Llamativa muerte por Covid-19 de una enfermera de 34 años que ya había pasado la enfermedad y además había sido vacunada. La muerte se ha producido en Buenos Aires, en Argentina, y los expertos creen que es un caso que abre muchos interrogantes sobre el coronavirus.
María Castellón era una enfermera de 34 años que trabajaba en un hospital de la capital argentina. Se contagió por primera vez de Covid durante la primera ola, pero se recuperó y se reincorporó a su trabajo.
Durante un año ha estado trabajando a destajo para ayudar a su país a superar la pandemia, exponiéndose a un nuevo contagio por coronavirus. La mujer no tenía patologías previas, y por su corta edad no estaba considerada como persona de riesgo.
Aun así, su trabajo en el hospital la convirtió en una trabajadora esencial, por lo que estaba en uno de los primeros grupos en vacunarse. En primavera recibió la primera dosis de la vacuna rusa, la Sputnik, y el 4 de abril le inocularon la segunda dosis.
La enfermera se encontraba actualmente de baja por una fractura en el antebrazo y empezó a sentir síntomas compatibles con Covid. Tras hacerse una PCR, la prueba salió positiva y más tarde la ingresaron en el Hospital Santojanni. Más tarde fue trasladada al sanatorio Méndez, ya que tenía un seguro de salud privado, y allí acabó falleciendo.
María ya había recibido el tratamiento completo y constaba como una persona completamente inmunizada contra el virus. Pocas semanas después, la realidad hizo que se volviese a contagiar del virus, esta vez más grave que la primera.
Los expertos están usando su caso para advertir a la población de que las vacunas no son, ni serán, el final de la pandemia. María no tenía patologías previas, había pasado la enfermedad y estaba vacunada. Cumplía casi todas las condiciones para estar a salvo del virus, y aun así murió.
Esto demuestra que las vacunas no son 100% efectivas y que hay que seguir tomando medidas para protegerse a uno mismo y al resto. Las vacunas, a priori, no evitan del todo el contagio, pero sí pueden evitar tener un caso grave de la enfermedad.
Los sanitarios son conscientes de que la muerte después de recibir la vacuna es «algo excepcional», pero no imposible. En general, estos casos son la excepción a la regla, pero cuando ocurren provocan cierto nerviosismo en la población.
Algunos creen que estos casos demuestran que las vacunas no funcionan, otros alimentan sus ideas conspirativas. Pero lo cierto es que la enfermedad puede seguir matando, y cuando falta mucha gente por vacunar, es esencial mantener las medidas.
Los casos de brotes entre ciudadanos vacunados aumentan, también en España
En España ya hemos conocido varios casos en las últimas semanas de brotes en residencias de ancianos. Más del 98% de los mayores de estos centros están vacunados, y aun así siguen contagiándose. En Madrid se detectó un brote con 21 casos que necesitó de varias hospitalizaciones.
Estos casos demuestran que las vacunas no impiden el contagio y ponen énfasis en las medidas personales, como la distancia o la higiene de manos. Los expertos recomiendan mantenerlas hasta que el porcentaje de población avanzada sea muy avanzado. En nuestro país, el 70% es la proporción que se busca antes de relajar más medidas.
Según el Gobierno, en agosto podría alcanzarse esta cifra, lo que indica que a partir de septiembre algunas medidas podrían ir desapareciendo. Aun así, muchos expertos ya han alertado que la pandemia no acabará por las vacunas y que deberemos acostumbrarnos a convivir con el coronavirus.
De hecho, muchos científicos creen que la Covid-19 nunca se va a ir y se convertirá en un virus estacional, parecido a la gripe. Lo más probable, defienden, es que haya picos de contagios que podrán controlarse con las vacunas y hospitalizaciones.