Los graves disturbios vividos este fin de semana en Linares han dejado dos heridos de bala que siguen recuperándose en el hospital tras sufrir disparos de la policía con munición real.
Todo comenzó con una manifestación de unas doscientas personas a las puertas de la comisaria de Policía Nacional en protesta por la paliza que dos policías nacionales fuera de servicio propinaron a un vecino de esta localidad, Carlos, y a su hija de 14 años, hace tan solo unos días en la terraza de una cafetería.
En protesta por lo sucedido, este fin de semana varios manifestantes se lanzaron a las calles para protestar por tal agresión, convirtiendo Linares en un escenario de auténtica batalla campal. Sin embargo, algo salió mal, pues en dicha manifestación, y con el objetivo de disuadir a los manifestantes, algún policía acabó disparando munición real a través de un cartucho de perdigones (proyectiles esféricos), que hirieron a un chico y a una chica que se recuperan en el hospital de las heridas.
Esto ha provocado que se abra una investigación en el Cuerpo Nacional de Policía para averiguar cómo acabó un cartucho de perdigones en la escopeta de uno de los agentes en lugar de las típicas balas de goma que usan los funcionarios para disuadir a los manifestantes.
Joaquín acabó con 8 balas en sus piernas
Uno de los jóvenes que acabó con la pierna herida es Joaquín, que recibió nada más y nada menos que ocho disparos en ambas piernas, dos en la izquierda (uno de los cuales le extrajeron en el hospital) y seis en la derecha que le atravesaron la pierna y salieron de lado a lado. En seguida fue trasladado al servicio de urgencias del Hospital San Agustín donde se sigue recuperando de las heridas y desde donde ha querido contar su experiencia al diario ‘ABC’, pues él ni siquiera participaba de las manifestaciones, sino que se había desplazado al lugar para comprarse unas zapatillas:
«Yo vivo en Guadalén. Fui a Linares a comprarme unas zapatillas de fútbol nuevas. Quedé con mi prima que vive aquí. No llegamos a comprar nada porque no me gustaron. Estuvimos tomando un café y ya nos íbamos. Cuando me acercaba a por el coche -lo había dejado cerca de la estación de autobuses- me pilló todo el lío», relata al citado medio.
«Mi prima y yo no estábamos manifestándonos, pero nos quedamos a mirar apoyados en un coche y nos fumamos un cigarro. Yo estaba con el móvil y había agentes en una esquina, junto a la churrería. De pronto vi a todo el mundo correr hacia mi dirección y yo hice lo mismo. Escuché un tiro y noté como un fuerte calambre en la pierna. Pensé que me había dado una pelota de las que lanzaban los policías. A los 200 metros o así no podía andar; me paré y vi cómo me goteaba la sangre por la pierna. Me asusté mucho; me ardía toda la zona».
La policía le ha animado a denunciar los hechos
Fue horas más tarde cuando la Policía se enteró de que había dos heridos de bala ingresados en el hospital, y en su caso se personaron en su habitación para pedirle perdón.
«A las cuatro de la madrugada vinieron dos policías al hospital, me preguntaron todo, me pidieron los datos y perdón. Luego vino el comisario y se llevó uno de los perdigones que me habían sacado para analizarlo» asegura Joaquín, de 21 años.
«Me dijeron que hubo un error, que las postas no las utilizan en las manifestaciones. También me pidieron perdón en nombre de todo el Cuerpo y me informaron de cómo tengo que denunciar. Sería un error, pero si me dan más arriba estoy muerto».
La Policía ha abierto una investigación para saber qué pudo pasar y cómo alguno de los agentes pudo utilizar munición real contra los manifestantes. Para ello la científica se está empleando a fondo analizando los restos extraídos de los dos heridos así como los cartuchos recogidos de la calle.