Una madre ha confesado el motivo que le llevó a matar a su vecino: los abusos sexuales que este cometió sobre su hijo. Después de ver que este no era detenido pese a que este era un conocido pedófilo, decidió tomarse la justicia por su mano. Le acabó asestando ocho puñaladas hasta acabar con su vida.
La razón que la llevó a cometer el crimen se ha conocido una vez Sarah Sands ha cumplido con su pena. Esta británica hubo un día en que dijo que alguien le tenía que hacer pagar por sus abusos a Michael Pleasted. Este hombre de 77 años no era ese vecino bondadoso que todo el mundo creía.
Todo sucedió en 2015. Por aquella época, el hijo de Sarah contaba con 12 años y empezaba a dar señales de que algo no iba bien. Finalmente, su madre descubriría que era un niño más del barrio que estaba siendo víctima de este delincuente sexual con 24 condenas anteriores.
El momento en que Sarah Sands decidió vengar a su hijo
El día en que decidió dar el paso su hijo Bradley se encontraba en una situación límite. Se lo encontró arrancándose el pelo, temblando y llorando. Fue en ese punto que decidió que ya había visto suficiente y, bajo los efectos del alcohol, decidió que debía hacer algo
"Me bebí dos botellas de vino, volví a mi antiguo piso y me arrodillé en el suelo, sosteniendo una foto de los niños, gritando. No había podido llorar antes, Bradley siempre estaba cerca", explicaba en el diario británico The Sun. "La culpa que sentía por no haberlo protegido me abrumaba. Fue entonces cuando cogí el cuchillo y fui a casa de Mick", añadía.
Su primera intención no era matar al hombre que había abusado del menor. Ella lo quería era que confesará y declará ante la policía que había hecho. "Recuerdo que cogí un cuchillo y fui a casa de Mick. Quería convencerlo de que se declarara culpable, para que Bradley no tuviera que declarar", relataba.
Finalmente, la situación se le fue de las manos ante la respuesta violenta de Mick. "Le pinché en la frente con el cuchillo y me agarró. No podía permitir que hubiera más dañados, alguien tenía que proteger a las personas", decía en el medio citado. Recordaba que todas las denuncias puestas contra él habían caído en saco roto.
Se había cambiado de nombre para abusar de más niños
El teórico problema con el que se encontró la justicia es que Michael Pleasted no era quien decía ser. La propia Sarah Sands explicaba que "no tenía ni idea de quién era realmente". "Había mentido y cambiado su nombre para poder atacar a los niños", señalaba ella misma.
El hombre se ganaba la confianza de los niños de manera sencilla, como hizo con Bradley. A él le ofreció un trabajo en su tienda, cosa que no hizo sospechar a Sarah. "Mick era un modelo a seguir. Nos llevaba a comer y charlábamos. No tenía motivos para no confiar en él. Pensaba que Bradley estaba a salvo", confiesa.
Pero paso un tiempo y el niño empezó a no querer ir a la tienda. Ella había escuchado los primeros sobre que su vecino había abusado de dos niños, pero no quiso creer que Bradley también era una víctima. Finalmente se lo confesó: "No paraba de decir: 'Tendría que habértelo dicho antes, eso podría haber evitado que se llevara a esos chicos más jóvenes'".
Sarah Sands ha reconocido que no está orgullosa de lo que hizo. Pero no se arrepiente: "Al menos sé que él ya no le puede hacer daño a nadie. No soy una mala persona, aunque sé que hice algo malo. Nunca lo he negado y he sufrido el castigo".