Jorge Larrañeta Barberena, de 43 años, era un experimentado cazador. Como solía hacer muchos fines de semana acudía a un coto de caza en Sos del Rey Católico, en Zaragoza. Alí practica una de sus grandes pasiones.
Sin embargo, la desgracia hizo que perdiera la vida de manera accidental.
Fue de un disparo que le alcanzó el estómago durante una batida. La Guardia Civil lo define como de un "accidente de caza", aunque todavía quedan muchas por aclarar. Hay algunas dudas de cómo producirse el fallecimiento.
Tienen la sospecha de que un proyectil rebotado hubiera acabado en el cuerpo de Jorge. Lo que desconocen es quién pudo hacer el disparo. Pudo realizarlo la propia víctima al manipular su arma o un compañero que participara en la batida.
El cazador residía en la localidad navarra de Zizur Mayor, pero mantenía una estrecha vinculación con su pueblo, Orbaizeta. La noticia de su muerte cayó como un jarro de agua fría entre los vecinos del municipio. La familia de Jorge era muy conocida en la zona.
Su padre, en declaraciones recogidas por el Diario de Navarra, lo definía como "un hijo maravilloso". La víctima deja esposa y dos hijos, de 8 y 6 años. En la actualidad trabajaba en la compañía Master Navarra Automatismos.
Había estado muy vinculado con la naturaleza. Siempre que podía intentaba realizar rutas de montaña o practicar la caza. Esta última actividad era la que le robaba la mayor parte del tiempo libre.
Jorge era un cazador con muchos años de experiencia
Era todo un veterano en este terreno, ya que había empezado en este mundo con apenas 16 años. Allegados de Jorge lo definían como "una buenísima persona", y un "gran cazador".
Sorprende mucho el accidente mortal que acabó con su vida. Sobre todo si finalmente se demuestra que fue él mismo el que provocó el disparo de manera involuntaria. No es descartable que los hechos ocurrieran cuando manipulaba el arma.
El suceso tuvo lugar el pasado sábado en el paraje Torres Añues, en la frontera entre Navarra y Aragón. Fue durante una batida de caza de jabalí. Los encargados de alertar a los servicios de emergencias fueron los compañeros de Jorge.
Hasta la zona se movilizaron patrullas de seguridad ciudadana de la Guardia Civil de Sos del Rey Católico y Ejea de los Caballeros. También participaron miembros del EREIM, especialistas en intervenciones de montaña del Instituto Armado. Además, se desplazó hasta el sitio el helicóptero de SOS Aragón con el equipo médico.
Jorge Larrañeta murió precisamente en el helicóptero cuando era trasladado al hospital Miguel Servet de Zaragoza. Las heridas que presentaba eran muy graves y pese a los esfuerzos de los sanitarios no pudieron hacer nada por salvarle la vida.
Los agentes de la Benemérita trataron de recabar las versiones de los distintos testigos. También tomaron pruebas para esclarecer lo finalmente ocurrido. El arma fue intervenida por unos agentes del Seprona y depositada en el registro pendiente de la investigación.
Los casos de accidente entre los cazadores resultan bastante frecuentes. Todavía se recuerda en Aragón el caso de un vecino de Tarazona que ingresó en el hospital de Zaragoza por una herida de bala.
Desde la Guardia Civil habían asegurado que se había tratado de "un disparo fortuito". En su caso, la víctima corrió mejor suerte, ya que la bala le impactó en el gemelo de la pierna, provocándole una herida abierta.
En Navarra, en la tierra de Jorge, todavía guardan en la memoria otro trágico accidente de un hombre durante una actividad cinegética. Fue hace seis años en la sierra de Javierrelatre, en Huesca. En ese caso, el fallecido era un navarro de la localidad de Arruazu, de apenas 26 años.