Jaume Badiella y Mònica Borràs, vecinos de Terrassa (Barcelona) habían sido pareja y en el momento de los hechos vivían juntos sin tener ninguna relación sentimental. En agosto de 2018, él la mató y levantó varias baldosas del patio para esconder el cadáver. Luego montó una farsa para fingir su desaparición.
Diez meses después, los investigadores descubrieron el cadáver de la víctima enterrado en casa del asesino. Esta semana ha arrancado en la Audiencia Provincial de Barcelona el juicio por el crimen de Mónica Borràs. Jaume Badiella, el único acusado, se enfrenta a 24 años de cárcel por asesinato con ensañamiento y alevosía.
El caso, que conmocionó a los vecinos de la ciudad catalana hace tres años, vuelve ahora a resucitar los fantasmas. La investigación concluye que la pareja vivía en una espiral de violencia que acabó en tragedia. Jaume, que mató a la víctima con un hacha, confesó los hechos al ver desenterrar el cadáver.
Los hechos: el crimen de Mònica Borràs
Una discusión en el domicilio que compartían Jaume Badiella y Mònica Borràs acabó en tragedia el 7 de agosto de 2018. Según la investigación y la confesión del propio Jaume, en el fragor de la disputa la agredió con un hacha. Una vez cometido el crimen la enterró en el patio de caso y orquestó un plan para simular su desaparición.
Jaume y Mònica mantenían una relación tortuosa, y días antes del crimen ella le echó de casa tras una violenta pelea. En aquella ocasión, Jaume golpeó a Mònica en la cabeza varias veces tal y como esta explicó a su madre. Días después se desencadenó la trágica pelea en la que él acabó con la vida de ella.
Tras haberla matado cavó un agujero en el suelo lo suficientemente grande para meter el cuerpo, y lo cubrió con las baldosas. Luego puso una denuncia ante los Mossos explicando que había discutido y que ella se había ido de casa. Tras observar varias contradicciones, los agentes investigaron su autoría.
La versión de Jaume
Finalmente llegaron hasta el cadáver de Mònica, y mientras lo desenterraban Jaume se hundió y lo confesó todo. Desde entonces se encuentra en prisión provisional, como único acusado de este crimen. El lunes arrancó el juicio en el que le piden 24 años de cárcel, y en el que ha sido el primero en declarar.
Jaume Badiella, de 54 años, no había declarado hasta ahora y por fin ha roto el silencio. Según ha explicado, lo hizo en “un momento de desesperación”. “Sentía que mi vida no valía nada, que era un apéndice de una mente enferma, me desesperé y le pegué con lo primero que encontré”, ha afirmado.
Según su versión, en ese momento no eran pareja y la situación se había desbordado con alguna que otra discusión. En su relato dice que la empujó hacia dentro del baño y la golpeó con el hacha. “Me encontré absolutamente solo con una cosa absolutamente impensada, y lo único que me pasó por la cabeza fue esconder el cuerpo”, ha añadido.
Ha declarado la madre de Mònica
Hoy también ha declarado la madre de la víctima, según la cual su hija tenía un trastorno límite de la personalidad. Ha explicado que cuatro días atrás la llamó para explicarle que el acusado le había dado “varios golpes en la cabeza”. Luego colgó el teléfono y no pudo hablar más con ella, porque ya no lo cogía.
La mujer ha recordado que fue el propio Jaume quien acudió a su casa para decirle que su hija había desaparecido. De hecho, los dos fueron juntos a poner la denuncia. Pero en los días siguientes, el acusado mostró reticencia a la hora de entregarles el teléfono y el ordenador de la víctima para la investigación.
Los Mossos sospecharon desde el principio de Jaume, pero la ocultación del cadáver hizo muy difícil su localización. Finalmente lo consiguieron gracias a las técnicas de georradar. Al final del patio, en un cobertizo y bajo las baldosas, estaba el cadáver de Mónica que ahora busca justicia en el juicio.