Una jeringuilla con una hipotética vacuna contra el Covid-19

El calvario de Lucía meses después de tener coronavirus: 17 años y en silla de ruedas

Su familia la ha llevado en más de 15 ocasiones a Urgencias y a una clínica privada, pero solo fue ingresada seis meses después de dar positivo

Lucía es una joven española que tiene solamente 17 años, pero que sabe en sus propias carnes lo que es vivir un caso grave de Covid-19 persistente, es decir, un caso de la enfermedad que perdura en el tiempo a pesar de superar la fase más aguda. 

«Necesitamos que alguien nos dé una solución, se nos cae el alma al suelo al ver a una niña de 17 años sentada en una silla de ruedas y ya un poco cansada de tantos médicos que no encuentran qué le pasa», explican los padres de Lucía, que sospechan que la joven, efectivamente, sufre un caso de Covid-19 persistente porque lleva meses con episodios de febrícula, náuseas, mareos y disfagia, tal como explican sus familiares a 'El Periódico Mediterráneo'.

Además, con el paso del tiempo, lejos de mejorar, Lucía ha mostrado nuevos síntomas como la regurgitación de líquidos y alimentos por la nariz, pérdida del equilibrio e incapacidad de mantenerse de pie o caminar sin ayuda, según denuncian sus padres. 

Desde que dio positivo por la enfermedad, la vida de Lucía se ha convertido en una pesadilla en la que ha tenido que visitar el hospital varias veces, así como otros tres centros privados de sanidad y también a la Seguridad Social. 

15 visitas a Urgencias y acaba en silla de ruedas

Fue el pasado 17 de octubre cuando Lucía llegó al servicio de Urgencias. Había dado positivo tres días antes, pero sus síntomas, lejos de remitir, como es lo más habitual entre los más jóvenes, se agravaron. La menor sufría disnea y dolor en el costado, pero recibió el alta y la mandaron para casa. 

Gabriel Rubio, el padre de Lucía, explica que el día 23 de ese mes, casi una semana después de su primera visita, vuelve a Urgencias con febrícula, tos persistente y dolor de garganta. Los médicos la atienden y le vuelven a dar el alta, hasta que algo más de una semana más tarde, el 31 de octubre, la familia visita por tercera vez Urgencias. 

El 4 y el día 6 de noviembre vuelve al centro sanitario, con los mismos resultados que las visitas anteriores, así que vuelve a recibir el alta médica alegando que son «síntomas covid». El vía crucis de Lucía y su familia continúa el día 7, con nueva visita a Urgencias con un aumento del dolor epigástrico abdominal; y el día 11, con dolor en el costado y disnea. 

El 18 de noviembre, un mes después de recibir el primer resultado de positivo por Covid-19, Lucía visita Urgencias por octava vez, a la que le seguirían una novena y una décima. El 23 de noviembre vuelven a mandarla para casa y los síntomas no cesan.

Estamos ya a 6 de diciembre. La familia visita un centro de la sanidad privada porque su médico de cabecera no puede «recetarle» una nueva prueba diagnóstica, así que acuden a Urgencias, donde la derivan a Medicina Interna. El resultado empieza a dar negativo, lo que indicaría que Lucía está superando la enfermedad.

Dos meses después, el 5 de febrero, Lucía presenta «acorchamiento en hemicuerpo derecho y falta de visión en ojo derecho», por lo que se le realiza un TAC que no muestra nada reseñable y le diagnostican «migraña con aura» con una nueva alta hospitalaria. 

El 8 de febrero Lucía vuelve a Urgencias con «debilidad, náuseas, visión borrosa y pérdida de fuerza en miembros inferiores», pero vuelve a recibir el alta con «diagnóstico de debilidad». Un día después, el día 9, vuelve a visitar Urgencias, pero no es hasta una semana después, el día 16, cuando finalmente la dejan ingresada por inmovilidad de los miembros inferiores. 

La neuróloga que atiende a Lucía cree que se trata de un trastorno psicológico, así que pide una consulta con el servicio de Psiquiatría y le diagnostican un «trastorno conversivo», derivándola a Psicología Clínica y pidiendo nueva cita en Neurología. La próxima semana tiene una nueva cita con el psicólogo clínico, pero la familia todavía no sabe exactamente qué pasa con Lucía. 

Seis meses y más de 15 visitas al hospital o a la clínica privada después, Lucía sigue con síntomas relacionados con el Covid-19 aunque ya ha pasado la enfermedad, y además está en una silla de ruedas sin poderse mover y a la espera de que, por fin, averigüen exactamente qué le pasa. Y todo con solamente 17 años.