Gabriel, María, Amiel e Ixchel vivían en Godella (Valencia)

Marías: 4 madres que acabaron con la vida de sus hijos como venganza

Otros casos de parricidio que han dejado a la población española consternada

La trágica situación que ha dejado la historia de Tomás  y sus hijas  ha roto por completo a la sociedad española. Cuando estas historias ocurren, la mirada de la ciudadanía recuerda otros casos que también han resultado traumáticos por lo macabro de la vivencia. Entre estas desgracias se encuentran las llevadas a cabo por las cuatro 'Marías', las parricidas  con problemas psiquiátricos  a las que nadie privó de su custodia.

María Gombau decidió el pasado mes de marzo acabar con la vida de sus dos hijos en Godella, Valencia. Los pequeños, que por aquel entonces tenían cinco meses y tres años, moraban en familia en una casa ocupada. Si bien el lugar no era el más adecuado, el verdadero problema se encontraba en que la progenitora tenía problemas psiquiátricos.

Cuando cometió el crimen arrojó los cadáveres de los pequeños a una fosa séptica porque aseguraba que estaban poseídos. En el momento que la encontraron permanecía en el interior de un bidón completamente desnuda. Su pareja creía en la existencia de vida extraterrestre y recogía animales muertos.

Otros terribles sucesos

Otro acto de esta índole ocurrió en El Ejido, Almería. En esta localidad Ana María dio muerte a su pequeño de siete años tras perder la custodia del mismo. El día que recibió la noticia terminó con su vida. Al igual que en el caso anterior, estaba diagnosticada con problemas psiquiátricos.

Según ha podido saber 'El Español' a través del tío del menor, el niño ya había advertido a su familia de las agresiones de su madre. «La muerte de mi sobrino se pudo evitar, pero nadie, absolutamente nadie, hizo nada. El niño mandaba audios a su padre y a sus abuelos diciéndole que su madre le pegaba», comentó el familiar.

Uno más de este grupo es el caso de María, que acabó con la vida de Jùlia y Martina en Vilobí d'Onyar. En ningún momento se planteó su escolarización por su miedo a las estructuras sociales, y terminaría por asesinarlas.

Por último llegó a las portadas el caso de María Àngels, que decidió terminar con la vida de Gemma, de tan solo 10 años. El hecho ocurrió meses después de su estancia en un centro de salud mental que la llevaría a ofrecer 80 pastillas de ansiolíticos a la menor.

Una situación que se repite en todas las historias

Todas estas madres sufrían de problemas psicológicos. Según explica María Fernanda Pardo Fanjul al medio citado, lo primero que se necesita es «un informe del médico forense, además del historial médico de la Seguridad Social». De hecho «en España, y sobre todo en ciudades grandes, los juzgados tienden a establecer guardas y custodias compartidas; no suele ser normal la exclusividad por una de las partes» comenta la letrada.

Después del informe de la forense, se emite otro realizado por un trabajador social y un psicólogo en un periodo entre dos o tres meses. A pesar de que no es vinculante para el juez, sí se tiene en cuenta durante el proceso.

En la mayoría de estos casos, además de existir una distorsión psicológica que afecta a la mayoría de asesinos, existe un motivo sentimental. En el crimen de Ana María Baños, cuando mató a su hijo mientras se divorciaba, no dejaba de repetir: «el niño o es para mí o para nadie».

Otro de los elementos clave puede ser una situación de depresión que lleve a la homicida a tener una percepción común de la realidad. Este es de María Hernando cuando terminó con la vida de sus hijas Martina y Jùlia. La macabra escena fue presenciada por su marido cuando llegó a casa, pero a ella no la encontró, ya que había decidido acabar también con su vida.