Lizzy Evans, madre de cuatro hijos, ha fallecido con solo 27 años tras confundir los médicos el cáncer que padecía con una menopausia precoz. Su muerte, tan triste como absurda, ha provocado indignación y consternación en la sociedad, y sus familiares y amigos no logran entender cómo se pudo cometer un error tan flagrante.
Lizzy Evans, natural de la ciudad galesa de Bagillt, desarrolló un cáncer de útero que le fue diagnosticado hace un año mientras estaba embarazada de su cuarto bebé. Tras el nacimiento de la niña, empezó un tratamiento contra el tumor que padecía y poco después empezó a sentir dolores musculares.
En plena pandemia, los doctores que llevaron su caso identificaron esos dolores como síntomas de una menopausia precoz. El diagnóstico erróneo impidió llevar un seguimiento de la enfermedad, y tratarla a tiempo. Cuando los dolores fueron más fuertes, los médicos descubrieron que Lizzy tenía en realidad un cáncer. Pero ya era demasiado tarde: se había extendido hacia los pulmones y estaba en fase terminal.
La familia de Lizzy está devastada. Con solo 27 años deja huérfanos a cuatro niños de 9, 8, 2 y 1 año. Antes de fallecer, la joven pudo cumplir su último sueño y se casó con su novio, Joshua Evans, en casa de su madre en Leewood, Gales. Hasta el último momento guardó la esperanza de empezar un tratamiento clínico en Manchester, pero no disponía de los recursos económicos para costearlo y el tiempo se le agotó.
Lizzy murió el pasado 31 de marzo en casa, rodeada de sus seres queridos, y antes de irse pidió una última voluntad: que su ejemplo sirviera para concienciar sobre el cáncer de útero. «Esto es lo que ella quería», asegura su familia, que ha creado una fundación para difundir la realidad de esta enfermedad y recoger fondos para su investigación.
Víctima del colapso hospitalario
Lizzy ha sido otra víctima más de la falta de atención médica debida al colapso hospitalario. Como persona que había pasado por un cáncer, tenía que someterse a pruebas periódicas, pero el estallido de la pandemia impidió un seguimiento más estricto. La joven fue al médico de cabecera con dolor en la espalda, los hombros, las costillas y el cuello. Unos dolores que con el tiempo se hicieron más agudos y se extendieron a otras partes del cuerpo.
Sin embargo, su médico lo atribuyó a un adelanto de la menopausia a causa de los fuertes tratamiento que había recibido anteriormente. La mandaron a casa, pero poco después empezó un dolor en el estómago que la llevó de nuevo al centro médico. Los doctores pensaron que podría tratarse de un problema de ovarios, pero al hacerle más pruebas descubrieron que se trataba de un cáncer en fase avanzada.
En su último viaje al hospital, Lizzy estaba tan mal que en la ambulancia le dijeron que tenía un colapso pulmonar. Al cabo de unos días, tenía una metástasis extendida a los pulmones, la espina dorsal y el cerebro. «Ella era una luchadora tan grande que tuvo esperanza hasta el último momento», dice su madre rota de dolor.
Su familia intentó hacer su vida lo más agradable posible hasta el final. «Era una persona muy agradable, siempre con una sonrisa para los demás, divertida, entregada a sus hijos y a su familia», dice su madre, «la vamos a echar mucho de menos, la vida es muy injusta, solo tenía 27 años y toda una vida por delante».
Las últimas palabras de Lizzy
«Ha dejado un vacío muy grande en nuestros corazones», lamenta su madre, que recuerda que después de morir encontró entre sus pertenencias un poema escrito de su puño y letra. Ahora su madre, que guarda el papel como un tesoro, ha revelado las últimas palabras de esta madre luchadora que se fue antes de tiempo.
Estas son las últimas palabras de Lizzy hacia su madre: «Mamá, tú eres la única que lo entenderá, siempre dispuesta a tenderme la mano. Tu amor es mi salvavidas en todas las tormentas. Tú me has protegido desde que nací. Eres mi modelo a seguir, mi apoyo y mi reina. Sé que siempre tengo tu hombro para llorar. Te amo mamá, por todo lo que haces, gracias por ser tú».