La violencia vicaria se caracteriza por la voluntad del agresor de infligir el máximo dolor a su expareja, con una extrema crueldad. Esto es lo que hizo Martín Ezequiel Álvarez Giaccio cuando mató a su hijo de dos años el 24 de agosto en el Hotel Concordia de Barcelona. El lugar escogido era una pieza más de su maquiavélico plan.
Con el hallazgo del cadáver del parricida, confirmado ayer por la policía, se cierra este caso que ha sorprendido por su extrema crudeza. A lo largo de los últimos días, la investigación ha conseguido sacar a la luz detalles escabrosos que confirman que nada fue al azar. Martín Ezequiel ejecutó a conciencia una venganza terrible.
El significado especial del Hotel Concordia
Para matar a su hijo Leo, de 2 años y nueve meses, escogió el mismo hotel donde se había casado con la madre del niño dos años antes. Allí, donde habían celebrado el convite y se habían prometido amor eterno, asfixió a su hijo indefenso y lo hizo saber a su madre con un mensaje: "En el hotel te dejo lo que te mereces".
Su intención era cerrar un círculo escabroso, que la madre fuera al hotel y recordase el día de su boda con su hijo muerto en brazos. Solo la casualidad evitó que la madre subiera a la habitación y encontrara al menor fallecido. La seguridad del hotel se lo impidió por un motivo de seguridad.
Fue la policía la que minutos después irrumpió en la habitación 704 del Hotel Concordia de Barcelona. Dentro, debajo de la cama, estaba el pequeño Leo ya fallecido. Empezó entonces una búsqueda que ha acabado 23 días después con el hallazgo del cadáver del asesino en una zona boscosa.
Por el estado del cadáver y lo que se ha podido investigar hasta ahora, los investigadores creen que el parricida se mató aquella misma noche. Martín Ezequiel, de nacionalidad argentina y 44 años, apareció muerto cerca de la terminal 1 del aeropuerto de El Prat. En un principio pensaban que podría haber huido, pero luego lo descartaron.
Su objetivo era hundir totalmente a su ex
Los detalles de la investigación han puesto al descubierto que su voluntad era "hundir totalmente a su expareja". Ocho días antes del crimen, ella había decidido cortar la relación, y Martín se había ido a vivir a El Vendrell (Tarragona) con sus padres. Fue allí donde seguramente estuvo varios días maquinando su venganza.
La tarde del 24 de agosto convenció a su ex para que le dejara al niño para dar un paseo, y entonces puso en marcha el plan. Está claro que el parricida lo tenía todo bien pensado, incluso el lugar del asesinato. Pero en cambio no fue así con su huida, que parece que fue fruto de los nervios y la improvisación.
Tras haber matado a su hijo escapó por la azotea del hotel cuando podría haberlo hecho por la puerta principal, ya que nadie sabía aún lo que había hecho. Luego trepó un muro y saltó al edificio de al lado para bajar a la calle y huir en taxi hasta el aeropuerto. Todo ese periplo quedó grabado por las cámaras de seguridad.
El macabro final de un caso trágico
Los investigadores pensaron que podría haber huido de España, pero Martín no llevaba maleta ni equipaje y nunca llegó a entrar en la terminal. Durante día revisaron las cámaras del interior del edificio, pero ni rastro de él. Entonces apareció su pasaporte y una imagen en la que se le ve bajar del taxi, dar media vuelta y adentrarse en una zona boscosa.
Estos últimos días, los Mossos d'Esquadra intensificaron la búsqueda del parricida en los aledaños del aeropuerto. Trabajaban con la principal hipótesis del suicidio, que se confirmó ayer con el hallazgo del cadáver. Su cuerpo apareció ahorcado y en un avanzado estado de descomposición.
Así finalizaba la trágica huida del que durante 23 días ha sido el hombre más buscado de España. Con su muerte se cierra un capítulo negro de la crónica de sucesos en nuestro país. Uno más de esta lacra que está últimamente está dejando muchas víctimas y que se emplea con extrema crueldad: la violencia vicaria.