicina y a su familia.
Recuerdo de sus compañeros
Han sido muchas las personas que han recordado la trayectoria de este doctor, que dejó amigos allí por donde pasó. Entre ellos está la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, que en aquellos años era una jovencísima concejala. “Le tengo mucho cariño a Paloma, su mujer, y creo que él era una gran persona”, ha dicho.
También ha tenido un recuerdo para él Santiago Rodríguez Vera, que compartió buena parte de su andadura política. Rodríguez destacó “su sentido político y el significado que tenía para él la figura del concejal”. Asimismo ha destacado su capacidad para hablar en público y su actitud siempre abierta.