No por esperados los primeros resultados de las pruebas de seroprevalencia que se dieron a conocer ayer son menos preocupantes. Según los datos, el 95% de la población no ha estado en contacto con el virus, y aunque eso ratifica la eficiencia de las medidas de confinamiento, también pone en alerta sobre dos aspectos: la desescalada, y la segunda ola.
Porque a medida que la inmunidad de grupo se aleja, las probabilidades de que haya una segunda ola aumentan y confirman lo que ya casi todos los médicos dan por sentado, que en otoño el virus volverá y volverá a haber un gran número de contagios y fallecidos. Pero, ¿cómo será esta segunda ola, y cómo nos afectará?
A corto plazo, los especialistas creen que la prioridad es evitar un rebrote como fruto de las medidas de desescalada. En los últimos días hay oscilaciones en el número de casos y defunciones que preocupan a las autoridades en España, que también mira con inquietud los últimos aumentos en Corea del Sur y Alemania.
A medio y largo plazo, la esperanza se centra en la mejor preparación de científicos y personal sanitario. Ahora se tienen más conocimientos que al principio, y eso puede ayudar a controlar un nuevo estallido utilizando, por ejemplo, los antiinflamatorios potentes que funcionan mejor que los antibióticos o los antivirales como se ha demostrado.
Uno de los investigadores del Hospital Clínic de Barcelona que han estado trabajando en la vacuna, Felipe García, es optimista y cree que con la información que se va conociendo cada día se puede tratar mejor a los pacientes. Pero alerta de que hace falta reforzar el sistema sanitario, porque aunque en esta primera ola ha estado al límite de su capacidad.
Por eso, los profesionales sanitarios son muy prudentes y son conscientes de que el virus sigue circulando. «Aguantar otra oleada como la que hemos vivido podría ser horrible para nosotros», dice Ana Zapatero, médico adjunta del servicio de medicina intensiva del Hospital del Mar.
Esta doctora expresa el temor de los médicos intensivistas de que la vuelta a la vida cotidiana cause repuntes. Por un lado, ve difícil que se repita el caos de marzo y abril porque ahora hay cosas que ya no se pueden hacer, como ir a macroconciertos o a partidos de fútbol, pero por otro lado teme que la indisciplina de la gente precipite un rebrote.
De cara una segunda ola, esta médico es pesimista porque cree que el personal sanitario, en especial el que trabaja en las UCI, no tienen la cabeza y el cuerpo preparados. Además, cree que los avances en el tratamiento del virus sirven para evitar que los pacientes entren en la UCI, pero una vez dentro el manejo de los pacientes muy graves apenas varía.
La epidemióloga Magda Campins, del Hospital de la Vall de Hebrón, también da por sentado que habrá una segunda ola en otoño. Cree que estamos más preparados, ya que disponemos de más capacidad de hacer tests diagnósticos para detectar casos de manera precoz y proceder a aislar los contactos, y eso evitará la propagación del mes de marzo.
Aun así cree que hay mejorar algunas cosas sobre la detección de casos y en el análisis de los datos, y comparte la prudencia de sus compañeros. De momento aún es pronto para levantar las medidas de confinamiento, cree, y es partidaria de mantener algunas comunidades como Cataluña en la Fase 0. El rebrote, advierte, es un peligro muy latente.