Un coche eléctrico durante su operación de carga.

La batalla entre varias comunidades por la fábrica que cambiará la industria de España

El Gobierno anunciaba hace unos días la instalación en Cataluña de una fábrica de baterías gracias a un consorcio con Volkswagen, Seat e Iberdrola

Polémica abierta en varios puntos del territorio español por el anuncio oficializado el pasado jueves por parte de la ministra de Industria, Reyes Maroto. El gobierno español va a consorciarse con Volkswagen, Seat e Iberdrola y creará una fábrica de baterías eléctricas que instalará en España. 24 horas más tarde, durante la visita del rey Felipe VI a la fábrica de Seat en la localidad de Martorell, en Barcelona, la ministra Maroto insinuó que la nueva factoría podría instalarse muy cerca de las instalaciones de Seat en Cataluña, en una apuesta fundamental para la industria catalana que se cifra en 5.000 millones de euros.

La fábrica de baterías, clave para el coche eléctrico y para el futuro de la industria en España

Lo cierto es que la apuesta por el sector de las baterías es clave para el futuro del sector secundario en nuestro país y que, hasta ahora, han sido múltiples las voces que han urgido a España a subirse a este tren para el mantenimiento del tejido industrial en nuestro país. De esta forma, la la fabricación de baterías es fundamental para el sector de la automoción del presente y del futuro, y en pocos años se augura que va a mover millones y millones de euros. Las baterías son hoy en día la única opción real para conseguir la descarbonización y la minimización de las emisiones.

En esta transició hacia la electrificación de la economía, es clave para España emprender el camino de la fabricación de baterías, que atraerá hacia nuestro país la apuesta por los vehículos eléctricos de todo el sector automovilístico. La primera parada del camino es Seat: su electrificación va a consolidar la apuesta por el coche eléctrico y forzará la reconversión a este sector de muchas empresas auxiliares de la automoción que hasta ahora enfocaban su producción hacia los vehículos de combustión. Se trata, pues, de un camino hacia el progreso del sector automobilístico en particular y hacia la reconversión de la industria española en general.

La propia Seat había lanzado su disposición a invertir 5.000 millones de euros para electrificar sus vehículos fabricados en Martorell, pero reclamaba una apuesta en firme por parte del gobierno: era necesaria la fabricación de baterías eléctricas en España. En este contexto encaja el hecho de que suene con fuerza el solar que dejará libre Nissan en la Zona Franca de Barcelona cuando se haga efectivo el cierre que la compañía japonesa ya anunció a finales del año pasado. El ejecutivo estatal dejó caer hace unas semanas que el primer gran proyecto para captar fondos de las ayudas europeas 'Next Generation' iría en relación al coche eléctrico y la apuesta por la fabricación de baterías encaja como anillo al dedo a esta pretensión.

El ejecutivo lo tiene claro: de un lado, se da un paso adelante hacia la reducción de emisiones contaminantes, cambiando radicalmente el impacto de la movilidad actual y haciéndola más sostenible. Del otro, se da un impulso a la industria de nuestro país guiándola hacia el camino de la reconversión y la modernización. Dos pájaros de un tiro que encuentran su punto de unión en el coche eléctrico. Y el primer paso para conseguir este doble objetivo es la apertura de la primera fábrica de baterías en España por la vía de la colaboración público-privada entre el Gobierno, Volkswagen, Seat e Iberdrola.

Una batalla abierta entre comunidades

Dada la importancia de la apuesta gubernamental y el hecho de que el primer paso en este sentido se dé en Cataluña, ya que Seat está instalada en esta comunidad autónoma, la decisión ha levantado ampollas en otras regiones de España, recelosas de no poder acoger dicha factoría. Comunidades gobernadas por el PP, como Galicia, o por el mismo PSOE, como Aragón o Extremadura, ya han mostrado su indignación: no comprenden por qué motivo la fábrica de baterías se instalará en Cataluña y no en otro territorio, especialmente entre las 10 comunidades autónomas donde se extrae litio, elemento del que se componen las baterías.

«No se puede condenar el futuro de Extremadura para seguir reforzando el desarrollo industrial en otras comunidades autónomas», protestó hace unos días el alcalde socialista de Cáceres, Luis Salaya; que se sumó a la indignación del presidente aragonés, Javier Lambán, que reveló que «fuimos los primeros que le hicimos saber al Gobierno de España nuestro interés por la iniciativa y los primeros que tuvimos contactos con fabricantes chinos». La decisión no está cerrada, pero parece claro que si finalmente la fábrica se instala, como parece, en las actuales dependencias de Nissan en Barcelona, va a generarse una fuerte polémica y malestar por parte de otras regiones.

Cabe destacar que se instale en Cataluña, como probablemente acabará ocurriendo, o lo haga en algún otro punto del territorio español, la apuesta del Gobierno por la fabricación de baterías eléctricas es clave para la permanencia del pleno vigor de la industria española en los próximos años. Los fondos Next Generation, que ayudarán a la inversión necesaria, permitirán a España no perder el tren de un sector llamado a ser fundamental en las próximas décadas.