Los hechos no pudieron ser peor, Mariano Daniel Vásquea dejó morir a su novia tras una subida de azúcar y grabó su agonía. Una agonía que duró cinco horas.
Ella lloraba y suplicaba auxilio, pero él solo capturaba el momento con su teléfono móvil. «Durante todo ese tiempo manifestó de forma consciente y deliberada un propósito de satisfacer su instinto de perversidad» para «producir a la víctima el mayor sufrimiento posible». Esas son las duras palabras que la fiscal María Teresa Yoldi expresa
Así mismo, reclama una pena de prisión permanente revisable para el acusado por el presunto asesinato de su pareja, Susana C. J., ocurrido la noche del 17 de junio del 2019 en la casa de la mujer en Viladecans, una ciudad muy próxima a Barcelona.
Por otro lado, la acusación particular, en nombre de la familia, solicita la misma pena por el delito de asesinato. Además, de la misma forma que la fiscalía, pide otros 11 años de cárcel por los daños continuados y ejercidos a su pareja.
Además, suma un delito contra la intimidad al haber grabado la agonía de la fallecida en video para «construirse una coartada». El resultado fallido, se convirtió en su peor prueba de cargo.
Desde el punto de vista de la fiscal, «una nueva manifestación de su desprecio hacia Susana por su condición de mujer», grabando su cara y su cuerpo «en situación de creciente debilidad, demandante de ayuda, desnuda y casi desfallecida, atentando a lo más profundo de la dignidad» de la que era su novia.
El acusado, natural de Argentina, y su pareja Susana, iniciaron una relación sentimental en febrero o marzo del 2019.
Fuentes cercanas aseguran que él era celoso y tenía comportamientos agresivos con su pareja cuando aparecían otros hombres. Con carácter posesivo que provocaba que este la insultara y la ridiculizase tanto en público como en privado.
Según la fiscalía, «su pretendida superioridad», también le habría propinado golpes en las costillas, en la cara y en otras partes del cuerpo.
Una situación fue generando en Susana «un creciente sentimiento de inferioridad y de ambivalencia emocional» con respecto a Vásquez.
Meses después, en junio del 2019 y a causa de la última agresión a manos de su pareja, Susana se derrumbó. Ese «hundimiento psicológico» desencadenó en la no asistencia al trabajo y a encerrarse en su casa sin apenas mantener contacto con su alrededor.
Acabó despreocupándose incluso de su alimentación y del control de la diabetes que sufría, acusado por la droga que tomaba.
«Únicamente en sus manos»
El acusado, que también era diabético y desconocía los síntomas de la enfermedad, halló a su pareja mareada, con mala respiración, sin controlar los esfínteres…
Susana estaba sudando, apenas se podía mover, y sabiendo que la víctima estaba «únicamente en sus manos», y que «carecía de capacidad para ayudarse a su misma», Vásquez permaneció «impasible». Sin hacer nada desde las 22.50 horas hasta las 03.39 horas de la madrugada, casi cinco horas. Entonces su pareja no paraba de empeorar.
No le hizo ni siquiera un control de azúcar a través del glucómetro, sino que tampoco llamó a los servicios de emergencia pidiendo auxilio.
Finalmente, Susana murió como consecuencia de una bajada de azúcar (hipoglucemia).
A pesar del «gran sufrimiento y malestar que sentía» la mujer, que le pidió en varias ocasiones que le ayudara. La cruda realidad es que el procesado no hizo nada para salvar a su novia de una muerte asegurada.
Con el fin de crear una coartada, grabó con su teléfono 15 clips «convenientemente seleccionados» del grave trance de la víctima. A simple vista, en estos se observa, cómo el acusado parece estar dispuesto a socorrer a su compañera. Sin embargo, la realidad es bien distinta.