“Ya están las tres para enterrar, ya las maté”. Es el escalofriante mensaje que dejó José Luis Abet después de matar a su exmujer Sandra, de 39 años, su exsuegra Elena, de 58, y su excuñada Alba, de 27. El asesino del triple crimen de Valga podría pasar lo que le queda de vida entre rejas.
Los hechos sucedieron el 16 de septiembre de 2019, cuando José Luis Abet Lafuente mató a tiros a las tres mujeres delante de sus hijos de 4 y 7 años. La Fiscalía pedirá la prisión permanente revisable para él. Según el Código Penal, “al reo que sea condenado por la muerte de más de dos personas” se le impondrá esta pena.
El autor del salvaje crimen ha pedido recientemente la libertad condicional, pero seguirá en la cárcel hasta que se celebre el juicio. La investigación está finalizada y es demoledora. El acusado se enfrenta a tres cargos de asesinato, dos de lesiones psicológicas para sus hijos, y uno por tenencia ilícita de armas.
La obsesión de José Luis
El triple crimen de Valga pasará a la historia como uno de los más terroríficos de la crónica negra en España. El asesino actuó con premeditación y sangre fría, llevado por el odio tras el divorcio y la disputa por la custodia de los niños. El 16 de septiembre de 2019 cumplió su venganza en casa de su exmujer, en Valga (Pontevedra).
José Luis Abet Lafuente, de 45 años, estuvo casado con Sandra Boquete Jamardo, de 39, y tuvieron dos hijos. Dos años antes del crimen se separaron y Sandra consiguió los papeles del divorcio. Él se fue a vivir con su madre a Ames (La Coruña), y ella se quedó con los niños en la casa que el matrimonio se había construido en Valga.
José Luis estaba convencido de que su exmujer se lo había quitado todo, la casa y los niños, y que tenía que recuperarlo como fuera. Entonces empezó a maquinar un plan para quitarse a su ex de encima. Compró un arma en el mercado negro, y cumplió su propósito.
'Esto ya no es una broma'
Según ha podido revelar la investigación, la obsesión de José Luis era tal que llegó a pagar 10.000 euros a un supuesto brujo para lanzar un maleficio a su exmujer. Pero el plan no funcionó, y entonces empezó a pensar seriamente en hacerlo él mismo. Los vídeos que grabó 48 horas antes del crimen, revelan sus intenciones.
José Luis grabó el vídeo en la puerta de la casa donde vivía su exmujer, y donde dos días después la mataría. “Resulta que no me abre la puerta ni me coge el teléfono”, dice muy enfadado. Y añade: “Ya veo por qué matan a las mujeres, piensan que tienen las de ganar y uno ya se cansa”.
En un segundo vídeo profiera directamente una amenaza: “Esto ya no es una broma, voy a recuperar lo que es mío”. Según cuenta, le tocaba la custodia de los niños y se negaba a entregarlos. “Ya van a hacer dos años, y ahora hay que tomar medidas”, concluye.
Tres asesinatos en 20 minutos
Dispuesto a cumplir sus amenazas, José Luis compró en el mercado negro una pistola del calibre 32. Según la investigación, llegó al que había sido su hogar sobre las 7.30 de la mañana, empezó a merodear por allí y a increpar a su mujer. Sandra, asustada, avisó a su madre y a su hermana por teléfono.
La mujer se refugió dentro del coche con sus dos hijos, mientras él la emprendía a golpes contra el vehículo. Entonces cogió la pistola y descerrajó dos tiros en el cuello y uno en el pecho a su exesposa. Luego se subió al coche y huyó, pero a medio camino se cruzó con el coche en el que iban su suegra y su cuñada.
José Luis, completamente fuera de sí, decidió dar media vuelta e ir a la caza de las dos mujeres. Al llegar, Elena y Alba observaron atónitas el cuerpo de Sandra tendido en el suelo sin vida. Instantes después llegó él, entre acelerones y una sonora frenada, y vació el cargador de su pistola contra ellas.
La llamada de una de las víctimas
Mientras se dirigía a casa de su hermana, Alba llamó al 112 con un claro mensaje: “Estoy yendo a casa de mi hermana, que tiene una persona delante del portal, que no la deja salir, con un arma de fuego”. Inmediatamente se activó el protocolo de emergencias, y la policía se dirigió hasta el lugar de los hechos.
Pero ya era demasiado tarde, y el asesino había abandonado la escena del crimen con tres personas muertas y dos menores desamparados. Se dirigió a casa de su madre, desde donde mandó un mensaje a un amigo: “Ya las maté, ya están las tres para enterrar, ja, ja”. Fue detenido minutos después, sin mostrar ningún atisbo de arrepentimiento.
Los análisis forenses desvelan que María Elena plantó cara al asesino antes de morir asesinada. El crimen se produjo entre las 8:00 y las 8:20 de la mañana, veinte minutos escasos en los que perdieron la vida tres mujeres llenas de vida y de proyectos.
Tres mujeres llenas de vida
Sandra tenía 39 años y trabajaba desde hacía tiempo en una empresa de suministros. Fuera de su empleo, se dedicaba en cuerpo y alma a sus dos hijos. Llevaba una vida tranquila y discreta, y participaba en las actividades culturales del pueblo junto a su hermana.
Elena tenía 58 años y se había forjado una personalidad de luchadora acostumbrada a pelear contra las adversidades. Pasó muchos años trabajando en Suiza, separada de sus hijas. Al volver a España luchó contra un cáncer, al cual sobrevivió, y se volcó en el cuidado de sus nietos.
Alba, la hermana pequeña de Sandra, era una mujer entusiasta y llena de proyectos. Había abierto un servicio de logopedia en la localidad de Pontecesures. A través de su trabajo participaba en varias iniciativas, y también echaba una mando a Sandra con los niños.
Las otras víctimas de José Luis
En esta historia hay aún más víctimas, como los dos niños de 4 y 7 años que tuvieron que ver como su padre mataba a su madre. Pero también Fernando, marido de Elena y padre de Sandra y de Alba, al que informaron de la tragedia en su lugar de trabajo.
José Luis Abet tenía a sus espaldas 45 años y dos matrimonios fracasados. Se casó por primera vez muy joven, tuvo un hijo y después se separó para volverse a casar con Sandra. Dicen de él que tenía un carácter muy brusco y dominante: “Había que hacer lo que él decía”.
José Luis va camino de ser el cuarto condenado a prisión permanente revisable en Galicia. Todas las penas apuntan a él, y la justicia considera que actuó con premeditación. Así, seguiría el camino de David Oubel, Marcos Mirás y José Enrique Abuín ‘El Chicle’.
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