Fotografia de un hospital saturado de enfermos de coronavirus

Un médico español cuenta lo peor de la pandemia: 'Imaginadlo'

El doctor explica lo que es tener que llamar a una mujer, confinada con Covid-19, para decirle que su marido ha muerto sabiendo que no podrá despedirse de él

La pandemia de coronavirus ha sacudido a toda la sociedad, ya que toda la población se ha visto afectada, en mayor o menor medida, por el SARS-CoV-2. Muchas personas han fallecido o han lamentado la pérdida de algún ser querido, otras muchas —más de tres millones de personas, en España, como mínimo— han sufrido en sus carnes la enfermedad; y quien no ha vivido ninguna de estas dos situaciones se ha visto afectado igual por las restricciones, los confinamientos y una vida que dejó de ser 'normal' hace ya casi un año. 

Sin duda, uno de los colectivos más azotados por la pandemia ha sido el de médicos y sanitarios. No solo llevan un año trabajando a destajo para salvar la mayor cantidad de vidas posible, sino que también se han contagiado —y muchos, fallecido— mientras estaban en acto de servicio. A todo esto se le suma además la presión psicológica a la que viven sometidos, tanto en su día a día como en su trabajo.

Durante todo este año de pandemia, numerosos médicos y enfermeras han compartido sus experiencias a través de las redes sociales en un intento de concienciar a la población sobre lo que está pasando, ya que todavía hay muchas personas que viven ajenas a las más de 65.000 personas que han perdido la vida en España por el Covid-19. 

Cada fin de semana se suceden, una y otra vez, las noticias sobre intervenciones policiales en fiestas ilegales o reuniones con más personas de las permitidas, lo que acaba llevando a nuevos contagios y más casos graves de la enfermedad, que acaban en el hospital y hace que los médicos vivan situaciones como la que explica el doctor Ignacio Ramil. 

Ramil es un médico internista en un hospital de A Coruña que también divulga a través de sus redes sociales los efectos de la pandemia. En una de sus últimas publicaciones, el doctor ha compartido una experiencia que vivió en una de sus guardias, al tener que contarle a una mujer, contagiada de Covid-19, que su marido había fallecido por la enfermedad. 

La llamada a una mujer para decirle que su marido ha fallecido

Según ha explicado Ramil en sus redes, un matrimonio contrajo Covid-19. Él, de 70 años, fue ingresado, pero ella tenía mejor cuadro clínico así que estaba pasando la enfermedad bajo seguimiento domiciliario. Lamentablemente, el marido sufrió una inesperada parada cardiorrespiratoria mientras estaba ingresado, alrededor de las dos de la madrugada, y aunque los médicos intentaron reanimarle durante 45 minutos, no fue posible salvar su vida. 

El problema llegó después, cuando Ramil tuvo que llamar a la esposa del fallecido, sobre las 3:30 horas de la madrugada, para informarle. «Imaginadlo», pide el médico a sus seguidores, ante una situación nada fácil y que, además de ser un golpe duro para los familiares que reciben la llamada, también supone una fuerte carga emocional para los médicos que deben dar la noticia. 

Ramil explica que en su situación, la mujer no podía ir al hospital para ver por última vez a su marido, y probablemente tampoco podría despedirse de él en un entierro, ya que como estaba infectada con Covid-19, debía seguir el protocolo y quedarse confinada en casa. El médico compara la situación con las elecciones catalanas, en las que sí se permitió a los enfermos de Covid-19 salir de casa para ir a votar, una situación que considera «injusta» y «desproporcionada» para las familias.

El médico comparte esta experiencia porque cree que las comunidades autónomas, especialmente Galicia, donde él reside y trabaja, deberían mantener muchas de las restricciones que se aplican actualmente, a pesar de que la situación ha empezado a mejorar, por lo menos en cuanto a casos e incidencia acumulada se refiere. 

Para Ramil, el «sacrificio social y sanitario» y el coste en vidas «que supuso la Navidad» ha sido muy elevado, y cree que mantener los confinamientos perimetrales, las limitaciones en las reuniones sociales y las restricciones en los aforos en la hostelería deberían mantenerse en el tiempo, lo que equivaldría a perseguir una estrategia de «cero covid».