Marta tenía 27 años y toda una vida por delante. Un kamikaze la mató en la carretera a 150 kilómetros por hora. La joven no podrá cumplir sus sueños, pero el hombre que la mató sí: ha sido condenado a dos años y medio de cárcel.
La indignación se ha apoderado de la familia de Marta Soria Capdevila, fallecida el 16 de octubre de 2016. Sus padres llevan años batallando para que el responsable cumpla una pena mayor. Pero la Audiencia Provincial de Lleida lo ha condenado a dos años y medio.
Carlos Soria y Eli Capdevila han recibido la noticia como un jarro de agua fría. «Lo que hizo fue para matar a alguien. Era una recta de 500 metros, vio que mi hija venía de cara y no hizo ningún gesto», dice su padre indignado.
Desde el primer día, Carlos defiende que la muerte de su hija fue «un asesinato doloso». No lo ha considerado así la justicia. Los padres arrojan definitivamente la toalla, arrodillados y rotos de dolor en el punto kilométrico donde perdieron a su hija.
El accidente mortal
16 de septiembre de 2016, una de la madrugada. Sorin, de origen rumano, conduce un BMW con tres personas más a bordo por la N-240 cerca de Lérida. Pegado a él, un Audi pilotado por Emilia en compañía de su marido conduce de forma temeraria.
Los dos van pegados sin las luces encendidas, a más de 150 kilómetros por hora en un tramo limitado a 90. Parece que estén en una competición, porque van adelantándose y acelerando. En un momento dado, Sorin realiza un adelantamiento imprudente.
Marta venía de pasar el día en su pueblo natal, Les Borges Blanques, con su familia. En el kilómetro 84, en plena recta, se topó con el coche de Sorin. La joven quiso dar un volantazo pero no tuvo tiempo de esquivarlo y su auto salió volando hasta caer en un canal.
Cuando llegaron al lugar, los Mossos d’Esquadra no encontraron nada. Aquella noche había subido el cauce y el agua había arrastrado el vehículo hasta un puente. Más de media hora después, siguiendo el rastro de aceite del coche con las linternas, lo encontraron.
A las 5 de la madrugada sonó el teléfono de casa de Carlos y Elis. Aquel instante cambió para siempre la vida de estos padres, que han removido cielo y tierra para que se haga justicia. Ahora, la justicia les ha dado la espalda y el kamikaze saldrá bien parado.
La lucha de unos padres
El dolor de los padres no deja de crecer. En el kilómetro donde «un loco» acabó con la vida de su hija hay un pequeño altar en recuerdo de Marta. Son dos postes a los que nunca les faltan flores: «Me cuesta mucho venir, pero hay que seguir luchando», dice Carlos.
Carlos y Eli tienen que pasar todos los días por allí para ir a su lugar de trabajo. A su madre se le hace un nudo en la garganta y le invaden los recuerdos: «Era una niña muy especial, con mucha luz, siempre con una sonrisa, colaboraba con todo el mundo», explica.
Estos padres hicieron de tripas corazón e iniciaron una lucha para que estos casos se traten como asesinatos dolosos. Como acusación particular, pidieron 15 años de cárcel para el culpable. Es la misma pena para un asesinato en una pelea, por ejemplo.
«Al ver un coche a 200 kilómetros por hora pensamos que es un suicida, pero no lo es, es un asesino», explica Carlos. Creen que la opción más justa sería una pena de varios años. «No fue un accidente, la mataron, y el Código Penal nos ampara», explican.
Marta, toda una vida por delante
Marta tenía 27 años cuando murió, y era graduada en Ciencias y Tecnologías de los Alimentos. Había estudiado un máster en Lérida, mientras trabajaba en los laboratorios de la San Miguel. Por sus estudios y su trabajo, era una chica muy conocida tanto en Lérida como en Gerona.
Su madre se lamenta porque «le han arrancado la vida», y señala que su hija tenía toda la vida por delante. También dice que le podría haber tocado a cualquiera. «¿Qué hubiera pasado si el coche impacta contra otro donde viaja toda una familia?», se pregunta.
El tramo donde murió Marta es uno de los puntos negros de la N-240 que va de Lérida a les Borges Blanques. La calzada está deteriorada, no hay señalización, y llevan tiempo pidiendo un desdoblamiento de la carretera. En 10 años ha habido 30 muertos.
En 2017, Carlos y Eli consiguieron endurecer la pena de prisión por omisión de socorro. Pero su principal objetivo era que el accidente de su hija fuera valorado como asesinato doloso. Finalmente no ha podido ser, y el kamikaze solo cumplirá dos años y medio.