España ha pasado en pocas horas del miedo a la solidaridad. «La invasión son niños lanzándose al agua», decía uno de los mensajes en apoyo a las víctimas de la crisis diplomática abierta entre España y Marruecos. Una española de 20 años, Luna Reyes, se ha convertido en el símbolo de esta oleada de humanidad.
La extrema derecha en España ha aprovechado la crisis migratoria en Ceuta y Melilla para hablar directamente de «invasión». Pero a pesar del caos vivido en un primer momento con miles de inmigrantes ilegales tratando de cruzar la frontera española, pronto se vio que eran personas desesperadas, muchos de ellos niños, arrojados al mar. La invasión de la que hablaba Vox era, en realidad, una crisis humanitaria.
El Ejército, la policía y los voluntarios han estado trabajando estos días a pie de playa para rescatar a las personas en el agua y atenderlos en tierra firme. Una de las protagonistas es Luna, una voluntaria de la Cruz Roja de 20 años que cuyo gesto inmortalizado por una cámara levantó una incomprensible marea de odio e insultos.
En la imagen se ve a Luna abrazando a un subsahariano que llora desconsolado tras llegar a territorio ceutí. A pesar del bonito gesto de esta madrileña dedicada al voluntariado, lo que vino después fue una sucesión de insultos y comentarios desagradables como «España no es una ONG», «te lo quieres follar» o «lo vas a pagar caro». La chica, abrumada por la situación, ha tenido que cerrar sus cuentas sociales. «Solo le di un abrazo, dar un abrazo a alguien es lo más normal del mundo», dijo después.
La imagen corrió como la pólvora por las redes y levantó una oleada de solidaridad que se expresó con el hashtag #GraciasLuna. Entre los comentarios había el de la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño: «Gracias Luna por representar los mejores valores de nuestra sociedad». «Mucho más que una foto, todo un símbolo de esperanza», decía la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Ismael Serrano, Sandra Sabatés, Anabel Alonso, Ana Pastor, Isabel Celaá, Teresa Ribera y Rita Maestre son otras personas que han mostrado su apoyo.
Una madrileña de madre ceutí
Luna Reyes llegó a Ceuta el pasado mes de marzo. Su madre es ceutí y tiene casa en la ciudad, así que esta voluntaria no se lo pensó dos veces y se apuntó a la Cruz Roja para hacer las prácticas no remuneradas del grado superior de Integración Social. Así cambió esta madrileña Móstoles por Ceuta.
Al llegar al norte de España empezó con sus prácticas con menores no acompañados en el centro del Tarajal, en tareas de acompañamiento y alfabetización. Empujada por sus ganas de ayudar, pidió también hacer tareas de voluntariado y entró a formar parte del equipo de emergencias que atiende a las personas recién llegadas.
Nunca ha temido al coronavirus durante este tiempo, y cumpliendo siempre las medidas de prevención no duda en echar una mano cuando la situación lo requiere. Luna, que ya ha recibido la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca, se encuentra estos días con su mayor reto: la mayor crisis migratoria que se recuerda en España. Y en medio del caos, una cámara captó su gesto que se ha convertido en un símbolo.
Sus padres, orgullosos de ella
Luna acaba las práctica en junio, y entonces tendrá que decidir si se queda en Ceuta o vuelve a Madrid. Hasta entonces, está volcada en la tarea humanitaria que ha heredado de sus padres. Ellos también han participado en entidades sociales, y se muestran muy orgullosos de su hija.
Luis, padre de Luna, ha estado atendiendo a los medios de comunicación en nombre de su hija, agotada y desbordada. «Siento tristeza de que haya sujetos que intenten aprovechar y darse notoriedad respondiendo a comentarios positivos sobre ella metiendo cosas falsas». Se siente impotente, pero también emocionado: «Hemos recibido mucho cariño de personas anónimas, que dicen que con acciones como esta el mundo todavía merece la pena». Luis valora mucho el gesto de su hija: «Para mí tiene muchísimo valor».
Al padre de Luna se le caen las lágrimas y desvela lo que está viviendo y sintiendo ahora mismo la chica: «Le da muchísima pena cómo está llegando la gente que va buscando un futuro mejor». Según explica, le ha aconsejado que vaya a tomar una cerveza con sus amigas, pero no quiere: «Está realmente impactada».
El cansancio no es solo mental, sino también físico. Luis explica que el lunes, cuando estalló la crisis, se fue a dormir a las 4 de la mañana y a las 9 volvía a estar en la playa del Tarajal. «Repartían alimentos por la noche, atendían a los más desfallecidos, y por la mañana otra vez igual. La motivación lo es todo», dice Luis orgulloso.