Sin duda, el sector sanitario ha sido uno de los sectores más vapuleados a lo largo de la pandemiaCovid-19. Durante semanas, las UCIs y las urgencias han estado colapsadas y el personal desprotegido y sin saber cuando llegaría el material sanitario necesario para atender a todos los afectados.
El medio por acudir a los hospitales y contagiarse, ha provocado que muchas personas hayan omitido ciertas enfermedades como la apendicitis, problemas cardíacos, neuronales, oncológicos, etc. Ahora, tras atender al 100% a los pacientes de Covid-19, el personal sanitario tiene que hacer frente a una ola de enfermedades totalmente diferentes, y agravadas.
La Comunidad de Madrid ya ha anunciado que los hospitales ya han dejado de ser un campo de batalla para cuidar a los enfermos de coronavirus. Si hace una semana había 1.955 pacientes ingresados en los hospitales, hoy por hoy solo hay 390, una reducción del 80% que está dando un pequeño respiro al personal sanitario.
Además, el vicepresidente de AMYTS ha revelado que «el paciente de urgencias ya está cambiando». «La presión de los pacientes de COVID-19 ha bajado, mientras se están recuperando a los de otras patologías cardiovasculares, neurológicas y abdominales que hasta ahora no estaban llegando por miedo al virus», añadía.
Por su parte, Daniel Bernabeu, jefe de radiología del hospital de La Paz de Madrid ha incidido en que «nosotros llamábamos a pacientes oncológicos para seguir con el tratamiento que preferían quedarse en casa por miedo al contagio y eso en algún caso puede haber agravado su situación».
Reducción de los tratamientos de cardiología
Y es que, durante estas cuatro últimas semanas, el personal sanitario ha suspendido diversos tratamientos y programas de pacientes no afectados por Covid-19. Como consecuencia, advierten de que probablemente haya «una mayor morbilidad en otros pacientes, no solo en los de Covid-19».
«Los pacientes no consultan tanto o pasan los infartos en casa. Esto hace que algunos casos atendidos esta semana asusten por su gravedad, con complicaciones que no veíamos desde hacía muchos años», expresa Ignacio Ferreira, Jefe de Cardiología del centro.
Ferreira asegura que tiene miedo de que se produzca una avalancha tras la caída de ingresos de pacientes afectados por el coronavirus. «Si hay dolores torácicos que son amenazas de infarto que la gente no está consultando, cuando acabe el confinamiento y la gente empiece a salir, a lo mejor estas amenazas de forma brusca y súbita se convertirán en infarto», advierte.
Y es que desde que se decretó el Estado de Alarma, los tratamientos de infartos se han reducido hasta en un 40%. Su presidente, Ángel Cequier, también ha hecho hincapié en que muchos de los servicios de cardiología no urgentes se han suspendido: «Todos los médicos, también los especialistas, durante el pico de la pandemia se han volcado en la COVID-19. Algunos han relativizado sus síntomas y han evitado acudir al centro. Hay dos grupos: a los que en 6-8 horas los síntomas les han desaparecido y la dolencia ha sido floja, y los que han acudido al hospital pero ya tardíamente, con un infarto que se ha complicado».
Además, Cequier también advierte de que estos podrían tener consecuencias a largo plazo: «Creemos que el impacto puede durar todo el próximo año. Nos vamos a encontrar con pacientes en situación clínica similar a la de hace 30 años, cuando los infartos no se atendían tan rápidamente como ahora. Con cardiopatías que se compliquen más de lo esperable por no haber sido tratadas adecuadamente cuando hubo que hacerlo, fueran leves o no».
Sin duda, la fase de descenso está en camino y los hospitales tendrán que comenzar a adaptar los espacios «y crear dispositivos diferenciados para pacientes Covid que sigan llegando y pacientes no Covid, o incluso hospitales concretos solo para Covid».