La vacunación contra el coronavirus ha desatado la polémica por todos los cargos que han aprovechado su situación para que se les administrara la primera dosis del fármaco, saltándose el plan previsto por el Gobierno y el orden para recibir vacunas, que prioriza en una primera fase los ancianos y el personal sanitario que se enfrenta al virus en su día a día.
Y los escándalos no solo suceden en España, sino en todo el mundo. Personas con cierto poder político o adquisitivo o personas con influencia la aprovechan para asegurarse de recibir la vacuna los primeros, una vacuna que ha generado cierta desconfianza des del principio entre los ciudadanos por la rapidez en que ha sido aprobada, pero que, por otro, lado es la única esperanza y solución ante una pandemia que sigue causando estragos en todo el planeta.
Ahora las ganas de ponerse la vacuna a toda costa de ciertas personas nos llevan hasta Canadá, donde una pareja de millonarios decidieron viajar con un objetivo muy claro: ponerse la vacuna contra la Covid. Rodney i Ekaterina Baker recorrieron 2.000 quilómetros para llegar al municipio canadiense de Beaver Creek, donde viven un centenar de indigentes. Es por ello que las autoridades la consideraron una zona de vacunación prioritaria y enviaron un equipo móvil sanitario al lugar con la intención de vacunar a todas estar personas vulnerables.
Los dos millonarios sabían que Canadá llevaría a cabo dicha vacunación en zonas considerada aislada, como es el caso de Beaver Creek, y decidieron trazar un plan, que les sitúa hoy en las portadas de medios de todo el mundo por una de las vacunaciones ilícitas más rebuscadas.
El plan de dos millonarios para vacunarse: disfrazarse de indigente
Rodney i Ekaterina Baker no estaban dispuestos a esperar: querían estar vacunados por encima de todo, también de la ética y de la solidaridad que requiere esperar para que los más vulnerables tengan prioridad a la hora de protegerse del virus. La pareja, de 55 y 32 años, no dudó en desplazarse al municipio canadiense de Beaver Creek en busca de una inyección que no conseguirían.
La pareja pensó que podría engañar fácilmente al estado y ni siquiera se planteó antes de hacer las maletas que quizá, en las campañas de vacunación, se requería una acreditación que demostrara la residencia en el lugar. De hecho, las autoridades no habían previsto dicho requisito, cosa que posiblemente habría ayudado a evitar fraudes como el que pretendían cometer los millonarios, en un tema tan delicado como es la salud.
Pero aun así, no se saldrían con la suya. Ambos mostraron, una vez llegados al lugar de la vacunación un certificado de autoresponsabilidad y aseguraron a los responsables de administrar la vacuna de Moderna en esa zona que trabajaban en un hotel cercano a Beaver Creek.. Además, se habían disfrazado para la ocasión, consiguiendo un aspecto dejado para engañar al personal de vacunación, que debía pensar que eran residentes de dicha zona aislada en Canadá.
Pero el plan falló. Y fue precisamente tanta preparación y tanto teatro lo que truncó los planes de la pareja adinerada. Rodney i Ekaterina sobreactuaron y los sanitarios no vieron el agua clara. Ante las sospechas, el personal al frente de la vacunación contactó con las autoridades pertinentes para verificar la identidad de los sujetos. Efectivamente, el supuesto hotel donde dijeron que trabajaban, también negó conocer a dichos individuos. Y visto el fracaso, la pareja huyó inmediatamente del lugar.
La consecuencia para los millonarios: multa de 700 euros
Finalmente, la identidad de la pareja ha acabado saliendo a la luz. La policía pudo seguir el rastro de los fugados millonarios, desde Beaver Creek hasta el aeropuerto, donde debían coger el avión para volver a casa, a Vancouver, eso sí, con su gozo en un pozo, sin vacuna.
De hecho, la policía descubrió al llegar al aeropuerto que la pareja había alquilado incluso un avión para dirigirse a Whitehorse, donde haría escala, para tomar rumbo definitivamente hacia Vancouver. Es precisamente en medio del trayecto, en Whitehorse, donde las autoridades pudieron atrapar a ambos individuos. La consecuencia de sus actos les ha conllevado una multa total de 700 euros por saltarse el confinamiento perimetral y por mentir en el certificado de autoresponsabilidad. Un 'castigo' probablemente no muy educativo, teniendo en cuenta los 10 millones anuales que supuestamente factura la pareja.