Miguel Maeso Martínez estuvo 18 días hospitalizado por coronavirus en el Hospital Clínico de Valencia y salió de allí con muy buen pronóstico. Tras esto, el hombre de 74 años fue ingresado en el Hospital La Fe para rehabilitarse. Pero murió allí unas semanas más tarde. Ahora su hija Mayka ha querido hacer pública la historia de su padre para denunciar la negligencia del centro médico.
«Nos llegaron a decir en el Clínico que le iban a dar el alta con oxígeno domiciliario porque la neumonía apenas aparecía», ha empezado explicando la mujer de 39 años en una entrevista con 'El Español'.
«Pero finalmente nos dijeron que mejor pasar unos días en la vieja Fe, porque era como un centro de rehabilitación del que ya podría salir valiéndose por sí mismo».
«Un lugar para rehabilitarse resultó ser un matadero»
Sin embargo, lo que para Miguel iba a ser «un lugar para rehabilitarse resultó ser un matadero». Mayka ha relatado que pusieron a su padre en una «habitación con un pobre hombre que estaba ya moribundo. De hecho ese hombre murió al día siguiente».
«Y nos dijo que le lavaban con agua fría porque no había agua caliente en el hospital, que tampoco tenían televisión ni nada para entretenerse. También que las camas eran manuales, que para cambiarles la posición tenía que ir el personal, que no iba porque estaban sobrepasados».
Mayka ha revelado que el 24 de diciembre, tan solo un día después de ser ingresado, su padre les explicó por teléfono «lo mal que estaba». Unas palabras que lograron alarmar mucho a su familia. «Nos asustamos muchísimo, porque él era un hombre buenísimo que no se quejaba de nada».
Tan «horrorizados» quedaron al escucharle que decidieron ir a recogerle. «Fuimos allí con una silla de ruedas que habíamos alquilado para trasladarlo a la Casa de Salud. Íbamos a llevárnoslo a la sanidad privada. Tenía ya el sitio reservado y todo. Pero no nos dejaron, nos dijeron que no podía salir de forma voluntaria».
Mayka y su familia pensaban que podían llevarse a Miguel cuando quisieran porque «había ido allí a rehabilitarse» y era «algo voluntario», pero al ver que dejaban salir al hombre, se dieron cuenta «de dónde estaba realmente».
Personal sobrepasado
El personal del hospital donde su padre estaba ingresado estaba «totalmente sobrepasado por la situación», tanto que su progenitor se quedó «dos veces sin comer».
«Una porque se le rompió el cubierto de plástico y el chico se fue a por otro, pero ya no volvió. Otra porque le dijeron que no daban abasto y que no podían darle la comida. Le pidieron que lo intentara, pero él no tenía fuerzas. Se quedó sin comer delante de la comida».
Miguel ingresó en el hospital para hacer rehabilitación y regresar a su casa totalmente recuperado, pero el «en esos nueve días, el fisio solo estuvo uno de ellos con él».
«Dio dos pasos hacia delante y dos hacia atrás con su ayuda. Otra vez le dijo que iría a verle, pero finalmente no pudo. Le decían que hiciera ejercicios y él lo intentaba en la cama como buenamente podía».
«¿Cómo es posible que lo lleven allí para hacer fisioterapia y que solo la haga una vez en nueve días, en los que empeoró hasta morir?», se ha lamentado Mayka, que considera la situación «especialmente grave».
La hija de Miguel no solo ha denunciado esto, sino también la incomunicación de los sanitarios con los pacientes. «Los telefonillos no funcionan. Suenan en el control de enfermería, pero no puedes comunicarte con ellos, por lo que tienes que imaginarte lo que les pasa». El único funcionamiento que le dio a su padre fue «para entretenerse» enrollando y desenrollando el cable.
Además, Mayka también ha señalado que el personal médico no era el único que estaba sobrepasado, sucedía lo mismo con los auxiliares. «Hacía pipi o caca y tardaban hora y media en ir a cambiarle el pañal. Yo misma le oí al personal el día 25 que llegaron a quedarse sin empapadores».
Acciones legales
Tras varios días llenos de angustia e incertidumbre, el estado de salud de Miguel empezó a empeorar el pasado 31 de diciembre y el día 1 de enero lo trasladaron de nuevo al Hospital Clínico. Allí fue ingresado en la UCI y finalmente falleció la madrugada del día 10.
Tras la muerte de su padre, lo único que recibieron Mayka y su familia fueron algunas pertenencias y su dentadura. «No entiendo por qué fueron tan insensibles de dármela. ¿Puede haber algo más contagioso que la dentadura de un paciente de Covid-19?».
Ahora no descartan emprender acciones legales y para ello, la hija del fallecido ha tenido que ir a buscar el libro de familia para poder acreditar la relación familiar y recabar el expediente médico de Miguel, ya que el hospital ni siquiera les dio un informe certificando la defunción de su progenitor.
Además de denunciar al hospital, Mayka y su familia también están barajando la posibilidad de seguir los mismos pasos con la Conselleria de Sanidad.