Hace 14 años que Mari Cielo Cañavate, de 36 años y madre de dos niños, desapareció sin dejar rastro en Hellín (Albacete). Poco antes había confesado a su padre tener miedo del hombre con el que había mantenido una relación sentimental durante tres años. “Si desaparezco, ¿me buscarás?”, le dijo a su padre.
Paco fue condenado a 15 años de cárcel por el asesinato de Mari Cielo, pero recurrió y la justicia le dio la razón. Fue absuelto porque el cadáver nunca ha aparecido y, a diferencia del caso de Marta del Castillo, no hubo una confesión. Ahora, sus padres rompen su silencio para pedir justicia por su hija.
“No entendemos cómo puede ser que un asesino esté en la calle y, además, tengamos que pagar los costes judiciales”. Es el grito desesperado de Antonio Cañavate, que siente que “la justicia nos ha condenado a nosotros”. “Mari Cielo le quería dejar y él la mató, solo queremos que nos diga dónde está el cuerpo”, añade.
Pidió que la cambiara la cerradura
Mari Cielo Cañavate vivía solo con sus hijos después de divorciarse, y tres años atrás había empezado una relación con un hombre de 56 años, Francisco Ramírez. El 10 de octubre de 2007 fue a dejar a los niños al colegio, pero no fue a recogerlos. Al ver que no aparecía con el paso de los días, sus padres empezaron a sospechar de Paco.
Al parecer, la relación entre Mari Cielo y Francisco no era todo lo idílica que cabría esperar, y ella tomó la decisión de romper. Sin embargo, la joven estaba atemorizada ante la actitud de Francisco, que ejercía un control absoluto sobre ella. Tanto es así, que días antes de desaparecer le pidió a su padre que le cambiara la cerradura.
Mari Cielo temía que su pareja le hiciera algo, e incluso pidió a su padre que la buscara si desaparecía. Su vaticinio se hizo realidad el día que desapareció. Lo primero que hizo su padre fue ir a hablar con Paco, pero este le amenazó a punta de pistola.
'Eres un asesino de mujeres'
El miércoles 10 de octubre de 2007, Mari Cielo llevó al colegio a sus dos hijos: José Luis, de 7 años, y Kiro, de 9. Tenía que llevar también a su hermana Rosa al trabajo, pero se excusó: “No puedo, que viene Paco y se enfada mucho cuando no estoy en casa”. A las dos no se presentó en el colegio para recoger a sus hijos.
Antonio pensó inmediatamente en Paco, el hombre que le sacaba veinte años a su hija y que había convertido su vida en un infierno. Mari Cielo se había enamorado de él, pero estaba casado y siempre le prometía que dejaría a su mujer. Cansada de las mentiras, decidió poner punto final a la relación.
Su padre no se lo pensó dos veces y fue en busca de Paco: “Eres un asesino de mujeres, dime dónde está mi hija”. Él le apuntó con un arma de fuego y le amenazó con pegarles dos tiros si no se iba. Tenían claro quién era el asesino, pero el trabajo de la policía fue errático y demasiado lento, a su parecer.
La vieron muerta en su coche
Un testimonio asegura haberla visto en el coche de Francisco el día que desapareció, pero hay otro dato más escalofriante. Otros testigos apuntan a que la mujer iba con la cabeza caída, lo cual según Antonio indica que ya la había matado. El informe policial apunta al estrangulamiento como causa de la muerte.
Francisco no fue interrogado hasta semanas más tarde, y en presencia de su abogado alegó que aquel día no había salido. “Sí lo hizo, con un camioncito que tiene, él dice que no pero el repetidor ubicó su teléfono allí”, dice Antonio. Según él, “por la mañana la mató y la llevó a la finca, por la tarde la sacó”.
Pasado un tiempo de la desaparición de la joven, sus padres recibieron una carta anónima en la que se podía leer: “Buscadla donde están las putas de Albacete, allí está con Marta del Castillo”. También recibieron un mensaje al teléfono, con el siguiente texto: “No la váis a encontrar jamás, dejad de buscarla, hijos de puta”.
No hay cuerpo, ni confesión
Los investigadores informaron a los padres de Mari Cielo que Paco estaba imputado por homicidio doloso, y que tenían suficientes pruebas. Un jurado popular lo declaró culpable, y lo condenó a 15 años de prisión. Cuatro meses después quedó en libertad.
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha consideró nulos tres apartados de la sentencia condenatoria: que Mari Cielo está muerta, que el acusado es culpable de haberla matado, y que existe un delito de homicidio. El Tribunal Supremo ratificó el fallo, y obligó a la familia de la desaparecida a pagar las costas.
El tribunal considera que existen “vehementes sospechas” de que el acusado cometiera el asesinato de Mari Cielo Cañavate. Pero también matiza que no existen pruebas inequívocas ya que no ha aparecido el cuerpo. Desde entonces, lo único que quieren “son los cuatro huesos que quedan de mi hija para poder enterrarla y llevarle flores al cementerio”.