En 2023 se cumplirán 25 años de la entrada en la cárcel de Joaquín Ferrándiz, el psicópata de Castellón. Ese es el plazo máximo que puede estar en prisión, así que está previsto que salga a la calle el año que viene. Ferrándiz, que ahora tiene 58 años, está acusado de la muerte de cinco mujeres.
En el año 2000 fue condenado a 69 años de cárcel, aunque ya había cumplido dos en prisión preventiva. Puesto que en aquellos momentos no existía la prisión permanente revisable, el máximo que puede cumplir son 25 años. Su condena acaba el año que viene, y saldrá a la calle con la alarma social que eso puede generar.
Su perfil psiquiátrico fue objeto de estudio de los mejores especialistas del país. De hecho, su caso marcó un antes y un después en la investigación de casos de asesinos en serie en España. Por primera vez la investigación se centró en el asesino y no en las víctimas, y la labor del doctor Vicente Garrido fue determinante.
¿Está rehabilitado?
Según ha revelado Radio Castellón, fuentes penitenciarias han confirmado que Ferrándiz saldrá a la calle el año que viene. Este asesino en serie sembró el temor en Castellón en los años noventa, y se le atribuyen al menos cinco víctimas. Todas eran mujeres, y murieron estranguladas.
Joaquín Ferrándiz está cumpliendo condena en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), y hasta ahora no ha solicitado ningún permiso penitenciario. La prisión permanente revisable no se puede aplicar con carácter retroactivo. Fue condenado a 69 años, de los cuales podía cumplir un máximo de 25.
Su detención provocó una profunda consternación en la sociedad porque se trataba de un joven inteligente, educado y de lo más normal. La duda que se abre es si está reinsertado o si supondrá un nuevo peligro cuando salga a la calle. Hasta ahora no ha participado en ningún programa de rehabilitación.
Cronología de los asesinatos
Antes de los crímenes, Joaquín Ferrándiz estuvo en la cárcel por haber violado a una mujer a la que embistió con el coche. Se ofreció a llevarla hasta el hospital y una vez dentro del coche la agredió sexualmente antes de abandonarla en el centro médico. En la cárcel conoció a un hombre que había matado a su esposa.
Joaquín tomó a ese preso como modelo para construir su perfil criminal, y una vez en la calle, dio rienda suelta a su apetito. El 2 de julio de 1995 asesinó a Sonia Rubio, cuyo cuerpo fue hallado cerca de las Playas de Oropesa. Entre esa fecha y septiembre de 1996 murieron otras cuatro mujeres de la misma forma.
Joaquín Ferrández agredía sexualmente a sus víctimas y luego las estrangulaba y dejaba sus cuerpos abandonados. La sucesión de muertes de mujeres, asesinadas de la misma forma, llevó a la policía a investigar la existencia de un asesino en serie. Eso generó una gran alarma social que iba aumentando con el tiempo.
Los crímenes de Ferrándiz
Tras salir de la prisión, Ferrándiz se fue a vivir con su madre y empezó a trabajar en una compañía de seguros de coches. A ojos de los demás era un chico inteligente, discreto y educado que vivía una vida de lo más normal junto a su madre. Pero los fines de semana se transformaba en un insaciable depredador sexual.
Su destino se cruzó con el de Sonia Rubio, una estudiante de intercambio que acaba de llegar a Castellón para ver a sus padres. El 1 de julio de 1995 salió de fiesta con su amigo Consuelo, y acabaron en la discoteca Orange. A las 5 de la madrugada se despidieron, y Ferrándiz se ofreció para llevarla en coche.
El asesino la llevó hasta un sendero donde la violó y la estranguló con sus propias bragas. Luego volvió a casa de su madre para dormir un rato, y el lunes fue a trabajar como si nada. Pero el gran revuelo mediático le asustó, y decidió cambiar el perfil de las víctimas: mataría a mujeres a las que nadie echaría de menos.
Un asesino frío y despiadado
Entonces empezó a frecuentar La Ralla, un lugar frecuentado por prostitutas enganchadas a la droga. Primero mató a Natalia Archelós, luego a Mercedes Vélez y después a Francisca Salas. Su estrategia surtió efecto, y las muertes de estas mujeres apenas llamaron la atención de los medios y se vincularon al submundo de las drogas y los proxenetas.
Ferrándiz había encontrado un filón con el que saciar su voracidad asesina, y de hecho, nadie vinculó esas muertes con la de Sonia. Mientras, el asesino en serie consiguió trabajo en la prestigiosa compañía Winterthur. Allí solo tenían palabras de elogio hacia él: un trabajador serio y dedicado como pocos.
Además, aquellos días empezó una relación amorosa con Maite y su necesidad de matar desapareció momentáneamente. Pero cuando ella cortó con él volvió a despertar la bestia que llevaba dentro y volvió a las andadas. El 14 de septiembre de 1996 sedujo a Amelia Sandra García y la mató con el mismo modus operandi.
Un giro en la investigación
La investigación se encallaba y el pánico se apoderó de Castellón y sus alrededores, donde las mujeres tenían miedo de salir a la calle. En aquellos momentos, las técnicas de investigación de estos casos aún estaban muy atrasadas. Fue entonces cuando pusieron en marcha la Operación Bola de Cristal.
Los encargados del caso decidieron hacer algo que no se había hecho nunca en España: un perfil psicológico del asesino. Hasta entonces, las investigaciones se desarrollaban a partir del perfil de las víctimas. Por eso el caso del asesino en serie de Castellón marcó un precedente en la historia criminal de España.
El psiquiatra Vicente Garrido llevó a cabo la elaboración de este perfil psicológico. Traza la personalidad de un joven discreto, con antecedentes por delitos sexuales y muy inteligente. El perfil coincidía con el de Joaquín Ferrándiz, que tenía un coeficiente intelectual de 120, por encima de la media.
La policía le tendió una trampa y el joven cayó de cuatro patas. En su vivienda encontraron indicios que le relacionaban con las otras muertes, y fue condenado a 69 años de cárcel. Ahora espera el final de su condena, el 23 de julio de 2023, sin que en todo este tiempo haya realizado ningún proceso de rehabilitación.