La policía sigue investigando las muertes de cuatro mujeres fallecidas en los últimos seis meses en una misma zona geográfica, en España. El caso ha generado intranquilidad entre los vecinos de Elche, Valencia y Castellón, donde la aparición de mujeres estranguladas y arrojadas a una acequia han levantado la sospecha de un asesino en serie en la Comunidad Valenciana.
Las cuatro víctimas tienen algo en común: son mujeres, entre 19 y 45 años, y sus muertes siguen sin resolver. No hay un móvil claro, y la policía no ha encontrado pistas en el entorno de las víctimas. Por lo tanto, el asesino podría escoger sus víctimas al azar.
La víctima más joven es Florina Gogos, una joven rumana de 19 años que ejercía la prostitución en la carretera. Desapareció el 8 de enero en Silla (Valencia) y apareció muerta 22 días después. La investigación se centró en el último coche al que había subido la joven, pero nunca pudo identificarse el vehículo y se finalmente se dio por válida la teoría de que podría haber abandonado España.
Nada vinculaba por entonces la muerte de Florina con la de Alicia, una funcionaria de 45 años que había sido asesinada en Elche dos meses antes. Pero cuando apareció muerta otra mujer a principios de abril, en valencia, y otra hace pocos días, en Castellón, empezaron a aparecer coincidencias inquietantes. La policía descarta que se trate de un asesino en serie y pide no desatar la alarma, pero el miedo crece inesvitablemente entre los vecinos, que tienen miedo a salir a la calle.
En el crimen de Florina Gogos coinciden las mismas características que los demás casos, pero además se añade el oscuro trasfondo de una mafia de explotación de mujeres desarticulada a finales de 2019. La Policía Nacional asestó un golpe definitivo contra un grupo que extorsionaba a mujeres en la Pista de la Silla, cerca de Valencia: cayeron 16 miembros de la trama y hubo 30 investigados.
De todos ellos, la mayor parte eran de nacionalidad rumana, y se logró identificar a 17 víctimas. Una de ellas era Florina Gogos, 'Flori', una joven de apenas 19 años de edad que apareció hallada muerta. La joven fue asesinada en una acequia de Silla en un caso que hasta el momento sigue sin resolver en manos de la Guardia Civil.
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La investigación pudo confirmar que Florina Gogos era una de las víctimas de la red de prostitución, pero tres meses después de su muerte el juez archivó la causa y el crimen sigue siendo un misterio. Un motivo más para que crezca la intranquilidad entre mujeres del entorno de Florina, que temen que les pase lo mismo y acaben estranguladas y arrojadas a una acequia.
Nadie puede asegurar que los crímenes estén vinculados, pero los expertos señalan que podría tratarse de varios asesinos que actúan por un efecto llamada, intentando imitar los crímenes. Otra hipótesis sería que el crimen de Florina tuviera otra motivación, y que el asesino hubiera imitado el modus operandi del primer crimen para despistar a la policía.
Temor a que les pase lo mismo que a Florina
Tres meses después de la muerte de Florina, una de sus compañeras, Romina, expresa el pánico que tiene a que le pase lo mismo. «Conocía a Florina de verla por esta zona. ¿Aún no se sabe quién la mató?», pregunta. «Esto es jodido, muy complicado», reflexiona Romina en referencia a su profesión, la prostitución. «Si pudiera dejaría este mundo, pero la necesidad es la necesidad», lamenta.
En declaraciones a Las Provincias, Romina dice: «Yo no tengo chulos, otras, no lo sé. A mí nadie me obliga y voy por libre. Esto lo hago porque quiero y lo necesito para vivir». Cuenta que tienen confianza plena en sus clientes conocidos y asegura que por el momento no acepta nuevos «por si acaso, y menos ahora».
Otra de ellas es Paula, una prostituta que se encuentra al otro lado de la carretera, en término de Catarroja, ella espera a sus clientes mientras escucha música con su móvil. La joven es natural de Rumanía y tiene 36 años. En 2005 llegó a España y cuatro años después entró a formar parte de este oficio tan oscuro, la prostitución. «Un día me acuchillaron. A otra chica le pegaron hace un mes», recuerda.
Paula, por su parte, confía en una cámara que se encuentra próxima a ella, colgada a una farola y a pocos metros de donde se sitúa ella para recibir a sus clientes. «Es una costumbre y me da seguridad», explica. «Si algún día alguien me amenaza o me quiere matar le diría que está grabado y, al menos, lo encontrarán». Pese a ello, admiten vivir con una sensación de miedo constante ante la incertidumbre de lo que pueda ocurrir.
Pánico a salir a la calle
También ha crecido el temor en el entorno de la última mujer asesinada. Se trata de Johana Andrea, una mujer colombiana de 41 años de la que no han trascendido muchos detalles. Su cuerpo apareció en un camino de la zona de El Clot de Burriana, un lugar apartado y rodeado de naranjos que a los vecinos siempre les dio mala espina.
Aun así, es una zona donde es habitual ver a gente paseando perros o haciendo deporte. Pero después de la muerte de Johana, los vecinos tienen miedo a ir solos allí. Sobre todo a las mujeres. Mientras, en las redes sociales aumenta la alarma, y hace unos días circulaba incluso una supuesta imagen del asesino en serie, que la policía tuvo que salir a desmentir.