No bebía, no fumaba, no salía de fiesta, y jugaba al fútbol desde pequeño. El perfil de José Luis Carmona Solís no encaja con el de los fallecidos por coronavirus, pero la pandemia no hace excepciones. Su vida se ha apagado a los 20 años en una UCI de Málaga después de diez días luchando por su vida.
Cholo, como le conocen sus amigos y su familia, era un chico tranquilo y deportista. Vivía con su familia en el barrio de Palma-Palmilla, en Málaga, donde hoy reina la desolación. Nadie se explica cómo la enfermedad ha podido doblegar a este joven lleno de vitalidad.
José Luis era el segundo de cuatro hermanos de una familia malagueña. Sus tres hermanas tienen 13, 21 y 27 años. La mayor, Evelyn, recuerda a su hermano como “el mejor de la casa, un niño muy inocente que no salía de casa y te daba el corazón si hacía falta”.
En El Español lamenta que Cholo no haya podido disfrutar de la vida lo suficiente: “Le quedaba mucho por vivir, tenía toda la vida por delante”. Su familia llora hoy la pérdida de “un torbellino” lleno de ganas de vivir, cuyos sueños han sido arrebatados por la pandemia.
José Luis, la excepción que nadie se explica
La quinta ola del coronavirus ha azotado sobre todo a los más jóvenes, que han sido los últimos en poder vacunarse. El fin del estado de alarma fue seguido de un auge de las salidas nocturnas y los botellones. Eso se ha traducido a su vez en un aumento de los casos entre los jóvenes.
Pero José Luis no encaja en este perfil, porque apenas salía de fiesta y prefería quedarse en casa. Le gustaba ir a la playa con su familia de vez en cuando. Su madre sospecha que se contagió en una salida que hicieron juntos al Chorro y a la playa días antes.
La realidad es que nadie sabe a ciencia cierta cómo y dónde se contagió el muchacho. Casi toda la familia había pasado la enfermedad, excepto él y sus padres. Se infectó a mediados de julio, cuando aún no había empezado la vacunación para su franja de edad.
Nada hacía prever que la enfermedad acabara con él de esta forma, y esta es la otra cosa que no encaja en esta historia. La gran mayoría de los jóvenes contagiados son asintomáticos o padecen síntomas leves. Sin patologías previas y con un organismo sano, era impensable que su caso acabara así.
El suyo es un trágico ejemplo de que esta enfermedad no hace excepciones y nadie está exento de sus consecuencias. Los médicos trataron de salvarle la vida de todas las formas. Pero no pudo ser, y después de diez días en la UCI falleció.
Una mancha en el pulmón y las uñas moradas
José Luis fue al hospital el 16 de julio con síntomas agudos de coronavirus: tenía fiebre muy alta y estaba desorientado. Le encontraron una mancha en el pulmón y lo enviaron a casa con Paracetamol, Nolotil y corticoide. Los días siguiente siguió con mucha fiebre y las uñas se le pusieron moradas.
Ante los síntomas de falta de oxígeno, José Luis volvió al hospital y fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Regional de Málaga. El chico tenía un 30% de oxígeno en la sangre, y permaneció en observación aunque no lo intubaron.
A pesar de los tratamientos, su estado de salud empeoró rápidamente. El 18 de agosto comunicaron a la familia que su estado era muy crítico, y que no pasaría de las 48 horas. Diez días después murió tras una larga lucha contra el virus.
Los médicos recuerdan la importancia de seguir manteniendo las medidas de prevención. Estos casos son aislados, pero suceden y no hacen distinciones. Días antes había muerto una joven de 19 años sin patologías previas en Palma de Mallorca.
Aficionado al fútbol y un deseo truncado
Cholo era un gran aficionado al fútbol, deporte que había practicado desde que era un niño hasta hace poco. De pequeño, su padre lo llevaba a ver partidos de los equipos de la región y jugaba con los amigos del barrio. Luego vistió los colores del C. D. 26 de febrero y el Carlinda.
Además, era aficionado del Málaga y compartía su pasión blanquiazul con su hermana y su tío. En el club 26 de febrero han recordado su figura con tristeza: “Había jugado aquí desde los 13 años, siempre te recordaremos y estarás presente en nuestro club”.
Hace poco dejó el fútbol y abandonó los estudios, y por el camino fue perdiendo algunos amigos. Entonces se aficionó a la PlayStation, y eso le llevó a conocer muchas personas nuevas. Tenía planeado viajar a México para conocer a un amigo de los videojuegos, un deseo que ahora se ha visto truncado.
En medio de la desolación resuenan las palabras de despedida de su tío: “Mi vuelo al cielo no se cuando será, pero tengo un reencuentro cercano contigo y confío que así será. Mi niño querido, seguirás siendo el último recuerdo inmortal y distinguido en mi vida”.