A las 11:30 hora local, un joven vestido de negro y armado con un rifle de asalto irrumpió en la Escuela de Primaria Robb en Uvalde, Texas. El asalto se saldó con 19 niños de entre 7 y 10 años y dos adultos muertos. Entre las víctimas están Eva Mireles e Irma García, dos maestras muy queridas.
Horas después del ataque que ha conmocionado al mundo entero, se van conociendo las historias de las víctimas. Eva e Irma fueron las primeras en ser identificadas, y su actitud durante el tiroteo ha llamado la atención. Las dos maestras se han convertido en auténticas heroínas de su profesión.
Las dos estaban unidas por su vocación hacia la docencia, ya que estaban entregadas a su trabajo. Ayer tuvieron la oportunidad de demostrarlo de manera trágica, al sacrificar sus vidas para proteger las de sus alumnos. Sus alumnos y compañeros las recuerdan hoy con orgullo y lágrimas en los ojos.
Murieron de manera heroica
Eva Mireles tenía 44 años y llevaba 17 enseñando a niños de cuarto grado con necesidades especiales. Ayer se encontraba en el aula impartiendo clase cuando de pronto entró un joven de 18 años exalumno del centro. Era Salvador Ramos, el tirador que se atrincheró en el aula armado hasta los dientes.
Junto a Eva estaba Irma García, profesora de 46 años que se vio en la misma situación que su compañera. Las dos no lo dudaron y pusieron sus cuerpos por delante del de los niños para evitar que Salvador les disparara. Cuando este finalmente abrió fuego, ellas fueron las primeras en caer.
Eva e Irma murieron haciendo de escudo en un intento a la desesperada para salvar la vida de sus alumnos. Murieron de manera heroica, aunque no pudieron evitar que murieran también varios de sus alumnos. “No lo logró, se sacrificó protegiendo a los niños, murió como una heroína”, dijo el sobrino de Irma.
Hubo un simulacro hace dos meses
Eva Mireles estaba casada con un oficial de policía de Texas y era madre de una chica. Se da la casualidad de que hace dos meses, su marido Rubén Ruiz participó en un simulacro de tiroteo en la misma escuela. Él interpretaba el papel de tirador, sin saber que la pesadilla se haría realidad poco después.
Irma García llevaba 23 años en la docencia, estaba casada y era madre de cuatro hijos. Era una maestra muy querida en la escuela de Uvalde, donde trabajaba codo con codo con su amiga Eva. Según su sobrino, puso el cuerpo delante del de un niño para evitar que la bala acabara con el menor.
Poco a poco se van conociendo más detalles, y ahora se ha sabido que la matanza podría haber sido mucho mayor. Porque según varios testigos, la intención del asesino era actuar el día anterior durante el acto de graduación. Ese día había el doble de alumnos, y podría haber matado el doble de niños.
Más detalles sobre la masacre
Según se ha sabido, Salvador Ramos disparó a su abuela en la cara cuando esta trató de impedir que partiera hacia la escuela. Luego cogió su camioneta, se dirigió hasta el colegio e irrumpió en el centro. Iba armado con un fusil diseñado para causar el mayor número de víctimas en el menor tiempo posible.
Un policía escolar intentó impedir que Salvador entrara en el colegio, pero no consiguió detenerlo. “Fue por un pasillo, giró a la derecha y luego a la izquierda, donde había dos aulas contiguas”, afirman fuentes policiales. El joven entró en una de esas aulas, “y ahí es donde comenzó la carnicería”.
Salvador Ramos, un joven con problemas de personalidad, se regaló este rifle y munición el pasado 16 de mayo. Justo acababa de cumplir la mayoría de edad, y compró las armas a escondidas de sus abuelos. Vivía con ellos desde que discutió con su madre porque le había cortado el wifi.
Víctimas inocentes
Salvador Ramos fue víctima de acoso escolar cuando era alumno del mismo centro donde perpetró la matanza. Era tartamudo y ceceaba, y además provenía de una familia pobre. El blanco perfecto para las burlas y los malos tratos de los crueles niños, que crearon en él un cúmulo de inseguridades.
Con los años desarrolló una personalidad sociópata y cada vez más inquietante. En una ocasión apareció con la cara llena de cortes que él mismo se había hecho con un cuchillo “por diversión”. Era un joven solitario que apenas salía de su habitación, afirman ahora sus parientes más cercanos.
Entre sus víctimas está Xavier López, un niño de 10 años que había recibido con orgullo su diploma de graduación el día antes. También José Flores, un pequeño que siempre iba al colegio con mucha ilusión. Y Amerie Jo Garza, que cumplió años hace dos semanas y trató de llamar al 091 durante el ataque.