Lídia González era una joven de 22 años de Burgos pero que residía en Pamplona. Empezado el mes de mayo pasado, notó molestias como mareos, náuseas e incluso pérdida de la visión. Al ver que no se encontraba bien acudió a urgencias y, posteriormente, fue derivada al Hospital Clínico de Valladolid. A la joven, que le diagnosticaron un tumor cerebral, no le pudieron aplicar ningún tratamiento a causa de que jamás llegaron los resultados de su intervención.
Tras quedar Lídia ingresada en el Clínico de Valladolid, pasó 10 días en absoluta soledad y la operaron de un tumor cerebral que le había sido localizado en el lado izquierdo del cerebro.
Tras haber pasado la operación, fue enviada a casa y tan solo le recetaron paracetamol, según ha contado su madre al medio ‘El Norte de Castilla’.
Así, tras la operación y estando ya en casa, el Hospital Clínico de Valladolid envió a León la biopsia del tumor que le habían extirpado a la paciente. Estos resultados eran absolutamente imprescindibles, pues sin ellos los doctores de Burgos no podían determinar un tratamiento para la joven, pero cuando los resultados de la analítica del tumor llegaron a León, la joven de 22 años ya había fallecido.
Según la madre de la joven: «Nos llegaron a decir en el Clínico que si nos pensábamos que las pruebas tardaban poco, que había un montón de trabajo con el coronavirus». Y ha añadido que la neurocirujana del hospital tuvo un trato «inhumano» con ellos.
«El día 25 de junio volvimos a consulta con la neurocirujana que la había operado a Valladolid porque mi hija tenía mucho temblor en las manos, se levantaba y apenas sabía caminar y se le olvidaban mucho las cosas», explica su madre, que añade que el trato recibido allí «fue inhumano»: «La doctora no se levantó ni de la mesa y solo preguntó que cuándo teníamos cita con el oncólogo, que se lo explicásemos a él», manifiesta al citado medio.
A consecuencia de la enfermedad, Lidia empezó a quedarse sin poder hablar, tuvo pérdidas de memoria y la movilidad también se vio afectada. Fue el pasado 12 de julio cuando Lidia falleció «abandonada y sin ningún tratamiento», como apuntaba su madre al medio ‘El Norte de Castilla’.
Desgraciadamente no es ante el primer caso que nos encontramos en España en el que pacientes no han podido ser atendidos de la manera más amplia a causa de la congestión sanitaria que se vive en nuestro país a causa del coronavirus, que en muchas ocasiones centra toda nuestra atención.