Se espera que a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa, Pablo Iglesias haga efectiva su dimisión como vicepresidente segundo del Gobierno español, que anunció hace hoy una semana, el pasado lunes, 15 de marzo. El adiós del hasta ahora líder de Unidas Podemos va a suponer un ligero retoque en la composición del Gobierno, con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, asumiendo la vicepresidencia tercera del ejecutivo. Además de las múltiples consecuencias que ello pueda tener sobre la funcionalidad diaria del Gobierno, se prevé que el adiós de Iglesias pueda contribuir a un acercamiento del PSOE y el PP.
Pero, ¿qué tipo de acercamiento? No nos referimos, evidentemente, a ningún acuerdo de Gobierno, pero sí a la construcción de mayorías que permitan desencallar cuestiones que se encuentran paradas desde hace tiempo y que la posición enrocada de Iglesias no ha contribuido en absoluto a resolver: al contrario, ha dificultado de forma clara la búsqueda de pactos. En este sentido, su trayectoria al frente de Trabajo avala a Yolanda Díaz como una figura mucho más pragmática y partidaria de la búsqueda de consensos: en algunos foros, ya se la conoce como la 'ministra consenso', por su insistencia en la idea de llegar a acuerdos y por cómo ha sido capaz de hallar puntos de encuentro en las posiciones de la patronal y los sindicatos en algunas complicadas negociaciones.
De hecho, Díaz ya mostró su talante diferenciado del de Iglesias la primavera pasada, cuando ERC se negó a votar las prórrogas del estado de alarma y el Gobierno comenzó a negociar el apoyo de C's, que finalmente consiguió. Mientras Pablo Iglesias se mantenía muy reacio al acuerdo con los de Inés Arrimadas, Díaz dijo abiertamente que no le caerían los anillos por ese acuerdo, algo que volvió a insinuar respecto a los Presupuestos: si la mayoría de la investidura no era posible —finalmente fue la que fructificó—, la ministra de Trabajo se mostraba partidaria de establecer contactos con C's, algo que Iglesias rechazaba de entrada.
Más cerca de un acuerdo entre el PSOE y el PP
Pero el 'quid' de la cuestión no es el papel de Yolanda Díaz, sino más bien la no-presencia de Iglesias. Unidas Podemos no es fundamental en una de las cuestiones que se quiere desencallar con más urgencia: la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es casi suficiente con un pacto entre PSOE y PP, y por eso el mero hecho de que Iglesias abandone el ejecutivo deja al PSOE menos maniatado para llegar a un acuerdo puntual con los populares.
De entrada, y aunque el entendimiento sea ahora más sencillo, lo que es seguro es que no se va a producir hasta que pasen las elecciones en Madrid, que impiden que PSOE y PP lleguen a acuerdos, algo que beneficiaria electoralmente a sus contrincantes políticos. Pero cuando pasen los comicios madrileños ya no va a haber excusa para postergar más una renovación del CGPJ que urge —y de qué manera—, y de la cual se ha hablado mucho a lo largo de esta legislatura e incluso de la anterior.
Pero, ¿qué es el CGPJ y por qué su renovación es tan importante?
A menudo cuesta entender por qué se habla tanto del CGPJ, por desconocimiento de qué es, de cuáles son sus funciones y de por qué parece tan importante su renovación. Lo es, y que el entendimiento entre el PSOE y el PP esté más cerca sin Iglesias que con él es una nota para el optimismo a partir del 4 de mayo. El CGPJ es el órgano de gobierno del poder judicial en nuestro país. Significa, por ejemplo, que se encarga de nombrar a todos los miembros del Tribunal Supremo y a los presidentes de la Audiencia Nacional y de los Tribunales Superiores de Justicia autonómicos; además de decidir acerca de los ascensos de jueces y magistrados.
Ni juzga, ni emite sentencias ni resuelve recursos, pero gobierna el poder judicial en nuestro país y ello convierte al CGPJ en un órgano clave del sistema democrático español. Además, su renovación depende de forma directa del Congreso y del Senado, que eligen sus miembros y lo hacen por mayoría de tres quintas partes: es por ello que se requiere un pacto entre el PSOE y el PP; ya que la mayoría de la investidura no alcanza, ni por asomo, los 210 diputados necesarios. De hecho, en el Congreso, PSOE y PP suman 208 escaños, pero se da por descontado que podrían conseguir los dos diputados restantes con el apoyo de otras fuerzas menores.
Los mandatos de la veintena de miembros del CGPJ son de cinco años: el presente caducaba en diciembre de 2018. Es por eso que lleva ya dos años y tres meses en funciones, el periodo de provisionalidad más largo de la historia de la democracia en nuestro país. Ello lo ha propiciado la falta de acuerdo durante los últimos años entre el PSOE y el PP, de forma que su posible acercamiento permite ver, aunque sea con la boca pequeña, una luz al final del túnel. La falta de renovación del CGPJ mina la imagen de imparcialidad e independencia del órgano, ya que deriva directamente de la falta de consenso político de las cámaras legislativas. Veremos en mayo si la marcha de Iglesias y el haber dejado atrás las elecciones en Madrid permiten, de una vez por todas, acabar con este escollo que se está alargando de forma exagerada.