Consternación en la localidad gallega de Marín por la muerte de Marta Ribada con tan solo 14 años. La adolescente ha fallecido a causa de un cáncer que le detectaron en 2019. Se va de este mundo habiendo cumplido su sueño: conocer a su ídolo deportivo, el atleta Javier Gómez Noya.
Marta era una deportista fuerte, alegre y jovial a la que nunca se le borraba la sonrisa de la cara. Pero su vida dio un giro cuando hace dos años los médicos le diagnosticaron un osteosarcoma. Es el cáncer de huesos más común en niños y adolescentes.
La enfermedad le impidió ir a ver a su ídolo al Mundial de Triatlón, que se celebraba en Pontevedra. Era la oportunidad ideal para ver al atleta de cerca, pero el cáncer frustró sus ilusiones. Aquella primavera se la pasó ingresada en el Hospital Clínico de Santiago.
Un mensaje muy especial
Fue su madre Virginia quien pensó que unas palabras del triatleta serían la mejor medicina para la niña. Familiares y amigos de Marta se pusieron en marcha para contactar con Javier, y finalmente lo consiguieron. El empeño dio sus frutos, y la niña cumplió su sueño.
El atleta grabó un vídeo para Marta con un mensaje muy especial: “Te mando un abrazo muy fuerte y mucho ánimo, espero que sigas con el deporte y estamos todos apoyándote”. Esas palabras reconfortaron a la joven, que aún recibió otra sorpresa mayor.
Conscientes de lo importante que aquello era para ella, los médicos permitieron que Marta pudiera ir a Pontevedra a ver el Mundial de Triatlón. No pudo saludarle personalmente, pero recordó haber vivido una de las jornadas más felices de su vida.
Tras aquella experiencia, recordó en La Voz de Galicia que “estaba feliz por haberlo visto pasar en bici y corriendo por la zona de la Cruz Roja”. Desde la habitación del hospital siguió viendo su deporte favorito y los partidos de fútbol de su equipo del alma, el Barça.
Javier le regaló su medalla de bronce
Aquellos momentos pegada a la pantalla le ayudaban a olvidarse de la enfermedad y a lidiar con la dura rutina del hospital. Meses después sacó fuerzas de donde pudo, y asistió al ProTour de Pontevedra. En aquellos momentos, Marta aún estaba en tratamiento.
La organización del evento le reservó una zona especial para que pudiera conocer por fin a su ídolo. Y el momento tan esperado, finalmente, llegó. Javier Gómez se acercó a ella y le regaló la medalla de bronce que acababa de conseguir en el campeonato.
Marta ha luchado contra la enfermedad hasta al final, pero finalmente no ha podido ser. La marinense ha tenido una vida corta, pero alegre y muy intensa. Y lo más importante es que nunca se rindió, y que finalmente cumplió el sueño de conocer a su ídolo deportivo.
La muerte de Marta Ribada con tan solo 14 años ha caído como un jarro de agua fría en su entorno. Su madre decía que a pesar de tener días “pochos”, era una gran luchadora. Los que la conocieron recuerdan sus ganas de vivir, y de hacerlo con todas las fuerzas.
Javier Gómez Noya, un ejemplo de superación
Además de los éxitos deportivos, Marta admiraba a Javier Gómez Noya por su capacidad de superación. El mejor triatleta de la historia en España tuvo que superar un problema cardíaco durante su adolescencia. De alguna manera, él y Marta vivieron vidas paralelas.
A sus 39 años, el atleta español posee un palmarés envidiable: 5 campeonatos del mundo, 4 europeos y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Pero pocos conocen que en 1999 le retiraron la licencia competitiva por una patología cardíaca grave.
En una concentración de la selección española juvenil, los médicos le diagnosticaron una anomalía en el corazón. Lejos de rendirse, Javier se puso en manos de los médicos para solucionar sus problemas y volver a la competición.
Su médico, su entrenador y su familia fueron un apoyo fundamental para culminar el milagro. No solo volvió a la élite, sino que lo hizo por todo lo alto. Su ejemplo fue un espejo para Marta, que ha luchado como una guerrera hasta el final contra su enfermedad.