Los vecinos de la localidad barcelonesa de Palau-solità i Plegamans no esperaban que este lunes su pequeño municipio fuera noticia por un macabro hallazgo. Y es que han pasado poco más de 24 horas desde que se confirmaba que se había localizado a un hombre muerto en su vivienda en extrañas circunstancias.
Y es que lo que se encontraron los Mossos d'Esquadra cuando entraron al domicilio era realmente espeluznante. No solo localizaban el cadáver de Manuel B., un hombre de 70 años, sino que el cuerpo del fallecido presentaba sus genitales amputados y a su alrededor estaba todo lleno de excrementos de perro.
Con este panorama en el escenario donde se localizó el cuerpo, las primeras hipótesis de la policía catalana iban encaminadas alertaban a un posible homicidio. Se trabajaba también con la posibilidad de que el cadáver podría haber sido movido del lugar y haber muerto en otra situación. Finalmente, la autopsia ha determinado como fueron los últimos minutos de vida de Manuel.
Desvelada la causa de la muerte
Según recoge el medio ‘Crónica Global’, Manuel era una más de estas personas que vivían sola en plena pandemia. Se encontraba en esta situación desde hace más de un año cuando murió su pareja, Juan a causa de una cirrosis. Desde entonces su única compañía eran sus dos perros, un Yorkshire y un pastor catalán a los que siempre sacaba a pasear dos veces al día.
Esta soledad parece además de los resultados de la autopsia, habrían acabado por hacer que los Mossos descartaran una posible muerte violenta. Y es que finalmente este martes el cuerpo policial autonómico confirmaba que el fallecimiento de Manuel se había debido a un atragantamiento, aunque no daban más detalles sobre el mismo. Finalmente, también se habría podido confirmar que habrían sido sus perros los que habrían devorado sus genitales después de haber estado varias horas sin comida.
El fallecido tenía problemas con las drogas y el alcohol
Aunque su relación con sus vecinos no era idílica, la realidad es que estos estaban preocupados por su salud, ya que este jubilado no solamente vivía solo. Y es que a su avanzada edad tenía una importante adicción al alcohol y las drogas. Los intentos para qué lo dejara de sus vecinos no habían sorgido nunca efecto y en más de una ocasión habían avisado a emergencias para salvarle la vida.
Pero en esta ocasión, los vecinos no pudieron hacer nada por él, según apuntaban fuentes de la investigación. Y es que no pudieron notar si el hombre estuvo luchando por su vida durante segundos o minutos, ya que se precipitó al suelo sin que nadie escuchará nada.
Algunos de los vecinos han hablado con 'Crónica Global' sobre la convivencia con el fallecido. Algunos dice que Manuel hacía «cosas raras» pero sin hacer daño a nadie. Uno de ellos recuerda como le reprendió por dejar los excrementos de sus perros en la calle y como este los recogió con las manos y los guardó en sus bolsillos. No era raro verle pedir comida en Cáritas y además sufría una importante depresión.
Tuvieron que pasar varias horas después de su muerte hasta que los vecinos lo empezaron a echar en falta. Les sorprendió que no diera las buenas noches y los buenos días a través de WhatsApp como era su rutina diaria. El último mensaje que tenían de él era el 1 de enero cuando felicitó el año a sus contactos. Fallecería pocas horas después y no sería encontrado sin vida hasta dos días después, cuando sus vecinos avisaron a la policía ante la sospecha que algo malo pasaba en el piso de la calle Padre Cinto Verdaguer de Palau-solità i Plegamans.