Ailén Actis en una foto de sus redes sociales

Muere Ailén, una profesora de solo 30 años y que no tenía ninguna patología

Ailén era profesora, estaba casada y tenía dos hijos

La pandemia de coronavirus remite en gran parte del mundo gracias al avance de la vacunación en la población más vulnerable a sufrir casos graves de la enfermedad, los mayores, y la sociedad empieza a creer que lo peor ya ha pasado y muchas personas empiezan a dejar de lado algunas medidas de protección que todavía son necesarias.

Un claro ejemplo de ello es la muerte de Ailén Actis, una profesora de solamente 30 años y que no tenía patologías previas, tras contagiarse de coronavirus. Ailén no estaba dentro de los grupos de riesgo y vulnerables, y aun así, falleció a causa de la enfermedad, lo que pone de relieve una vez más que el Covid-19 puede afectar a todo el mundo, también con casos graves, y que hasta que no esté todo el mundo vacunado seguirán siendo necesarias algunas medidas, especialmente las de protección individual como el lavado de manos o el uso de mascarilla en espacios de riesgo. 

Con la vacunación de los mayores se está observando en todo el mundo como ahora los contagios se dan entre los más jóvenes. No es que antes no se contagiaran, pero la edad influía enormemente en la gravedad de los casos, por lo que se acababan detectando más casos entre los mayores. 

Ailén es un claro ejemplo de esto. Ella era estudiante de derecho y profesora en la ciudad de Lanús, en Buenos Aires, Argentina, y después de dar positivo por coronavirus tuvo que ser ingresada en el hospital. Allí pasó 20 días con un estado que se agravaba por momentos y, finalmente, terminó falleciendo a causa de la enfermedad.

Fue ingresada el 30 de abril en la Clínica IOMA de Temperley porque tenía dificultades para respirar. Ailén, que estaba casada y tenía dos hijos, fue empeorando, por lo que su marido incluso llegó a firmar un documento de consentimiento para que los médicos le realizasen una traqueotomía si su estado empeoraba y ella dejaba de respirar. Por desgracia, el corazón de Ailén no resistió el estado en el que se encontraba y dejó de latir el 19 de mayo. 

Estaba a punto de ser vacunada

El caso es todavía más descorazonador porque Ailén estaba a la espera de recibir la vacuna contra el Covid-19, ya que su profesión de docente la convertía en personal esencial, uno de los colectivos prioritarios para recibir los pinchazos junto a las personas mayores. 

Si la joven hubiese entrado en contacto con el virus algunas semanas después, tras ser vacunada, es posible que hubiese sufrido un caso leve de la enfermedad o quizás ni siquiera hubiera tenido síntomas, pero como se contagió sin estar inmunizada, las probabilidades de que su situación se agravasen eran más altas.

Este caso, además, da la razón a los políticos de todo el mundo que están optando por alargar las restricciones más básicas a pesar del avance de la vacunación. Muchos justifican mantener las distancias, las prohibiciones de reuniones, los cierres de algunos sectores y los confinamientos con el argumento de que aunque haya mucha gente inmunizada, todavía queda mucha que no lo está, y si con 3 o 4 semanas de restricciones se gana tiempo para vacunar a más población, también se reducirán las víctimas a consecuencia de esta enfermedad. 

Además, también da razones de peso para defender la vacunación entre aquellas personas que todavía dudan de su eficacia. Está comprobado por diversos estudios y estadísticas que los casos de Covid-19 han bajado mucho entre los colectivos vacunados, y los que se dan ya no son tan graves como antes, lo que ha llevado a una mortalidad mucho más baja de la enfermedad.

Mientras más gente se vacune, más gente estará protegida contra el virus, que no podrá campar a sus anchas y tendrá más difícil transmitirse. De esta forma, aunque haya personas que no estén vacunadas, la baja transmisión permitirá mantenerlas a salvo de los contagios hasta que puedan recibir también su vacuna.