El día que conoció a ‘Dulce Ángel’ en Badoo, José Antonio Delgado Fresnedo pensó que era su día de suerte. A sus 54 años, este vizcaíno creía haber conquistado a una atractiva venezolana que dejaba ver todos sus encantos en la web de citas. En realidad, aquel día firmó su sentencia de muerte.
Porque en realidad ‘Dulce Ángel’ no era más que el anzuelo de la conocida como ‘banda del Badoo’. Este grupo criminal se dedicaba a asaltar y robar a hombres que Hendangelin Candy Arrieta seducía por internet. Antes de la muerte de José Antonio ya había habido otras víctimas que escaparon por los pelos.
La investigación consiguió destapar a la banda, en cuya cúspide estaban la venezolana y su pareja, el marroquí Mohammed Achraf. También lograron reconstruir los hechos que esta semana se juzgan en la Audiencia Provincial de Zaragoza. Los acusados se enfrentan a penas de hasta 58 años de prisión.
Una cita trampa
José Antonio Delgado Fresnedo era un informático de 54 años que como muchos otros solteros en España se hizo un perfil en Badoo. Esta es una de las redes sociales para ligar más populares en nuestro país. Basta con hacerse un perfil y esperar un “match”, es decir, coincidir con otra persona que te guste.
El destino quiso que José Antonio conectara con ‘Dulce Ángel’, una atractiva joven veinte años menor que le propuso tener una cita sexual. El 6 de septiembre de 2019, el informático se desplazó desde Getxo (Vizcaya) hasta Luceni (Zaragoza) para tener el encuentro amoroso. Pero a la cita no acudieron sólo los dos.
El hombre fue abordado por los compinches de su ligue, que le golpearon repetidamente para que les diera las claves de sus cuentas. Luego lo llevaron medio moribundo a un campo de cultivo a las afueras, y lo enterraron. La autopsia reveló que tenía arena en los pulmones, un signo evidente de que fue enterrado vivo.
Dos víctimas más
La familia de José Antonio denunció su desaparición, y la Guardia Civil no tardó en llegar hasta los asesinos. Tras cometer el crimen le habían sacado el dinero de las cuentas bancarias y vendieron su Mercedes por 21.000 euros. El modus operandi era el mismo que el empleado con las víctimas anteriores.
La primera víctima de la ‘banda del Badoo’ fue un hombre de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza) al que maniataron y aplicaron descargas eléctricas. Así consiguieron robarle su vehículo y vaciar sus tarjetas de crédito. A la segunda víctima, solo un día antes que José Antonio, le cortaron un dedo.
Las dos víctimas denunciaron los hechos ante la Guardia Civil, que puso la pista sobre un grupo organizado que parecía actuar en Zaragoza. Cuando encontraron el cadáver del informático, todas las piezas encajaron y estrecharon el cerco a los asaltantes. Finalmente detuvieron a Candy y a su verdadero novio.
Se acusan entre ellos
Sobre ellos pesa una petición de más de 50 años de cárcel, y el peso indiscutible de las múltiples evidencias. Sin escapatoria posible, los acusados optan ahora por acusarse entre sí durante el juicio. Tanto Candy como Mohamed se presentan como víctimas y se señalan entre sí para eludir la cárcel.
La venezolana, que hasta ahora se había mostrado fría y calculador, ha interpretado el papel de mujer maltratada. Asegura que Mohamed la tuvo secuestrada tres meses, y que él y sus compinches suplantaron su identidad en Badoo. Dice que él y dos dominicanos más la tenían atada con bridas y dormida con pastillas.
Mohamed escuchó impasible las acusaciones, y cuando fue su turno acusó a la mujer de haber matado al informático. “Yo tenía miedo de que hiciera algo durmiendo, y le dije si me vas a matar hazlo como has hecho con el viejo”, declaró. Según ha asegurado, ella ligaba con los hombres y luego se lo quitaba todo.
Una familia rota
Hay evidencias más que suficientes contra ellos, y es presumible que los dos acaben siendo condenados por secuestro, torturas y asesinato. Detrás dejan la tragedia de una familia, la de José Antonio, que ahora esperan justicia. El hombre tenía un hijo y era aficionado del Athletic de Bilbao, del que no se perdía un partido.
La abogada de la familia ha explicado que siempre tenía una sonrisa en la cara y que todos los domingos comía con sus padres y con su hijo. Era un hombre muy familiar que mantenía un vínculo muy especial con su hijo Unai. Por eso desde la acusación piden la prisión permanente revisable para los culpables.
También ejerce la acusación Juan José Serra, que pagó 11.000 euros por el coche de la víctima y cuya colaboración fue clave para atrapar a los asesinos. El juicio continúa con la declaración de multitud de testigos. Todo, con la esperanza de poder ver muy pronto a esta pareja entre rejas.