Se llamaba Luis Carlos R.C., pero todos lo conocían como ‘Luisca’. Este español de 42 años, nacido en Badajoz y residente en Galicia desde hacía tiempo, perdió la vida en el río Miño el pasado sábado. Se metió en el agua para rescatar a su hijo de 10 años, que también murió en la tragedia.
Los vecinos siguen consternados por la muerte de un padre y su hijo ahogados en el río Miño, a su paso por la localidad de Arbo (Pontevedra). Estaban pasando el día en familia cuando de repente la desgracia se cebó con ellos. La consternación ha llegado a Badajoz, donde tenían sus raíces.
El niño se metió en el agua para recuperar una zapatilla y se lo llevó la corriente. Su padre, Luisca, se metió para rescatarlo pero también se hundió en el agua. Su cuerpo apareció sin vida poco después, pero el del niño estuvieron horas buscándolo hasta que fue rescatado inerte al día siguiente.
Familia conocida y numerosa
Luis Carlos nació y se crió en Badajoz, y hace años se trasladó a Vigo donde conoció a su mujer. Allí tuvieron y criaron a sus dos hijos de 8 y 10 años. Los tres estaban el pasado sábado en una playa fluvial del río Miño en Arbo, pasando un día en familia, cuando sucedió la tragedia.
Luis Carlos pertenece a una familia numerosa y conocida de Badajoz que ahora se encuentra devastada. Siete de sus hermanos se han desplazado hasta Galicia para velar los cuerpos. Aún están intentando encajar lo ocurrido, y destacan la heroicidad del padre intentando salvar a su hijo.
Luis Carlos no se lo pensó dos veces a la hora de meterse en el agua para socorrer a su hijo mayor en apuros. Sin embargo, la fuerte corriente y la temperatura helada del agua impidió que ambos pudieran salir. A él lo encontraron poco después, pero no pudieron hacer nada para reanimarlo.
De Badajoz a Vigo
La prensa extremeña se ha hecho eco de la desgracia, destacando los orígenes pacenses del padre. Luis Carlos nació en Badajoz y estudió en el colegio Guadiana, primero, y en la Universidad de Extremadura, después. Se formó en Biblioteconomía y Documentación, en un grado impartido en la Alcazaba.
Hace trece años se mudó a Galicia por motivos de trabajo, y allí conoció a su mujer, una viguesa de origen vasco. Él empezó a trabajar en una fábrica de la compañía Bosch, y tuvieron a sus dos hijos. La familia se quedó a vivir en Vigo, pero él nunca perdió su conexión con Badajoz.
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El día de la tragedia estaban en el Arbo, un municipio pontevedrés donde sus suegros tienen una parcela. Fue la madre quien avisó alarmada a los servicios de emergencia tras perder el rastro de su marido y su hijo. El padre consiguió alcanzar al hijo y abrazarlo, pero la corriente les separó de nuevo.
Devastados por la tragedia
Los servicios de emergencia rescataron a Luis Carlos con síntomas de ahogamiento, y acabó muriendo. Un amplio dispositivo surcó los 45 kilómetros de superficie del río Miño en busca del pequeño. Fue al día siguiente cuando lo encontraron muerto en una cavidad, a pocos metros de donde desapareció.
Ambos cuerpos fueron trasladados al hospital Nicolás Peña de Vigo, para practicarles la autopsia. Algunos familiares de Badajoz viajaron hasta Vigo. “Somos una familia muy unida y estamos destrozados, aquí estamos en el tanatorio, con la cabeza baja, en grupitos, todos en silencio”, comentó un tío del padre.
La familia de Luis Carlos es conocida en Badajoz por regentar una empresa de sonido. Su padre se encuentra “destrozado”, a la espera de poder ver el cuerpo de su hijo en compañía de su mujer. “Está siendo una pesadilla, crees que algo así nunca te puede pasar a ti”, decía uno de sus hermanos.
Era un padre ejemplar
De Luis Carlos dicen que “era un chico estupendo, muy activo, un padrazo”, y resaltan entre sollozos su heroicidad. “El agua estaba helada, bajaba con mucha fuerza, era peligrosísimo, muy arriesgado”, cuentan sus familiares. Finalmente la muerte les encontró a los dos, tiñendo el entorno de luto.
Luis Carlos era team support en uno de los centros de Bosch Communication Center. La tragedia ha llegado también hasta esta empresa, donde sus compañeros se encuentran en shock. Recuerdan la pasión de este padre por sus hijos, su compañerismo y su carácter franco y auténtico.
Le describen como una persona muy inteligente, amante de la fotografía y la naturaleza. Le gustaba volver a Badajoz de vez en cuando y pasar los días en la parcela que tienen sus padres en Tres Arroyo. Alguna vez había vuelto a su tierra en caravana con su familia, un viaje que ya no podrán volver a hacer.