José Luis Domínguez Iborra, agente de Aduanas, falleció la madrugada del pasado 10 de julio tras 42 años de servicio. Murió haciendo lo que mejor sabía, durante una persecución a unos narcotraficantes en Algeciras. El Gobierno de España le acaba de entregar la Medalla de Plata de la Orden al Mérito.
José Luis era el mejor en lo suyo, una auténtica pesadilla para los narcos. No en vano tenía el mérito de ser el que más hachís había intervenido en nuestro país. Su muerte causó una auténtica conmoción, y ahora, sus compañeros lamentan que el reconocimiento le llegue tarde, a título póstumo.
“Hizo méritos de sobra para conseguirlo en vida”, afirman, y ponen en valor el trabajo de los agentes en la primera línea de la lucha contra el narcotráfico. Esperan que el recuerdo de José Luis sirva al menos para mejorar sus condiciones de trabajo. Será el último servicio de un agente que siempre se sacrificó por el bien común.
A su trayectoria profesional
La Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas entrega la medalla a José Luis Domínguez Iborra “como homenaje a toda su carrera”. En particular, “en consideración a los méritos y circunstancias de extraordinaria relevancia que concurren en él”. El premio ha obtenido la respuesta por parte de sus compañeros.
La Asociación de Funcionarios de Vigilancia Aduanera (AFVA) ha agradecido el premio con cierta amargura. “Es una pena que haya sido a título póstumo, porque con todos sus años de servicio tendría que haber recibido un homenaje en vida”, ha dicho su portavoz. Meses después de la muerte de José Luis, aún no hay mejoras.
“No han llegado embarcaciones, tampoco otros medios materiales y humanos, no existe ningún plan de la Agencia Tributaria para el Campo de Gibraltar”, lamentaron. La muerte de José sirvió para que colectivos sociales de Cádiz y fuerzas de seguridad se unieran para reivindicar un plan especial de lucha contra el narcotráfico.
Las mejoras no llegan
El Gobierno prometió nuevas líneas de actuación dentro del plan de choque de los últimos años, pero el Servicio de Aduanas se quedó fuera. Los fondos provenían del Ministerio del Interior, mientras que la Agencia Tributaria depende del Ministerio de Hacienda. Y a fecha de hoy, Haciendo no ha anunciado ninguna iniciativa en ese sentido.
Los compañeros de José Luis lo consideran una discriminación porque hacen el mismo trabajo y desarrollan las mismas competencias. Aun así no les llegan las mejoras, mientras se ven envueltos en operaciones cada vez más arriesgadas. Como la que, sin ir más lejos, segó la vida de José Luis dejando una viuda y cinco hijos.
El punto más caliente es Palmones, la zona de Los Barrios donde se concentra la mayor entrada de tabaco de contrabando. La actividad va en auge y ha desencadenado episodios violentos como allanamientos de morada y amenazas a los vecinos. Y a pesar de la situación, “no se han tomado medidas”.
Una de las principales demandas de la asociación es “que los compañeros que vienen a trabajar a esta zona tengan alicientes para quedarse”. Actualmente, sin embargo, “no hay ningún plan encaminado a fomentar el arraigo de los funcionarios”. Ahora han trasladado sus demandas a los partidos políticos con la esperanza de ser escuchados.
La noche que murió José Luis
“Si al final no salgo, me voy con los niños al cine”, le dijo a Vanessa, su mujer, el día que murió. No sabía si tenía que volar aquella noche, pero finalmente recibió la llamada de confirmación: a las 12 de la noche. Les dio un beso a su mujer y a su hija, y les dijo algo no solía decir nunca y que ahora suena como una premonición: “Cuidados”.
El helicóptero en el que iba José Luis acudió en apoyo de una patrullera que llevaba un rato tras una lancha a la altura de Estepona. Él, como observador, tenía que seguir la lancha en el mapa, adivinar su rumbo y calcular la maniobra de aproximación. Era, por decirlo de algún modo, los ojos del resto de los tripulantes de la aeronave.
“La experiencia le llevaba a anticipar lo que iba a hacer el malo, si él decía no era porque en ese momento no se podía, sus decisiones no eran discutidas, explica su jefe. Aquella noche algo falló. De repente, el helicóptero en el que iba José Luis empezó a descender hasta caer en el mar y levantar una tormenta de agua.
Mujer y cinco hijos
La aeronave quedó en la superficie marítima, panza arriba, y de ella salieron dos de los tres tripulantes. Tras varios intentos consiguieron rescatar el cuerpo de su compañero y llevarlo hasta Sotogrande. De camino entró en parada cardiorrespiratoria, y más de una hora después los médicos certificaron su muerte.
A las 06:40 de la mañana, Vanessa recibió la trágica noticia de la muerte de su marido: “Ese fue el día que me arrancaron el corazón”. Ella es 17 años más joven y era la tercera esposa del agente Iborra. Le recuerda como un hombre que “vivía por y para su trabajo” pero que “en casa era un padrazo”.
José Luis tenía tres hijos de sus dos primeros matrimonios: Adrián (31), Alejandro (28) y Chema (25). Vanessa tenía una hija, Andrea, ya adulta. Y ambos tuvieron a José Luis, de 13, que quiere seguir los pasos de su padre.