Los triángulos amorosos, por norma general, no suelen terminar bien, pero si, además, hay narcotráfico de por medio el final trágico está asegurado. Y esto es lo que ha sucedido en España.
Valeria, una mujer de 34 años y dueña de un piso donde se vendía droga, se enamoró de José Luis, uno de sus clientes, el pasado mes de diciembre y decidió empezar una relación con él. Sin embargo, unas semanas después, el 15 de enero, terminó con la vida del que fue su pareja con la ayuda de su socia, la Patrona, y de su nuevo novio, el Periquito.
El principio del fin
Valeria y la Patrona residían en un piso de la calle Cullera de Madrid y allí solían acudir con frecuencia decenas de toxicómanos de Carabanchel y de la Latina para comprar droga.
José Luis era uno de los clientes habituales que visitaba el domicilio para conseguir estupefacientes y sus continuas visitas desataron un romance entre él y la dueña del piso.
Todo iba bien entre ellos hasta que a finales de diciembre, él se llevó el coche de Valeria y la Policía le dio el alto. A pesar de ello, el toxicómano no se detuvo y los agentes le persiguieron hasta sufrir un accidente en el que le causó al vehículo unos desperfectos valorados en 2.000 euros.
La familia de la narcotraficante le pidió, entonces, a José Luis que abonara el importe de la reparación del coche, pero él no tenía dinero suficiente.
Fue en aquel momento cuando la relación entre el toxicómano y Valeria empezó a tambalearse. Sus parientes empezaron a presionarla y ella muy pronto empezó a flirtear con el Periquito, otro de sus clientes.
Pero esto no impidió que mantuviera en pie su idilio con José Luis. La narcotraficante estuvo con ambos a la vez y los celos entre de los dos hombres no tardaron en aparecer.
A pesar de ello, la familia de Valeria le dio un ultimátum al toxicómano: abonar los 2.000 euros de la reparación del coche antes del 15 de enero.
Él intentó reunir el capital que necesitaba, incluso le pidió ayuda a sus amigos, pero no lo consiguió. Por este motivo, llamó a una amiga que vivía en Extremadura y le pidió cobijo.
Valeria se enteró de que José Luis se iba a marchar de Madrid y decidió enviarle varios mensajes muy enfadada en los que le reprochó que Periquito era mucho más hombre que él y también mejor amante.
El toxicómano le respondió con varios audios de WhatsApp maldiciéndola y jurando en contra de ella y de toda su familia. Unas grabaciones que Valeria le reenvió al otro chico, quien se llenó de ira y amenazó de muerte al ex de su novia.
Cita con trampa
José Luis regresó a Madrid tras el mensaje del Periquito. Valeria y su pareja salieron en su busca el 14 de enero, pero no pudieron encontrarle.
Así, la narcotraficante decidió enviarle un mensaje para quedar con él durante la madrugada del día 15. Acordaron verse en la calle de Alhambra, en el barrio de Lucero de la Latina, pero lo que el toxicómano no sabía era estaba a punto de meterse en la boca del lobo.
Valeria, el Periquito y la Patrona salieron de casa con guantes de látex y un cuchillo escondido y se dirigieron hasta el lugar donde ella se había citado con su ex.
La narcotraficante y José Luis mantuvieron una breve discusión y tras esta, el toxicómano recibió la primera puñalada por la espalda, para después atestarle 11 más.
Pista clave
Valeria, el Periquito y la Patrona regresaron al piso como si aquella noche no hubiera pasado nada, pero decidieron teñirse el pelo por si alguien pudiera haber visto el asesinato.
La narcotraficante, además, se marchó unos días a Bilbao para asegurarse de que no sería atrapada y cuando se sintió segura regresó a Madrid.
Valeria, el Periquito y la Patrona empezaron a hacer fiestas y a subir fotos a sus redes sociales, pero cometieron un error muy grave y que sería clave para que las autoridades cerrasen el caso.
El día del asesinato de Jose Luis, le quitaron el móvil al toxicómano y luego se lo quedaron. Así, el grupo VI de Homicidios obtuvo datos de este aparato y logró reconstruir cuidadosamente los últimos meses de este cruce de navajas gracias a ellos y, por lo tanto, arrestar a los culpables.