Mila Marchetti no murió asesinada, pero tampoco se suicidó. Es la conclusión de la autopsia de Mila Marchetti, la joven de 38 años hallada muerta el sábado en una planta de residuos en Carballiño (Ourense). La principal teoría es que murió al esconderse en un contenedor cuando huía de su agresor.
La clave de la muerte de Mila está en lo que sucedió horas antes del hallazgo del cadáver. Unos agentes de la Guardia Civil la vieron caminando desorientada y con señales de ser víctima de violencia de género. Sin embargo no activaron el protocolo de protección, y ahora están siendo investigados.
La mujer fue llevada a un centro ambulatorio del que salió dos horas después sin ningún tipo de protección. Creen que luego se escondió en un contenedor, y que este fue recogido por el camión de la basura. En ese momento habría sufrido golpes que le habrían causado la muerte de forma accidental.
Estaba asustada
El sábado de madrugada, el chofer del camión de la basura observó el cuerpo sin vida de una mujer mientras estaba vaciando la carga. La policía identificó el cadáver como Mila Marchetti, una mujer de origen brasileño que llevaba años viviendo en Carballiño. En un primer momento barajaron la hipótesis del crimen.
Luego supieron que horas antes unos agentes de la Guardia Civil habían parado a una mujer que caminaba sola por la carretera. Iba en pijama y chubasquero, estaba desorientada y parecía que huía de alguien. La enviaron al hospital y al cabo de dos horas le dieron el alta y salió por su propio pie.
Los testigos aseguran haberla visto al menos en dos bares pidiendo ayuda, diciendo que la querían matar. Una amiga revela que había discutido con su suegro, dueño de un local de alterne en Listanco, y que estaba asustada. Al verse sola se habría escondido de su agresor metiéndose en un contenedor.
Víctima de malos tratos
La Guardia Civil investiga ahora a los agentes que atendieron a esta mujer pocas horas antes de que apareciera muerta en un contenedor. La llevaron al hospital para descartar un posible caso de violencia machista. La mujer confesó que era víctima de malos tratos, pero aun así le dieron el alta y no hicieron nada más.
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La Guardia Civil abrió una información reservada para aclarar si los agentes cometieron una falta disciplinaria al no aplicar el protocolo de violencia de género. Eso habría permitido proteger a la víctima, incluso aunque esta se negase a denunciar. Se trataría de un error muy grave, a la vista de como acabó todo.
Según revelan en El País fuentes policiales, los agentes consideraron que el relato de malos tratos era contradictorio. La mujer les explicó que trabajaba de camarera en un club de alterne, y que se acababa de casar con el hijo del dueño. El local está regentado por Aquilino González, que estuvo un tiempo en la cárcel.
Su suegro, bajo sospecha
El suegro de Mila fue condenado en Brasil por liderar una red internacional de tráfico de mujeres. Recibió una pena de 13 años, aunque solo cumplió una pequeña parte de la condena. En España también fue procesado por trata de mujeres, pero la justicia lo dejó libre bajo la promesa de no volver a delinquir.
En los colectivos contra la trata de mujeres le conocen como uno de los grandes capos del proxenetismo. Es propietario del prostíbulo Ninfas, y de otros dos clubes de alterne en Pontevedra y Ourense. Según un testimonio, la noche en la que Mila murió huía de este hombre, con un largo historial delictivo.
La policía tendrá que esclarecer ahora si el fatal error de los agentes fue determinante para el trágico final de la mujer. Era una mujer sola, desorientada, con una historia de malos tratos y perseguida por un conocido delincuente. Todos los indicios hacían pensar en un alto riesgo, pero no activaron el protocolo.
Los médicos no vieron nada raro
Si se aprecia una negligencia les abrirán un expediente que podría acabar con el archivo del mismo o la aplicación de una sanción. En su favor, los médicos que atendieron a la joven aseguran que tampoco vieron nada raro durante la exploración. “Una enfermera habló con ella en un sitio apartado porque estaba muy nerviosa”, cuentan.
El Servicio Gallego de Salud explica que cuando se encontró mejor le dieron el alta, sin haber notado nada extraño. No han aclarado si han abierto una investigación interna para depurar responsabilidad, y se limitan a decir que “nos hemos interesado por el caso”. La juez ha decretado el secreto de sumario del caso.
Mila Marchetti tenía 38 años, llevaba más de una década en España y tenía una hija de 17 años. Se casó una semana antes de morir, y todas las sospechas se ciernen ahora contra su suegro. La jueza del caso ha decretado el secreto de sumario de las actuaciones.